domingo, 27 de enero de 2019

La evolución de los sonidos según Manglis

El guitarrista sevillano, bajo la denominación de Manglis Compás Machine, ha publicado 'My indian heart', un disco donde los ritmos hindúes combinan armoniosamente con el flamenco, el rock, el jazz o el blues.

Luis Cobo Álvarez, más conocido en el mundo artístico como Manglis, fue uno de los destacados alquimistas durante la cúspide de popularidad del rock andaluz. Formó parte de la última alineación de los seminales Gong, actuó con lo que quedaba de los Smash post-Garrotín, tocó en distintas etapas con Triana y, sobre todo, fundó el único grupo de aquella hornada que sólo realizaba temas instrumentales, Guadalquivir. Con una carrera que abarca ya más de cincuenta años, en su hoja de servicios también figura haber participado en el rompedor álbum Veneno (CBS, 1977) -para el que puso las seis cuerdas en Indiopole- o en Al Ándalus (Polydor, 1977) de Miguel Ríos, además de ser un solicitado productor. Pero hubo mucho más. De momento, su propuesta más reciente es Manglis Compás Machine, con un disco publicado en 2006, Mandala (Factoría Autor), seguido en 2018 por el autoproducido My indian heart.

Manglis siempre ha tenido debilidad por la investigación y la fusión de diversas músicas y tradiciones. En su continua persecución de la originalidad suele alejarse de los productos destinados a las masas y experimentar con los sonidos hasta conducirlos hacia su (natural) desarrollo. Si bien, el origen de estas inquietudes tuvo como factor decisivo su contacto, siendo bien joven, con los soldados norteamericanos destinados en las bases de Morón de la Frontera, San Pablo o Rota. "La música que se escuchaba en Estados Unidos por aquel entonces estaba a años luz de lo que aquí se hacía y se escuchaba en la radio y la televisión. Allá por 1965, Sevilla era un hervidero y ya se mezclaban esos militares con la gente que vivía en estas ciudades o pueblos andaluces. Igualmente, aquellas bases tenían unas emisoras de FM donde sonaba toda aquella música y escuchábamos en nuestros receptores. Oír a The Doors, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Otis Redding, James Brown y otros muchos, además de la música que venía desde Londres: The Beatles, The Rolling Stones, Cream, Procol Harum, Traffic y otros tantos grupos, definió a mucha gente que lo único que podía optar a escuchar en los medios locales era la música popular y comercial que siempre hubo y que aún perdura en nuestro país", explica.

No obstante, asegura, desde sus inicios y a lo largo de su amplia trayectoria tampoco ha cambiado demasiado esa manera de explorar ritmos y conjugarlos en sus creaciones. La esencia es la misma. "En el fondo, de lo que se trataba es de mezclar elementos. En aquellos tiempos, ya en 1972 con Gong, estábamos buscando los elementos comunes del rock con el flamenco. En 1978, con Guadalquivir, ampliamos la búsqueda y nos adentramos en el jazz rock y el flamenco, las mismas influencias que posteriormente utilicé en Arrajatabla y, con mayor fortuna, en Manteca, donde dimos un giro internacional sumergiéndonos en la world music".

Aquí aparecen otros dos trascendentales episodios dentro de su intrépido currículo: Arrajatabla y Manteca. Del primero, junto a nombres como Raimundo Amador o Juan Reina, surgió un larga duración, Sevilla blues (1992), mientras que del segundo, arropado por Jesús Arispón (Def Con Dos) o Tito Duarte (Barrabás), entre otros, germinó la dupla Pa darte gloria (1996) y Bailando con cabras (1998). "Fueron editados en España por la compañía Fonomusic, hoy catálogo de Warner, y a su vez en Alemania en el sello Hammer Music, que hizo la distribución en Europa y el suroeste asiático. Aquí se vendieron unas 15.000 unidades de cada disco pero tuvo una repercusión internacional más acorde con lo que era este proyecto. Quizás es lo de siempre, si no haces música muy comercial y no gastas enormes cantidades de dinero en promoción, los discos no encuentran el éxito que merecen. Aunque este proyecto sí obtuvo un buen reconocimiento en general", se sincera un Manglis que antes, a principios de los ochenta, ya se había lanzado en solitario, con los elepés Escalera al cielo (1981) y Dandy (1983), ambos en la etiqueta Movieplay.

