jueves, 25 de octubre de 2018

Joni Mitchell, dolor y alegría de una madre


Joni Mitchell es una de las intérpretes y compositoras más reputadas de la música popular del S.XX. Lo atestiguan una serie discos imprescindibles y canciones tan emblemáticas como Both sides now, Big yellow taxi o Woodstock. Fuente de inspiración para muchos artistas, sus temas han sido versionados en numerosas ocasiones, convirtiéndose en un icono femenino del folk, el pop y el rock, aunque también ha cultivado en sus álbumes el jazz y se ha adentrado en la denominada world music o ritmos étnicos.

Defensora de la igualdad de la mujer en una industria discográfica predominantemente machista, con un repertorio lleno de magníficas letras, comprometidas y directas, ha desarrollado una larga trayectoria musical que, sin embargo -y aunque no lo sabremos nunca-, podría haber sido diferente o, simplemente, no haber existido como tal.

Roberta Joan Anderson, nacida en 1943 en Fort Macleod, en el estado de Alberta (Canadá), compaginó su amor por la música con la pintura. Siendo muy pequeña, convaleciente por la poliomielitis, aprendió a tocar la guitarra y a cantar y, posteriormente, cursó estudios universitarios de Arte en la ciudad canadiense de Calgary. 

En la Facultad conoció y se enamoró de Brad McMath, con el que partiría hacia Toronto para intentar iniciar su carrera. Era el otoño de 1964 y nuestra protagonista, con 21 años, llega embarazada de 4 meses. Se instalan en el barrio bohemio de Yorkville, donde entra en contacto con músicos de la zona como Gordon Lightfoot, un todavía desconocido Neil Young o Buffy Sainte-Marie. Pero, al poco tiempo, McMath la deja. Desamparada, sin ayuda de nadie y sin dinero, consigue actuar en algunos locales que programan conciertos aunque lo que gana no le alcanza ni para comer. Son momentos difíciles, el hambre aprieta.

Las oportunidades van apareciendo con cuentagotas pero no para de cantar, obteniendo así algunos ingresos. Salía al escenario con vestidos anchos. Quería mantener en secreto su estado de gestación para que el público únicamente se fijara en sus canciones y tener más ocasiones de actuar.

En las Navidades de 1964, Joni Mitchell está de siete meses. El voluminoso vientre le impide tocar la guitarra y tiene que cambiarla por el ukelele. Entabla amistad con la cantante Vicky Taylor, novia por entonces de Neil Young, y se va a vivir a su casa. Forman un dúo y consiguen más conciertos gracias a la popularidad de Taylor.

Llega el nuevo año, los ingresos escasean. A mediados de febrero, acude al servicio de caridad del Hospital General de Toronto, donde le asisten trabajadores sociales. El 19 de ese mes daría a luz a una saludable niña a la que registra, en el certificado de nacimiento, con el nombre de Kelly Dale Anderson. Estaba sola, no tenía dinero, no podía ofrecerle una buena educación. Su situación era un escándalo para su familia y debía ocultárselo, así que no contaba con su apoyo, y el aborto no era una opción contemplada. Había decidido darla en adopción.

No quería verla, esa experiencia le causaría un profundo dolor. Pero por complicaciones en el parto, tuvo que permanecer algunos días más hospitalizada, hasta que un día se la acercaron y la cogió en sus brazos. Definitivamente, ahí se percató de la dura elección que iba a asumir.

Cuando abandona el hospital, Joni Mitchell era un alma en pena, deambulando por las calles sin mucho sentido. Poco después, conoce al cantante Chuck Mitchell, con el que se casa y toma como nombre artístico su apellido. Pensaron quedarse con la niña, pero finalmente, en mayo, firmó su consentimiento para la adopción.


Con su marido viajó a Detroit, donde procuraban ganarse la vida actuando en locales folk de cierto renombre. El matrimonio duró poco pero Joni Mitchell siguió cantando. En 1967 se muda a Nueva York, donde es descubierta y apoyada por David Crosby, de la mítica formación Crosby, Stills and Nash. Allí consigue registrar su primer trabajo discográfico en el sello Reprise, Song to a Seagull (1968). Este sería el comienzo de una exitosa carrera que tiene, a principios de la década de los 70, su época de esplendor.

Judy Collins populariza en 1968 una de sus composiciones más célebres, Both sides now. En 1969 aparece Clouds. Un año después, afincada en Los Ángeles, publica Ladies of the Canyon, muy influido por el barrio hippie de la ciudad, Laurel Canyon. En 1971 se edita Blue y en 1973 Court and spark (Asylum Records), todos ellos discos de gran repercusión, hasta llegar a su último trabajo en 2007, Shine (Hear Music). Sin embargo, muy pocas personas conocían, ni se podían imaginar, el trauma que acompañaba a Joni Mitchell.


Con la perspectiva que da el tiempo, reconocía que no pudo hacerse cargo de la niña por su precaria situación, aunque también, que si la hubiese cuidado, no habría compuesto toda la música que publicó posteriormente.

Pero la vida ofrece segundas oportunidades. Desde su nacimiento, Mitchell no supo nada más sobre su hija. Más de 30 años después, la modelo Kilauren Gibb (que así se llama Kelly Dale Anderson) estaba investigando, y deseaba conocer, quién era su madre biológica. Todas las pistas le condujeron a Joni Mitchell, con la que contactó, produciéndose el feliz encuentro entre madre, hija y también nieto, a mediados de los 90.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 7 de noviembre de 2013.

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