lunes, 22 de octubre de 2018

García y Portet, sociedad ilimitada


El binomio compuesto por Manolo García y Quimi Portet alcanzó su máximo esplendor con El Último de la Fila, denominación con la que consiguieron ventas millonarias y el reconocimiento unánime de crítica y público. Convertidos ya en leyendas de la música popular en España, algunas de sus canciones forman parte de la banda sonora de distintas generaciones. Con una mezcla de pop-rock, raíces flamencas y toques étnicos, han dejado para la posteridad una serie de temas que no han hecho más que crecer en popularidad con el paso del tiempo. Aunque en su momento, sus primeros discos no alcanzaran gran repercusión comercial, han sido éstos los que más hondo han calado en el público. Álbumes que suelen situarse en los primeros puestos de las listas de los LP’s más importantes e influyentes de la historia del rock en nuestro país. Pero el camino hacia la fama nunca es fácil. Manolo y Quimi compaginaban la música con sus trabajos y pertenecieron a distintos grupos hasta que el destino los quiso juntar.

Manolo García tocaba la batería en grupos locales como Materia Gris o Silma y su Conjunto, formación en la que también cantaba. Mientras, en 1980, el artista argentino Sergio Makaroff, buscando músicos para hacer un LP, conoce a García y a un teclista, Esteban Martín. Posteriormente, el guitarrista Josep Lluís Pérez y Antonio Fidel con el bajo, aunque no tenía experiencia previa, terminaron de dar forma al proyecto y juntos grabaron Tengo una idea de Makaroff. Tras realizar el álbum, los cuatro siguen trabajando y forman su propia banda, a la que se suma el batería Lluís Visiers para que García pudiera ejercer de vocalista. En poco tiempo registran una maqueta que presentan al sello EMI. En tan sólo dos meses de ensayo y sin tener aún nombre, la compañía les hace un contrato. La celeridad con que todo se produjo les inspiró para llamarse Los Rápidos.

Graban un único disco, Rápidos, que sale a la venta en 1981 junto con su primer single. Con un sonido muy cercano al punk y la nueva ola madrileña son promocionados como una alternativa barcelonesa a la Movida de la capital. Aunque sus ventas fueron muy bajas, habían conseguido un público fiel, pues sus actuaciones eran un gran espectáculo.

Ese mismo año, en medio de una gira, con un nuevo sencillo ya en el mercado y las canciones terminadas para lo que sería su segundo álbum, EMI decide rechazarlas y deja de apoyarles. Esto hace que sus miembros piensen en dar por finalizada esta aventura, pues sería muy difícil seguir adelante sin el respaldo de la discográfica. No obstante, continúan ofreciendo conciertos. En el festival Rock de Lluna coinciden con Kul de Mandril, grupo en el que Portet tocaba la guitarra eléctrica. Tras una conversación con García decide unirse a Los Rápidos y tocar en los directos que aún les quedan antes de que la banda se disuelva.

Poco después, Martín se une a Gabinete Caligari y García se va al País Vasco para emprender un nuevo proyecto con la ayuda de la Orquesta Mondragón, que finalmente no fructificó. Los demás siguieron componiendo temas y, tras el regreso de García, fundan Los Burros. Editan Rebuznos de amor (1983) en Discos Belter pero la historia se repite, venden muy pocas copias del álbum. La discográfica estaba en una situación delicada por problemas económicos y no pudo, o no supo, sacar rendimiento a una banda tan prometedora. A pesar de todo, con el tiempo ha sido un disco muy reivindicado, sobre todo por contener el clásico Huesos.


Tras la quiebra de Belter y los malos resultados de ventas obtenidos, García y Portet deciden formar esta vez un dúo, El Último de la Fila, y se comprometen con el sello independiente PDI para grabar. En estas estaban cuando ganan el concurso de maquetas de la revista Rock Espezial (actual Rockdelux). El premio es un precontrato con la multinacional Virgin para editar un LP que, sin embargo, rechazan para cumplir lo acordado con PDI. En 1985 sale el álbum, Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana. Un trabajo con grandes temas de letras profundas como las de Querida Milagros o El loco de la calle.

Un año después llegaría el que para muchos es el mejor disco del grupo, Enemigos de la ajeno. Despachó 250.000 unidades y propició que Manolo y Quimi abandonaran sus trabajos de diseñador y repartidor, respectivamente, para dedicarse en exclusiva a la música. Aunque no dispusieron de muchos medios, consiguieron fabricar un álbum de calidad con piezas tan recordadas como Aviones plateados, Lejos de las leyes de los hombres o el convertido en himno, Insurrección. Una canción, que sin embargo, fue creada a última hora y a contrarreloj, pues ese mismo día debían abandonar el estudio. Con un riff de guitarra de Portet, a García le bastaron sólo dos horas para escribir la letra.


Como la calidad de sonido de los dos primeros discos no era muy buena, en 1987 regrabaron una selección de esos temas y los publicaron en Nuevas mezclas (PDI, 1987). A continuación triunfarían con Como la cabeza al sombrero (PDI; 1988), Nuevo pequeño catálogo de seres y estares (Perro Records, 1990) y Astronomía razonable (Perro Records/EMI, 1993), con 800.000 ejemplares vendidos y del que se extrajo Como un burro amarrado en la puerta del baile. La rebelión de los hombres rana (Chrysalis, Perro Records, 1995) pondría el punto y final a una de las sociedades musicales más exitosas de los años 80 y 90. A partir de entonces, Manolo García y Quimi Portet desarrollarían sus carreras en solitario.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 19 de septiembre de 2013.

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