Por otra parte, apunta que "ya en Manteca, en el disco Pa darte gloria, introduje unas tablas hindúes como percusión en una bulería que se llama Dos estrellas y en otro tema, Dunas. Es ahí donde empiezo a soñar con ese misticismo en el sonido". Manglis Compás Machine nació de su pasión por el jazz o el blues, además de su atracción por la semejanza entre las músicas de la India y los distintos palos del flamenco. "El blues y, por ejemplo, una soleá o una bulería, tienen un compás de 12x8. O sea, que se asientan en la misma rítmica, se hermanan y van de la mano. En el caso de la música de la India, ellos mantienen una amplia amalgama de compases y ritmos, pero casan a la perfección con los del flamenco, como se puede apreciar en los temas 48x8 Bulería, Soleá-Soler, Compás machine bulería o Carcelero-carcelero", detalla Luis.


La actual aventura se consolidó en 2002, tras conocer al percusionista de Singapur, de origen hindú, Nantha Kumar. Ahora, para la gestación de My indian heart, se han sumado un buen número de músicos de aquel país: Subrata De -sitar-, Mohsin Ali Khan -voces-, Robert Nalin -batería- y el violinista del estado de Rajastán, Imran Khan. Asimismo, han contribuido otros instrumentistas de la talla de Jorge Pardo, Kike Perdomo, Pedro Ontiveros o Andrés Olaegui (los dos últimos, excomponentes de Guadalquivir). Son nueve piezas presentadas con un bonito diseño gráfico a cargo del fotógrafo David Izkierdo Arispón que, sin embargo, han tardado en ver la luz. En concreto, doce años desde que saliera al mercado Mandala, "sencillamente, por la financiación", indica el guitarrista trianero. "La composición y grabación de todos los temas, que haya treinta artistas que dieron su apoyo desinteresadamente y nos tuviéramos que ajustar a la disponibilidad de cada uno, además de costear todo desde que se empieza hasta que se fabrica, dan un clara explicación de esa distancia de doce años. Y más aún porque yo no hago discos de usar y tirar, pienso con mucho detenimiento qué voy a poner en circulación por mera decencia profesional".

Y sin miedo al qué dirán, habría que agregar. "Respeto a quienes no entiendan los avances y se opongan, quizá, por ser muy tradicionales, a las nuevas sonoridades y formas para que todo lo que huela a cultura musical tenga posibilidades de crecer, encuentre otras fuentes de expresión y las vanguardias sigan su curso con el objetivo de que no nos quedemos encasillados en el pasado", sentencia Manglis durante la conversación a propósito de este mágico viaje de encuentros étnicos.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 8 de agosto de 2018.

‘Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde’, de Luis García Gil

El escritor gaditano ha publicado una biografía sobre el icono de los sesenta y setenta que huye del amarillismo para resaltar su faceta musical.

Esta es la crónica de una dualidad constante: cine/música, fama/anonimato y, sobre todo, Marisol/Pepa Flores. La historia de la persona que, muy a su pesar, es engullida por el personaje. Con sensaciones extrañas, como la que produce ver la evolución de tu vida a través de las portadas de revistas. Pero la paciencia tiene un límite y en 1986, cansada, decide romper con todo para recuperar una existencia normal alejada del foco mediático. Sin embargo, hasta llegar a este punto, el camino está repleto de días de gloria entremezclados con otros momentos más oscuros del oficio que, de alguna manera, han sido eclipsados por el altavoz de la prensa del corazón. Precisamente de esto último ha escapado Luis García Gil para construir Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde, un relato biográfico con cierta fidelidad cronológica que reivindica la carrera musical de una artista malagueña cuya vigencia no se ha difuminado en la actualidad.

Hablamos de un cancionero que engloba 228 temas registrados y que, abordado sin prejuicios, ofrece una perspectiva eficaz de la importancia que ha desempeñado en el devenir de la música popular del país y que no siempre se ha valorado lo suficiente, en contraposición al de otros coetáneos. Ahí ha quedado, por ejemplo, el himno de 1968 creado por Palito Ortega, Corazón contento, con el que juega el título del libro, haciendo un guiño al proceso de madurez y compromiso que experimentó la intérprete en los últimos años de su trayectoria. O hitos, como su aparición en 1961 en el mítico Ed Sullivan Show defendiendo Corre, corre caballito.

Un repertorio, por lo demás, bastante heterogéneo, donde conviven la tradición flamenca, la modernidad pop y ye-yé, la canción melódica, de autor, el folclore sudamericano o el fado. Y que tuvo en las bandas sonoras de los filmes de los sesenta publicadas por la compañía Montilla, una filial norteamericana del sello Zafiro, el soporte con el que dar a conocer sus primeros temas. De ahí que esta amplia producción musical sea indisociable de las películas y de sus papeles como actriz, su verdadera prioridad en el mundo del espectáculo, lamentablemente desaprovechada a tenor de sus capacidades para el séptimo arte.

En toda la fase de gestación del proyecto, que comenzó a raíz de una propuesta del editor de Milenio, Javier de Castro, con la playa de La Caleta de Cádiz como escenario, el respeto hacia Pepa Flores ha sido una obligación para García Gil. Porque, aunque la relevancia que durante décadas ha alcanzado el mito, descubrió que no existían tantos textos centrados en su obra como cabría esperar ni éstas contaban con el rigor ni con esa consideración que la trascendente figura merecían. Si bien, se antojaba necesario que las cuestiones personales también fueran narradas para explicar en su conjunto el fenómeno. Ya que no se entenderían sus pasos iniciales como niña prodigio(sa) sin la influencia de la familia Goyanes o álbumes como Galería de perpetuas (Zafiro, 1979) sin el matrimonio con Antonio Gades y su significación ideológica. Del mismo modo, quedaría incompleta la comprensión de esa fractura suya con el pasado si no se hiciera mención alguna a la imagen de César Lucas con la que fue inmortalizada para Interviú en 1975.

Por todo ello, entre otras cosas, Luis García Gil recogió el guante, aun no tratándose de una temática cercana a los terrenos donde suele desenvolverse con soltura. Poeta y ensayista cinematográfico y musical, centrado en cantautores y con varios tomos de enjundia a sus espaldas, en Corazón rebelde afloran muchas de sus especialidades, pues disecciona un gran número de canciones emblemáticas de las que incluye sus letras para un sosegado estudio. Prologado emotivamente por el periodista Héctor Márquez, además, ofrece un concienzudo análisis de la filmografía más destacada, así como especiales referencias a compositores, arreglistas y músicos con los que se rodeó Pepa Flores -Algueró, Guijarro, Serrat, Aute, Juan Carlos Calderón, Manuel Alejandro...-, salpimentadas con abundantes citas literarias, cinéfilas e incluso un poema dedicado para la ocasión.

El escritor no ha podido contar directamente con la protagonista -lógico, por coherencia con su voluntario y meditado retiro-, aunque está informada del contenido y ha celebrado su resultado. Lo que sí ha conseguido es recoger declaraciones de ciertas personalidades de su entorno más cercano como son Juan Pardo, Caco Senante, José Ramón Pardo o Javier Ojeda. Estas confidencias han ayudado a completar un retrato artístico y vital de una mujer cuyo recorrido profesional supone, asimismo, una forma de descifrar los avatares políticos y sociales acontecidos en España en una época no tan lejana.


Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde. Luis García Gil. Editorial Milenio. Lleida, 2018. 253 páginas. ISBN: 978-84-9743-816-2.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 27 de julio de 2018.

Ali Khattab, el faraón de la guitarra flamenca

El músico y compositor nacido en Egipto ha plasmado en sus dos discos publicados hasta la fecha una mezcla entre distintos palos del flamenco y ritmos orientales.

El duende del flamenco lo cautivó desde muy pequeño. Antes de que cumpliera los trece, ya descubrió y se sintió atraído por su magia gracias a una de las casetes que había en su casa familiar de El Cairo, la cual contenía grabaciones de algunos los más grandes: Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Niño Ricardo. Por allí también había una modesta guitarra, con la que comenzó a investigar y practicar acordes de forma autodidacta. El hechizo se había producido. "Me atrapó su habilidad para transmitir el sufrimiento y la tristeza con esas notas negras y voz jonda. Es brujería total", indica Khattab.

Foto cortesía de Nesma Music
Aunque la introducción en un mundo tan complejo, sumado a trabas como la barrera idiomática, la distancia geográfica o la falta de información en una era todavía sin globalizar por Internet, no debió ser fácil. Pero a las pasiones no se les pueden poner ataduras. Así, a los 20 años, Ali se trasladó a la tierra prometida, Andalucía, a una de las cunas del toque, el cante y el baile como es Jerez de la Frontera, decidido a perseguir y conseguir su sueño. "Antes de ir no sabía hablar castellano. Ahí lo aprendí, en la calle y con los músicos. Ahí conozco el flamenco más puro y donde he visto más aficionados de toda España. Aprendí que el flamenco es un estilo de vida y no sólo un arte. ¡Qué grande es Jerez, por dios!", recuerda Ali sobre su experiencia en dicha ciudad.

En 2010 apareció su debut discográfico, Al-Zarqa. Editado por Nuevos Medios, supuso una de las últimas apuestas, antes de su triste desaparición, del productor Mario Pacheco. "El primer disco apareció en un momento muy difícil de mi vida, tiene temas que reflejan el dolor que sentí en aquel momento". Ocho piezas en las que maridan a la perfección sus influencias de la cultura flamenca y la tradición de distintas músicas de raíz orientales. "En general, mi música no tiene fronteras ni banderas ni colores. No tiene dueño, como yo", aclara el zurdo guitarrista egipcio.

Con el deseo de publicar próximamente un nuevo álbum que ya tiene finalizado, si bien está a la espera de encontrar productor, su referencia más reciente es Sin país (Nesma Music, 2014). Igualmente, aquí sigue de manera manifiesta esa armoniosa conjunción entre soleares, bulerías, rumbas o tangos con ritmos como el ayoub, el malfouf o el fallahi; sin embargo, el cada vez mayor interés del artista cairota por la poesía, ha propiciado la inclusión de varias canciones en las que participa el vocalista Wael el Fashny. ltimamente estoy trabajando más con letras, y me mola mucho, porque antes sólo era música instrumental. Ahora estoy más enganchado con la idea de integrar el cante flamenco y el egipcio en mi música”.


No obstante, el embrujo de las cuerdas de Ali Khattab adquieren otra dimensión en directo. Si en sus trabajos de estudio está acompañado de instrumentos que refuerzan esa concordancia de sonidos procedentes de ambas orillas del Mediterráneo, tales como el oud, la nay (flauta egipcia), el daf, el req o la darbuka, más la guitarra, sobre los escenarios suele presentarse con diversas formaciones de instrumentistas que ofrecen nuevas perspectivas de su espectáculo. “A veces, salgo en dúo con laúd egipcio; en trío, añadiendo percusión; cuarteto con el cante; quinteto con violín o sexteto con el contrabajo. Pero también, últimamente estoy haciendo cosas muy interesantes con el piano y ahora estamos preparando una gira con piano, saxo y percusión”, sentencia Khattab. Así que, ya lo saben, si tienen ocasión de presenciarlo no se lo pierdan. Una excelente oportunidad de sentir el pasado, el presente y el futuro de las melodías arábigo-andalusíes.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 3 de julio de 2018.

sábado, 26 de enero de 2019

Maika Makovski: ‘La Hora Musa no es un programa apto para los que tienen prejuicios’

La próxima temporada conducirá un nuevo espacio musical en La2 con actuaciones en directo, entrevistas y reportajes. 

Fotos cortesía de Pink House Management
En su dilatado currículum, la mallorquina Maika Makovski cuenta ya con seis discos de estudio -otro en proceso- y uno en vivo en su haber. Trabajos en los que se cobijan desde el rock más enérgico hasta los pasajes más intimistas y, en muchas ocasiones, con la indeleble marca que han provocado sus visitas a diversos países y cambios de residencia, pero siempre con un distintivo sello de elegancia.

A ello hay que sumar su labor en teatro como directora e intérprete musical, actriz y compositora, faceta esta última por la que ganó un Premio Max en 2014 por musicalizar textos de Shakespeare en Forest. Una obra que estaba dirigida por Calixto Bieito, quien la eligió para coprotagonizar junto a Juan Echanove, en 2011, Desaparecer y con la que comenzó su actividad sobre las tablas. Basado en dicho espectáculo, surgió su LP de idéntico título, con piezas inspiradas en la literatura de Edgar Allan Poe.

Ahora, tras el verano, emprende una ilusionante aventura en la pequeña pantalla con el programa musical La Hora Musa, una incursión en los medios de comunicación que no es extraña para ella, pues en la radio, ha colaborado en Oh! My LOL de la Cadena SER. Mientras tanto, y sin dejar de pensar en otras propuestas, continúa la gira de su álbum más reciente, Chinook wind (Warner Music, 2016), con mayor presencia del piano y acompañada por la sección de cuerdas del Brossa Quartet barcelonés -dos violines, viola y chelo-, de Pau Valls -trompa- y de Pep Mula -batería-.

En los conciertos de presentación de tu último disco muestras un concepto diferente al de tu trayectoria más rockera. ¿Ha tenido que ver este planteamiento con tu formación en música clásica o existen otras razones menos académicas?
Sentí la necesidad tanto de cambiar de sonoridades (llevaba unos trece o catorce años en una banda de bajo, guitarras, batería) como de cambiar de estilo de vida -al menos durante un tiempo-. En mi caso, las canciones van a la par que mi vida, así que ellas mismas pedían el cambio.

Entre éste y tu anterior álbum, Thank you for the boots (Warner Music, 2012), transcurrieron cuatro años. Durante ese periodo, hiciste unos viajes cruciales a Canadá y a Macedonia; esta última, tierra de tu padre, el multiinstrumentista Vangel Makovski. ¿Qué han significado para ti y para tu música estas vivencias?
Bueno, Macedonia supuso el encuentro más inesperado y más intenso que me podía imaginar con mis raíces y conmigo misma. Cuando llegué (iba sólo a pasar el verano), mi intención era encerrarme a escribir canciones y desconectar del torbellino que tenía profesional y personalmente en España. Pero lo que ocurrió fue lo contrario. No sólo no me encerré a escribir canciones, sino que me abrí por completo para llenarme de mi otro país (hasta entonces desconocido), de mis familiares, de su ternura, de su generosidad e inocencia, de su música y su idioma... Volví tan llena de todo que pude incluso enamorarme, por primera vez, aunque eso fue otra historia, en Canadá...


Puede resultar contradictorio que, tras la publicación de tu debut, Kradiaw (Ediciones Pae, 2004), dijeras estar harta de la música. Sin embargo, una posterior estancia en Nueva York te hizo cambiar de idea y seguir grabando. Pero hasta 2007 no salió Kraj so kóferot (Wildpunk Records). ¿Qué ocurrió?
¡Caray!, he de recordar. Costó un año más o menos mezclar el primer disco, y eran canciones que ya tenían su edad, así que acabé harta de ello, de ellas y de todo. Luego pasé dos años en Nueva York más dedicada a la pintura que a la música, pero entonces volví a echar de menos hacer ruido y regresé a España a grabar Kraj so kóferot y a tocar con mi banda, a la que también echaba de menos.

Inquieta creadora, mantienes también una fructífera carrera teatral. Como manifestaste en una ocasión, ¿se sigue ganando más dinero en el teatro que en la música?
En realidad lo del teatro es de rebote. Nunca he hecho sólo teatro, y de hecho, la de actor me parece una profesión dificilísima y no me llamaría actriz por respeto a ellos. Siempre me han llamado para aportar mi música a obras y como no se me da mal porque lo que sí soy es intérprete, he acabado actuando también. En una ocasión incluso fui sólo compositora y directora musical, y ni me subí al escenario. ¡Sin duda, de mis experiencias preferidas!
Pero volviendo a tu pregunta, no creo que en el teatro haya más dinero que en la musica. Digamos que depende, en las dos profesiones, de en qué punto te encuentres y, digamos también, que las dos son duras.

En 2010, el tema Lava love, incluido en Maika Makovski (Origami Records), se utilizó para una campaña publicitaria de Victoria's Secret. ¿Es más rentable económicamente colocar una canción en un anuncio que vender discos?
Fue una campaña por internet, así que no fue tan rentable como lo hubiera podido ser la televisión, la verdad, pero sí que creo que el dinero está en la editorial más que en la venta de discos.

Otra de tus habilidades es la pintura. Cursaste Bellas Artes y para el directo Live-Apolo! (Autoeditado, 2015) pintaste a mano las portadas de los 225 vinilos que se editaron en agradecimiento a los seguidores que aportaron su granito de arena a la campaña de crowdfunding para su financiación. ¿Has pensado en diseñar portadas de discos para otros artistas?
Lo de los vinilos fue maravilloso. Puse los 225 vinilos uno al lado del otro formando un cuadrado de 4m x 4m, pinté un cuadro gigantesco que luego se deshizo como un puzzle y cada pedacito (cada vinilo) fue a parar a cada uno de los mecenas. Casi me desmayo del agotamiento pero es de las cosas más bonitas que he hecho.
Una vez hice la portada para una banda amiga, los Midnight Travelers, y mi ex compañero de grupo Oskar Benas utilizó un cuadro mío en uno de sus discos, pero nunca he perseguido esa idea porque hacer música ya pide mucha energía y tiempo.

Hace unos tres años tuviste la oportunidad de impartir varias clases magistrales en el Liverpool Institute Performing Arts, la escuela de artes escénicas fundada por Paul McCartney. ¿Cómo fue la experiencia?
Muy divertida y enriquecedora. Seis músicos muy jovencitos encantados de andar de gira por España y con los ojos como platos por todo. También, durante la estancia en Liverpool, pude ver a Paul en dos ocasiones: una en la prueba de sonido del concierto que dio en el O2 y otra dando una entrevista/charla para los alumnos (me colé), en la que estuvo muy cercano y contó muchas anécdotas. ¡Fue mágico porque estábamos en el mismo auditorio donde John, George y él habían tocado de estudiantes!

Y continuando con nombres ilustres, uno de tus favoritos es Prince. ¿Cómo recibiste la noticia de su fallecimiento?
Pues fue muy triste e inesperado. Le he admirado desde que tengo nueve años.


En 2017 estrenaste el espectáculo CarMenka, un proyecto de investigación de tus raíces musicales, en honor a tus abuelas Carmen y Menka. Te sientes atraída por la cultura irlandesa y continúas indagando en las tradiciones sonoras macedonias y españolas. ¿Podemos esperar, próximamente, un trabajo discográfico sobre el folklore musical de alguna de estas naciones?
CarMenka, una experiencia alucinante pero también muy dura. Para empezar, porque fue durante la semana del 1 de octubre y los ensayos eran en el centro de Barcelona. Los ánimos no estaban por las nubes.
Por otro lado, yo siento más mío y más cómodo el rock que los folklores de mis abuelas y fue todo un reto hacer mío un repertorio tradicional como el que hicimos. Así que ahora estoy descansando de la idea de hacer folklore, volviendo al rock y lo que tenga que ser, será.

Otro proyecto reciente que has iniciado, de forma paralela, es The Mani-las, junto a Olaia Bloom y Mariana Pérez. Imagino que te ayuda a desconectar y probar con otros estilos. ¿Tendrá continuidad?
Para mi es más bien una vuelta a ese primer disco del que hablábamos antes [Kradiaw], que era cañero, eléctrico y estaba muy influenciado por discos como el Raw power de los Stooges, que escuchaba a diario. The Mani-las somos también algo distinto para mi, por otro lado... Nuestras premisas son temas de máximo 3 minutos, no bajar de una velocidad de 150 bpms (para el que no lo sepa, eso es bastante rápido), divertirnos muchísimo y meter coritos hasta en la sopa.

A partir de octubre presentarás en TVE2, y en prime time, el espacio musical La Hora Musa. ¿Cómo te lo propusieron?
Estaba un jueves de camino a un concierto y había parado a echar el cafelito. Me llamaron y me dijeron que qué tal me iba el lunes hacer una prueba de cámara en Barcelona. Y ahí que me planté, bastante sorprendida.

¿Cuál es tu opinión sobre el tratamiento que la televisión ha dado a la música en los últimos tiempos?
Creo que ha sido trágico. Han repetido tanto la frase “la música no interesa” que acababas por preguntarte si sería verdad que a la gente le da igual. Pero con suerte La Hora Musa demostrará que eso no es cierto.

Te encuentras ya confeccionando los programas en el estudio de grabación. ¿Qué nos puedes adelantar de ellos? ¿En qué consistirán?
Mucha música en directo en un plató alucinante y con un sonido como dios manda, una gran variedad de estilos (no es un programa apto para los que tienen prejuicios), reportajes muy entretenidos de la mano de Víctor Clares y entrevistas que son más charlas entre músicos -eso intento- que entrevistas al uso.

[N. del R.: Varios días después de que se realizara esta entrevista, La Hora Musa se presentó oficialmente a la prensa especializada coincidiendo con la grabación de uno de los programas, en el que ofrecieron su directo los escoceses Franz Ferdinand. Inspirado en el espacio de la BBC 'Later... with Jools Holland', se emitirá los domingos y tendrá una duración de una hora, en la que habrá tres actuaciones, un reportaje y una entrevista. Entre las bandas internacionales que aparecerán por el plató están Simple Minds, Hellacopters, Jungle, Texas o Jorja Smith, mientras que, entre las nacionales, encontraremos a Vetusta Morla, Izal, Manolo García o Marlango y Morgan, con los que, además, Maika Makovski colaborará. Por un segundo escenario, ubicado en la azotea de un edificio, pasarán también Miguel Poveda, Rufus T. Firefly o Brisa Fenoy.]

