Joni
Mitchell es una de las
intérpretes y compositoras más reputadas de la música popular del
S.XX. Lo atestiguan una serie discos imprescindibles y canciones tan
emblemáticas como Both
sides now, Big
yellow taxi o
Woodstock.
Fuente de inspiración para muchos artistas, sus temas han sido
versionados en numerosas ocasiones, convirtiéndose en un icono
femenino del folk, el pop y el rock, aunque también ha cultivado en
sus álbumes el jazz y se ha adentrado en la denominada world
music o ritmos étnicos.
Defensora
de la igualdad de la mujer en una industria discográfica
predominantemente machista, con un repertorio lleno de magníficas
letras, comprometidas y directas, ha desarrollado una larga
trayectoria musical que, sin embargo -y aunque no lo sabremos nunca-, podría haber sido diferente o, simplemente, no haber existido como
tal.
Roberta
Joan Anderson, nacida en
1943 en Fort Macleod, en el estado de Alberta (Canadá), compaginó
su amor por la música con la pintura. Siendo muy pequeña,
convaleciente por la poliomielitis, aprendió a tocar la guitarra y a
cantar y, posteriormente, cursó estudios universitarios de Arte en
la ciudad canadiense de Calgary.
En la Facultad conoció y se enamoró de Brad
McMath, con el que partiría
hacia Toronto
para intentar iniciar su carrera. Era el otoño de 1964 y nuestra
protagonista, con 21 años, llega embarazada de 4 meses. Se instalan
en el barrio bohemio de Yorkville, donde entra en contacto con
músicos de la zona como Gordon
Lightfoot, un todavía
desconocido Neil Young
o Buffy Sainte-Marie.
Pero, al poco tiempo, McMath la deja. Desamparada,
sin ayuda de nadie y sin dinero, consigue actuar en algunos locales
que programan conciertos aunque lo que gana no le alcanza ni para
comer. Son momentos difíciles, el hambre aprieta.
Las
oportunidades van apareciendo con cuentagotas pero no para de cantar,
obteniendo así algunos ingresos. Salía al escenario con vestidos
anchos. Quería mantener en secreto su estado de gestación para que
el público únicamente se fijara en sus canciones y tener más
ocasiones de actuar.
En
las Navidades de 1964, Joni Mitchell está de siete meses. El
voluminoso vientre le impide tocar la guitarra y tiene que cambiarla
por el ukelele. Entabla amistad con la cantante Vicky
Taylor, novia por entonces
de Neil Young, y se va a vivir a su casa. Forman un dúo y consiguen
más conciertos gracias a la popularidad de Taylor.
Llega
el nuevo año, los ingresos escasean. A mediados de febrero, acude al
servicio de caridad del Hospital General de Toronto, donde le asisten
trabajadores sociales. El 19 de ese mes daría a luz a una saludable
niña a la que registra, en el certificado de nacimiento, con el
nombre de Kelly Dale
Anderson. Estaba sola, no
tenía dinero, no podía ofrecerle una buena educación. Su situación
era un escándalo para su familia y debía ocultárselo, así que no
contaba con su apoyo, y el aborto no era una opción contemplada.
Había decidido darla en adopción.
No
quería verla, esa experiencia le causaría un profundo dolor. Pero
por complicaciones en el parto, tuvo que permanecer algunos días más
hospitalizada, hasta que un día se la acercaron y la cogió en sus
brazos. Definitivamente, ahí se percató de la dura elección que
iba a asumir.
Cuando
abandona el hospital, Joni Mitchell era un alma en pena, deambulando
por las calles sin mucho sentido. Poco después, conoce al cantante
Chuck Mitchell,
con el que se casa y toma como nombre artístico su apellido.
Pensaron quedarse con la niña, pero finalmente, en mayo, firmó su
consentimiento para la adopción.
Con
su marido viajó a Detroit, donde procuraban ganarse la vida actuando
en locales folk de cierto renombre. El matrimonio duró poco pero
Joni Mitchell siguió cantando. En 1967 se muda a Nueva York, donde
es descubierta y apoyada por David
Crosby, de la mítica
formación Crosby, Stills and Nash. Allí consigue registrar su
primer trabajo discográfico en el sello Reprise, Song
to a Seagull (1968). Este
sería el comienzo de una exitosa carrera que tiene, a principios de
la década de los 70, su época de esplendor.
Judy
Collins populariza en 1968 una de sus composiciones más célebres,
Both sides now.
En 1969 aparece Clouds.
Un año después, afincada en Los Ángeles, publica Ladies
of the Canyon, muy influido
por el barrio hippie de la ciudad, Laurel Canyon. En 1971 se edita
Blue
y en 1973 Court and spark (Asylum Records),
todos ellos discos de gran repercusión, hasta llegar a su último
trabajo en 2007, Shine (Hear Music).
Sin embargo, muy pocas personas conocían, ni se podían imaginar, el
trauma que acompañaba a Joni Mitchell.
Con
la perspectiva que da el tiempo, reconocía que no pudo hacerse cargo
de la niña por su precaria situación, aunque también, que si la
hubiese cuidado, no habría compuesto toda la música que publicó
posteriormente.
Pero
la vida ofrece segundas oportunidades. Desde su nacimiento, Mitchell
no supo nada más sobre su hija. Más de 30 años después, la modelo
Kilauren Gibb
(que así se llama Kelly Dale Anderson) estaba investigando, y
deseaba conocer, quién era su madre biológica. Todas las pistas le
condujeron a Joni Mitchell, con la que contactó, produciéndose el
feliz encuentro entre madre, hija y también nieto, a mediados de
los 90.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 7 de noviembre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario