jueves, 18 de octubre de 2018

17 minutos para la historia


Surgido en 1966 en San Diego, California, Iron Butterfly fue uno de los grupos estandartes de la mezcla entre el hard rock y la psicodelia. A pesar de que sufrieron continuos cambios de formación y prácticamente tuvieron un sólo single de éxito masivo, su influencia se fue extendiendo en años posteriores, sobre todo en los 70, en bandas como Deep Purple o Led Zeppelin, en cuyo caso, hasta la elección meditada del nombre tiene similitudes (mariposa de hierro-zeppelín de plomo).

Grabaron su primer álbum en 1968, Heavy (ATCO), un título que era toda una declaración de intenciones. Y es que Iron Butterfly está considerado como uno de los grupos más relevantes para lo que después se denominaría heavy metal. Sus temas, partiendo del rock lisérgico o acid rock, derivaron en unos sonidos más potentes de lo habitual para la época. Tras este trabajo de debut, comenzarían los primeros movimientos de músicos, aunque siguieron contando con la presencia en sus filas del principal compositor, Doug Ingle, y el batería, Ron Bushy. En este proceso de búsqueda de nuevos integrantes, sonaron como futuribles artistas de la talla de Neil Young o Jeff Beck aunque finalmente se decantaron por otros.

1968 sería su año de mayor explosión. Aparecería su álbum más reconocido, In-A-Gadda-Da-Vida (ATCO). Pero no fue precisamente el disco en su conjunto lo que les reportaría tal éxito, sino, como hemos dicho antes, por el sencillo más famoso que compusieron, de idéntico título que el LP y que ocupaba toda la cara B del vinilo. 17.05 minutos con geniales pasajes instrumentales, donde se incluyen poderosos riffs de guitarra y bajo, uno de los primeros y más recordados solos de batería de la historia del rock y unos sugerentes teclados con reminiscencias clásicas. Todo ello sumado a la voz grave de Ingle, al principio y al final del tema, como resultado de una simple fórmula donde primaba más la instrumentación que un contenido profundo de las letras.

La canción fue grabada en una sola toma, según dijo el productor John Milton en una entrevista posterior. Esperando precisamente a Milton, los músicos estaban ensayando para el técnico de sonido, el cual decidió que la grabación tenía la suficiente calidad para no tener que repetirla más veces.

Respecto al título hay distintas versiones y ninguna de ellas definitiva o lo suficientemente aclarada. Parece ser que su nombre original era In the garden of Eden y a partir de ahí, surgen las leyendas sobre su transformación en In-A-Gadda-Da-Vida. Unos cuentan que Doug Ingle, tras haber compuesto el tema y con las dificultades de vocalización por su estado de embriaguez, le dijo el título al batería Ron Bushy, que se limitó a transcribir aquellos balbuceos tal y como los había escuchado. Otra versión es que estaban en el estudio ensayando bajo los efectos de las drogas y la pronunciación de In the garden of Eden por el cantante no fue la más inteligible. Dicen que Bushy tenía unos cascos puestos y que no entendió bien el nombre. Así que escribió literalmente lo que había oído y que, ya sobrio, se dio cuenta de aquel galimatías, pero le pareció tan irónico y original que decidieron dejar como título esa combinación de palabras sin sentido.

In-A-Gadda-Da-Vida es un LP muy influenciado por los trabajos que habían realizado hasta entonces The Doors, que consiguió un gran reconocimiento de crítica y ventas, llegando a alcanzar el número 4 en las listas. Tuvo mucho de innovador. No tanto por incluir una canción de tan amplia duración, pues en aquellos años ya existían algunos ejemplos. Pero sí lo fue porque se editó una versión más corta del single, cercana a los 3 minutos, pensada para su programación en las emisoras de la FM, llegando a convertirse en un gran reclamo para el grupo y provocando que las radios empezaran a emitir el sencillo original, algo similar a lo que le ocurrió a la banda de Jim Morrison con su Light my fire. Iron Butterfly abrieron el camino para las formaciones de rock progresivo. Empezaban a acostumbrar al público a temas que no siguieran el formato clásico del pop, sino que podían alargarlos tanto como quisieran, saltándose esa estructura, hasta el momento, tan tradicional.


Un año después, en 1969, publican su siguiente larga duración, Ball (ATCO), aprovechando la inercia positiva de In-A-Gadda-Da-Vida, lo que les resultó una buena jugada ya que se convirtió en el mayor éxito de sus LP’s en las listas de ventas, alcanzando el número 3. El disco seguía las mismas directrices que el anterior aunque los temas tenían menor duración y se acercaban más al pop. Como contrapunto, este sería el comienzo del declive de la banda californiana.

Posteriormente editarían un directo en 1970, mientras las modificaciones en la formación seguían produciéndose. En el mismo año llegaría otro álbum, Metamorphosis (ATCO), el cual no consiguió calar ni en el público ni en la crítica y que desembocaría en la disolución del grupo, acaecida finalmente en 1971. Sin embargo, Iron Butterfly también se han caracterizado por sus continuas reapariciones. Cuatro años más tarde se volverían a reunir y publicarían dos discos que, no obstante, tuvieron poca repercusión, por lo que de nuevo provocó la separación de la banda. A mediados de los 90 retomarían la formación para actuar en una gira por América tras haber sido reeditado su trabajo más influyente, In-A-Gadda-Da-Vida, continuando en activo hasta la actualidad.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 25 de julio de 2013.

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