El
cantante, compositor y guitarrista Woody
Guthrie, una de las figuras
más importantes e influyentes del folk,
reflejó en sus cientos -quizás miles- de canciones y escritos buena
parte de la historia de la primera mitad del siglo XX en
Norteamérica. Viajó por todo el país y fue testigo directo de las
dificultades por las que atravesaban los ciudadanos más pobres, de
los abusos a los que eran sometidos los obreros y de las
desigualdades sociales. Muy concienciado políticamente, fue un
fuerte opositor del fascismo y del capitalismo; de hecho, en su
guitarra llevaba impreso el mensaje ‘This machine kills fascists’
(Esta máquina mata fascistas). Este instrumento y sus palabras
fueron las únicas armas que utilizó para transmitir su mensaje de
denuncia contra las injusticias y la opresión que sufría la clase
trabajadora en Estados
Unidos.
Nacido
en 1912 como Woodrow Wilson Guthrie en Okema, Oklahoma, le tocó
vivir una época compleja. En 1929 se producía el Crack
de la Bolsa de Nueva York,
dando paso a la Gran
Depresión de los años 30,
que se tradujo en penurias económicas y desempleo. Con 15 años
empezó a trabajar en los oficios más variopintos para poder ayudar
al sostenimiento de su familia. No obstante, cuando contaba con 17,
se mudaron a Pampa, Texas, en busca de un futuro mejor.
A
mediados de la década padecería las consecuencias catastróficas
del Dust Bowl,
enormes tormentas de polvo provocadas por la sequía y la
sobreproducción agrícola que arruinaron campos y cultivos, sobre
todo de Texas, Oklahoma o Kansas, sumiendo en la pobreza y hambruna a
los granjeros, que se vieron obligados a trasladarse con sus familias
a los estados del oeste. Como un okie más (nombre con el que se conocía a los emigrantes nativos de Oklahoma
durante la Gran Depresión), Guthrie participó del éxodo
masivo hacia la, por entonces, dorada California.
Este fenómeno sería inmortalizado en varias canciones del artista,
en las que se contaban historias sobre emigrantes. Por ejemplo, la de
Tom Joad,
que relató John Steinbeck para su novela de 1939 The
grapes of wrath (Las
uvas de la ira) y que fue
llevada al cine por John Ford. Unas andanzas que también inspiraron
a Bruce Springsteen
en The ghost of Tom Joad.
En
1937, Woody consiguió un empleo en la emisora de radio de Los
Ángeles WKVD.
Realizaba un programa -por el que cobraba un dólar al día- donde
emitía, entre otras, sus canciones protesta. Durante muchos años,
además, escribió artículos en un diario afín al Partido
Comunista de los Estados
Unidos. En aquellos momentos, el movimiento obrero estaba emergiendo
y los sindicatos comenzaban a formarse. Sus composiciones sirvieron
de estímulo para esos trabajadores.
Guthrie
se instaló en Nueva York
a comienzos de los 40. Coincidió con Pete
Seeger y formaron la banda
Almanac Singers,
que tenía su centro de operaciones en el Greenwich
Village. Realizaron
importantes giras con un repertorio de canciones pacifistas que se
fue politizando con los acontecimientos que se estaban produciendo,
como la II Guerra Mundial.
A
partir de este decenio materializaría sus primeras grabaciones,
gracias al productor y etnomusicólogo Alan
Lomax. Uno de esos
imprescindibles es su disco Dust
Bowl ballads que registró
para la RCA Victor.
En 1940 compuso su pieza más recordada y representativa, This
land is your land,
himno oficioso estadounidense escrito como respuesta a God
bless America, de Irving
Berlin. La melodía era una adaptación de una antigua canción
popularizada como When the
world’s on fire por The
Carter Family.
Después
de tantos viajes y experiencias, decidió que era un buen momento
para plasmarlas en una autobiografía, Bound
for Glory, de 1943, de
la que también se hizo una película en los años 70. Ésta llega a
manos de un joven de Minnesota, Robert Allen Zimmerman, más conocido
como Bob Dylan,
que, admirador de las canciones de Guthrie, lee con gran interés sus
memorias y encuentra en ellas la verdadera esencia del folk y de la
música en general. Se convierte así en su más leal seguidor y
decide peregrinar por el país en busca de los escenarios y
personajes que aparecen en el libro.
Dylan
llega a la Gran Manzana a principios de los 60 para relanzar su
carrera y conocer en persona a su ídolo. Éste estaba enfermo, en el
Brooklyn State Hospital. Antes había pasado por el Greystone Park
Psychiatric de Nueva Jersey, donde fue ingresado en 1954, después de
que su salud comenzara a deteriorarse.
El
encuentro entre ambos no fue muy satisfactorio para el bardo de
Duluth, sin embargo, su admiración no decayó, según cuenta Dylan
en sus Crónicas vol.1.
A partir de aquí, comenzaría el despegue de su carrera. Como
homenaje a Guthrie compondría Song to Woody, incluida en su
álbum homónimo de 1962.
Pero
volvamos con nuestro principal protagonista. El mal que le aquejaba
era la corea de Huntington,
enfermedad mental degenerativa y hereditaria que acabaría con su
vida en aquel centro en 1967, después de trece años. Su madre,
Norah,
había fallecido por esta misma causa a finales de los 40.
Guthrie
llegó a convertirse en un héroe, en la voz del pueblo y de la gente
humilde. El trovador que deambuló de costa a costa predicando con su
música y sus letras. El defensor de los más necesitados durante los
difíciles años 30 y 40 en USA. Murió dejando un legado inmenso:
poemas, ensayos, novelas y, sobre todo, canciones, muchas y muy
variadas: infantiles, reivindicativas, patrióticas, de amor,
tristes, pacifistas, bélicas… Una gran inspiración para el
resurgir del folk de los años 50 y 60 y para artistas como Ramblin’
Jack Elliott, Joan Baez, Phil Ochs, Johnny Cash, Donovan, más
recientemente Billy Bragg, los antes mencionados Dylan y Springsteen
y un largo etcétera.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 3 de octubre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario