viernes, 26 de octubre de 2018

Siempre nos quedará tu música, Germán


Han transcurrido ya varios días pero sigue siendo duro asimilar que Germán Coppini ya no está con nosotros. El carismático cantante y compositor fallecía esta pasada Nochebuena, víctima de una enfermedad hepática que padecía desde hacía años, pero su música, su original voz y sus cuidadas creaciones continuarán muy presentes en la memoria colectiva. Porque nos deja un importante legado, con algunas de las piezas más representativas del pop español y otras, no tan conocidas, pero que también merecen la pena ser reivindicadas. Por eso, qué mejor manera de comenzar el año en este espacio que me brindan, que haciendo justicia a su trabajo y rendir así un pequeño homenaje a su extensa trayectoria con un recorrido por sus distintos proyectos y canciones.


Los inicios y el éxito: Siniestro Total y Golpes Bajos

Germán Coppini nació en Santander pero el trabajo itinerante de su padre propició que residiera en distintas ciudades. En una de ellas, Vigo, comenzaría su carrera musical a principios de los 80. Primero formando el grupo Coco y los del 1500 y después uniéndose a Julián Hernández, Miguel Costas y Alberto Torrado en la banda Mari Cruz Soriano y Los que afinan su piano, con los que cantaría en algunos de los temas que dejaron grabados para una maqueta. (La inspiración del nombre les llegó viendo la televisión en un bar, cuando apareció en pantalla la, por aquellos años, popular periodista y presentadora de TVE y de la Cadena COPE, además de pianista, Mari Cruz Soriano Roales).

En verano de 1981 la formación cambia su nombre por el de Siniestro Total (Tras un accidente de tráfico con el Renault 12 del padre de Julián Hernández, en el que el parte de daños de la aseguradora declara al coche siniestro total, deciden que ese nombre es perfecto para rebautizar a la banda) y al año siguiente consiguen publicar el EP Ayudando a los enfermos (DRO, 1982), que incluía temas como Ayatollah! o Matar jipis en las Cíes. De estas y otras emblemáticas canciones se compone uno de los discos imprescindibles del punk y de la nueva ola nacional, ¿Cuándo se come aquí? (DRO, 1982), álbum de debut de los gallegos. Germán, primer vocalista del grupo, participaría en un trabajo más, el single Sexo chungo Me pica un huevo (DRO, 1983).

La banda estaba en su mejor momento pero Coppini deseaba buscar nuevas experiencias sonoras. Así que, junto a Teo Cardalda, funda Golpes Bajos como aventura paralela. Durante un tiempo simultaneó las dos formaciones pero finalmente abandonó Siniestro Total para dedicarse íntegramente al nuevo proyecto. No fue una decisión sencilla pero el riesgo sería una constante durante su trayectoria, en la que, lejos de encasillarse, siempre apostaba por la innovación.

Coppini y Cardalda, a los que se unieron Pablo Novoa y Luis García, dejaron para la posteridad algunos de los temas más emocionantes del pop español en una breve, aunque intensa, producción discográfica: un EP homónimo -donde se incluyen Malos tiempos para la lírica o No mires a los ojos de la gente-, un larga duración, A santa compaña (Nuevos Medios, 1984), y un mini-LP, Devocionario (Nuevos Medios, 1985). En septiembre de 1985, Golpes Bajos y la etapa gallega de Coppini -a la postre, la más célebre- llegaban a su fin... por el momento. Porque Golpes Bajos tuvo una fugaz continuación. Tras el éxito de ventas obtenido por la publicación del recopilatorio Todas sus grabaciones 1983-1985 (Nuevos Medios, 1990), se reunieron en 1998 para realizar una gira y publicar un disco en directo, Vivo (Nuevos Medios, 1998). Con 4 canciones nuevas y 9 versiones de sus temas más conocidos, no tuvo, sin embargo, la repercusión que se esperaba y, por distintos motivos, la experiencia acabó mal.


Colaboraciones para todos los gustos

Músico inquieto e inconformista, y ávido explorador de nuevos horizontes, Coppini colaboró en distintos proyectos y grabó con numerosos artistas durante su carrera. Por ejemplo, en 1986 sorprendió con la publicación de un maxi-single de tres canciones junto a Nacho Cano, Edición limitada (Ariola), que incluía Dame un chupito de amor, Pepito el grillo y Divina palabra, y dos años más tarde participó junto a Alaska y Dinarama en la revisión de Bailando de Los Pegamoides.

Ya en 1990, hizo lo propio en el tema Boogaloo del disco Salud y pesetas (Grabaciones Accidentales) de Las Manos de Orlac, formación que estaba compuesta por su hermano Ernesto y Nacho Mastretta. A mediados de la década, junto a Los Cuatro Fantásticos, registró una versión de Chica de ayer de Nacha Pop para el álbum de homenaje a Antonio Vega, Ese chico triste y solitario (Área Creativa, 1993). Por esas fechas también cantó Contrabando y traición con Paco Clavel, en el disco de este último, Duets (Barsa Promociones, 1994), y colaboró en el primer trabajo de Tino di Geraldo, Burlerías (Nuevos Medios, 1994), donde interpretó El astronauta de tu corazón y Vuela, vuela pajarito. Un encuentro entre estos artistas que se repitió en 2003 en Ojalá, del álbum Tino (Parlophone Spain).

Acompañó en 1997 a Vainica Doble en los coros de Juncal, del LP Carbono 14 (Mercury, 1997) y, dos años después, colaboró otra vez con ellas en Coplillas de la mitómana, del EP Miss labores (Elefant, 1999). Mientras, en 2005, escribió letras y puso voces en el debut de Susana Cáncer, Yonolosé (La Ecléctica Madrileña). Posteriormente, en 2006, participó en Trampa en la boca, del tercer disco de los sevillanos Maga (homónimo, aunque conocido como Álbum rojo, editado por Limbo Starr). Su actividad con ellos se trasladó además a los escenarios, donde recuperaron parte del repertorio de Golpes Bajos, con el nombre de Cocoma.

Primeros pasos en solitario

En 1987 llegó su primer trabajo en solitario, El ladrón de Bagdad (Hispavox). En este disco tan ecléctico hay ritmos étnicos, algo de reggae y un acercamiento al rap, entre otros estilos. Germán siempre fue un gran conocedor y oyente de músicas muy variadas por lo que era lógico que éstas tenían que reflejarse en sus composiciones. 10 canciones entre las que destacan la que da título al álbum, Mamá África, Santiago o Alien divino, que se editó en single y consiguió alcanzar la cima de las listas de ventas ese año en España.


Trascurridos dos años se publicaba su segundo disco, Flechas negras (Hispavox, 1989). Un trabajo donde se combinan creaciones propias con versiones -como la de Cuatro rosas de Gabinete Caligari al más puro estilo jamaicano- pero que, sobre todo, incluye adaptaciones de temas clásicos del soul, como la simpática recreación del Chain of fools de Aretha Franklin –Barbazul- o la revisión, en Mujer, de uno de los himnos de la psicodelia, Alone again or de Love.


Hasta 1996 no vería la luz un nuevo álbum suyo. Su siguiente apuesta era Carabás (Nuevos Medios), marcado por la influencia de las músicas latinas. Sin embargo, fue poco comprendido porque supuso un giro bastante brusco a lo que venía realizando hasta el momento. De una gran riqueza rítmica, aquí encontramos ecos del jazz, chachachá o bolero en piezas como Mujer pirata, Querido amigo o No podrás. No tuvo demasiada suerte. Él mismo reconoció, en más de una ocasión, que una carrera de solista suponía un esfuerzo doble y, en contrapartida, obtenía menor repercusión que perteneciendo a una banda.

Rock y electrónica

A finales de 2003 se embarcó en un nuevo proyecto, Anónimos, grupo formado junto a algunos hombres relevantes de la escena ochentera como Patacho Recio (Glutamato Ye-Yé), Ñete (Nacha Pop) o Fernando Martín (Desperados). Ejerció de vocalista en la única grabación de la banda, un mini-CD homónimo de 2005, donde se incluyen temas como La ley de las tinieblas o Frida Kahlo.

Un año después llegaría otra referencia a su nombre. En esta ocasión, un disco de rarezas con grabaciones de años anteriores que no habían llegado a editarse. En Las canciones del limbo (La Ecléctica Madrileña, 2006), además de temas propios: Manouche, Daniel jazz o Muchas gracias, se encuentra una divertida versión de Centro de gravedad permanente de Franco Battiato. Un trabajo que bebe de estilos como el funk o el trip hop.

Ya en 2007, Coppini fundó, junto al productor, compositor y DJ Álex Brujas (también líder del grupo de rock gótico Stereoskop) el dúo Lemuripop. Con esta formación editó en 2008, Primo tempo (Warner), un álbum con reminiscencias del pop y del rock mezclados con la música electrónica más contemporánea y piezas como Lemuria, Las buenas palabras o una revisión de Fiesta de los maniquíes.


El olvido de las discográficas hacia sus propuestas fue uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente al final de su carrera. Pero gracias a Pablo Lacárcel, del sello Lemuria Music, Coppini publicaba algunos de sus trabajos más recientes. Entre ellos, un segundo disco con Lemuripop, Todas las pérdidas crean nudos (2012), donde sobresalen, por ejemplo, Mundo en trance o Escalofría, tema dedicado a la ciudad de Madrid.


Últimos proyectos

A pesar de su enfermedad, Germán no paró un instante. Como muestra, en el mismo 2012 salía a la venta Huellas de una voz vol.1 (Lemuria), donde recuperaba sus dos primeros álbumes en solitario y del que se esperaba que tuviera continuación con una segunda parte.

América herida (Lemuria, 2013) fue su último disco. Junto a la banda Los Voluntarios, Coppini rendía homenaje a la música latina que tanto amó, versionando 15 clásicos sudamericanos de artistas tan prestigiosos como Pablo Milanés, Víctor Jara, Violeta Parra o Daniel Viglietti, y en el que ofrece una nueva visión de canciones emblemáticas como Pobre del cantor, Vamos por ancho camino, Corazón maldito o Milonga para andar lejos.

Aunque su último proyecto, y en el que había puesto muchas ilusiones, era el iniciado con la banda malagueña Néctar, formación que estaba a punto de publicar su álbum de debut. Ya habían dado a conocer algunos de los temas que iban a formar parte del disco pero la presentación del mismo tuvo que posponerse en dos ocasiones por los problemas de salud de Germán. Una pena. No obstante, recientemente sus compañeros han manifestado que, tras asimilar el duro golpe, editarán dicho trabajo y seguirán actuando. Unos conciertos que servirán, sin duda, como sentido homenaje a su apreciado vocalista.


Germán Coppini, hombre de gran calidad humana y artística, se ha ido demasiado joven, con sólo 52 años. Pero desde aquí nunca olvidaremos su talento. Descansa en paz, genio.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 16 de enero de 2014.

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