martes, 23 de octubre de 2018

Woody Guthrie, el poeta de los desfavorecidos


El cantante, compositor y guitarrista Woody Guthrie, una de las figuras más importantes e influyentes del folk, reflejó en sus cientos -quizás miles- de canciones y escritos buena parte de la historia de la primera mitad del siglo XX en Norteamérica. Viajó por todo el país y fue testigo directo de las dificultades por las que atravesaban los ciudadanos más pobres, de los abusos a los que eran sometidos los obreros y de las desigualdades sociales. Muy concienciado políticamente, fue un fuerte opositor del fascismo y del capitalismo; de hecho, en su guitarra llevaba impreso el mensaje ‘This machine kills fascists’ (Esta máquina mata fascistas). Este instrumento y sus palabras fueron las únicas armas que utilizó para transmitir su mensaje de denuncia contra las injusticias y la opresión que sufría la clase trabajadora en Estados Unidos.

Nacido en 1912 como Woodrow Wilson Guthrie en Okema, Oklahoma, le tocó vivir una época compleja. En 1929 se producía el Crack de la Bolsa de Nueva York, dando paso a la Gran Depresión de los años 30, que se tradujo en penurias económicas y desempleo. Con 15 años empezó a trabajar en los oficios más variopintos para poder ayudar al sostenimiento de su familia. No obstante, cuando contaba con 17, se mudaron a Pampa, Texas, en busca de un futuro mejor.

A mediados de la década padecería las consecuencias catastróficas del Dust Bowl, enormes tormentas de polvo provocadas por la sequía y la sobreproducción agrícola que arruinaron campos y cultivos, sobre todo de Texas, Oklahoma o Kansas, sumiendo en la pobreza y hambruna a los granjeros, que se vieron obligados a trasladarse con sus familias a los estados del oeste. Como un okie más (nombre con el que se conocía a los emigrantes nativos de Oklahoma durante la Gran Depresión), Guthrie participó del éxodo masivo hacia la, por entonces, dorada California. Este fenómeno sería inmortalizado en varias canciones del artista, en las que se contaban historias sobre emigrantes. Por ejemplo, la de Tom Joad, que relató John Steinbeck para su novela de 1939 The grapes of wrath (Las uvas de la ira) y que fue llevada al cine por John Ford. Unas andanzas que también inspiraron a Bruce Springsteen en The ghost of Tom Joad.


En 1937, Woody consiguió un empleo en la emisora de radio de Los Ángeles WKVD. Realizaba un programa -por el que cobraba un dólar al día- donde emitía, entre otras, sus canciones protesta. Durante muchos años, además, escribió artículos en un diario afín al Partido Comunista de los Estados Unidos. En aquellos momentos, el movimiento obrero estaba emergiendo y los sindicatos comenzaban a formarse. Sus composiciones sirvieron de estímulo para esos trabajadores.

Guthrie se instaló en Nueva York a comienzos de los 40. Coincidió con Pete Seeger y formaron la banda Almanac Singers, que tenía su centro de operaciones en el Greenwich Village. Realizaron importantes giras con un repertorio de canciones pacifistas que se fue politizando con los acontecimientos que se estaban produciendo, como la II Guerra Mundial.

A partir de este decenio materializaría sus primeras grabaciones, gracias al productor y etnomusicólogo Alan Lomax. Uno de esos imprescindibles es su disco Dust Bowl ballads que registró para la RCA Victor. En 1940 compuso su pieza más recordada y representativa, This land is your land, himno oficioso estadounidense escrito como respuesta a God bless America, de Irving Berlin. La melodía era una adaptación de una antigua canción popularizada como When the world’s on fire por The Carter Family.


Después de tantos viajes y experiencias, decidió que era un buen momento para plasmarlas en una autobiografía, Bound for Glory, de 1943, de la que también se hizo una película en los años 70. Ésta llega a manos de un joven de Minnesota, Robert Allen Zimmerman, más conocido como Bob Dylan, que, admirador de las canciones de Guthrie, lee con gran interés sus memorias y encuentra en ellas la verdadera esencia del folk y de la música en general. Se convierte así en su más leal seguidor y decide peregrinar por el país en busca de los escenarios y personajes que aparecen en el libro.

Dylan llega a la Gran Manzana a principios de los 60 para relanzar su carrera y conocer en persona a su ídolo. Éste estaba enfermo, en el Brooklyn State Hospital. Antes había pasado por el Greystone Park Psychiatric de Nueva Jersey, donde fue ingresado en 1954, después de que su salud comenzara a deteriorarse.

El encuentro entre ambos no fue muy satisfactorio para el bardo de Duluth, sin embargo, su admiración no decayó, según cuenta Dylan en sus Crónicas vol.1. A partir de aquí, comenzaría el despegue de su carrera. Como homenaje a Guthrie compondría Song to Woody, incluida en su álbum homónimo de 1962.

Pero volvamos con nuestro principal protagonista. El mal que le aquejaba era la corea de Huntington, enfermedad mental degenerativa y hereditaria que acabaría con su vida en aquel centro en 1967, después de trece años. Su madre, Norah, había fallecido por esta misma causa a finales de los 40.

Guthrie llegó a convertirse en un héroe, en la voz del pueblo y de la gente humilde. El trovador que deambuló de costa a costa predicando con su música y sus letras. El defensor de los más necesitados durante los difíciles años 30 y 40 en USA. Murió dejando un legado inmenso: poemas, ensayos, novelas y, sobre todo, canciones, muchas y muy variadas: infantiles, reivindicativas, patrióticas, de amor, tristes, pacifistas, bélicas… Una gran inspiración para el resurgir del folk de los años 50 y 60 y para artistas como Ramblin’ Jack Elliott, Joan Baez, Phil Ochs, Johnny Cash, Donovan, más recientemente Billy Bragg, los antes mencionados Dylan y Springsteen y un largo etcétera.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 3 de octubre de 2013.

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