Además de todos los frentes de los que hemos hablado, que no son pocos, ¿qué planes de futuro tienes a la vista?
Gira de las Mani-las en septiembre y octubre, grabación y composición de la banda sonora de la nueva película de Paco Plaza (Quien a hierro mata) y la grabación de mi nuevo disco, que esperamos que salga en marzo 2019. ¡Y todo eso de septiembre a diciembre!


Entrevista publicada originalmente en la web de Papel de Periódico el 29 de junio de 2018.

‘Rock ‘n’ roll. El ritmo que cambió el mundo’, de Adrian Vogel

Un fascinante recorrido por los orígenes del género a través de los protagonistas, el análisis de sus influencias sonoras y los elementos que impulsaron su desarrollo.

Ya saben, la experiencia es un grado. Y Adrian Vogel se ha servido bastante de ella para escribir este Rock 'n' roll. El ritmo que cambió el mundo, que publica Akal Ediciones. De su prodigiosa memoria y de su trayectoria en la industria del disco y en el periodismo brota buena parte del contenido de esta crónica sobre el nacimiento de un estilo que ha trascendido lo musical para revolucionar la sociedad gracias al papel cada vez más activo adoptado por la juventud. Porque ese bagaje es el que le ha permitido afrontar con garantías el novedoso reto: explicar los inicios del género desde la distancia geográfica y en castellano, a lo que hay que añadir el contacto directo con algunas fuentes y unas vivencias personales que le imprimen mayor veracidad.

Pero antes de llegar al periodo estrella abordado, el que, siguiendo las enseñanzas de Charlie Gillett en El sonido de la ciudad -texto de referencia en el libro- va de 1955 a 1959, tuvo que transcurrir una amplia fase de maduración de las diversas influencias musicales y otras circunstancias relevantes para que la mezcla de dichos componentes cristalizara en el definitivo rock 'n' roll. Así, se analiza la capital importancia de los ritmos de la música negra que los africanos esclavos llevaron hasta Norteamérica y la de las melodías europeas, incluida la aportación de nuestro país con la contradanza y la guitarra española.

El grueso del tomo está centrado en el relato de esta génesis a través de los jefes y artistas principales de las discográficas independientes, empresas estas que proliferaron en masa y se erigieron en fundamentales para la propagación del rock 'n' roll, al mismo tiempo que tambalearon la manera de trabajar de las ya existentes. Aunque, no sólo se plasman las biografías de estos astutos emprendedores y de sus sellos, también resultó esencial la participación de músicos, productores, compositores, ejecutivos o plumillas. Sin olvidar la de otros muchos solistas y grupos adscritos a las multinacionales.

Destaca que la mayoría de aquellos directores tuviesen ascendencia judía y que ya se manejaran sorprendentes cantidades cuando se producía la venta de alguna compañía. Por eso, asimismo, funciona como un ensayo histórico y sociológico en el que se examinan las claves que favorecieron su popularización como, por ejemplo, la tarea de difusión de la radio, con especial atención a la creación del top 40, y el criterio, a veces bajo sospecha, de los discjockeys; el mercado de canciones y las listas de éxitos; o el progreso tecnológico, reflejado en los distintos formatos de comercialización de la música, las mejoras de la calidad de sonido en los estudios, las cintas de grabación o el auge del transistor. Igualmente pusieron su granito de arena las tiendas de discos, lugares de encuentro entre aficionados y de intercambio entre profesionales. Pero también de otros factores como los movimientos migratorios o la constante lucha por romper las barreras que edificó la segregación racial y que consiguió fracturar el baile, instantes en los que la chavalería de cualquier condición se reunía, sin prejuicios, para divertirse danzando.

En este volumen con presentación de Miguel Ríos y preludio de Igor Paskual, Vogel tampoco pasa por alto la iconografía forjada alrededor del rock 'n' roll. Una imagen asociada a una particular forma de vida y que tuvo sus estandartes en la moda, las motos o los coches y en otros ingredientes que el cine se encargó de universalizar. Además, propone una amena -aunque de difícil solución- competición para decidir cuál fue el primer tema de rock 'n' roll. Y no obvia asuntos más sombríos, como los abusos, engaños y las malas artes que las disqueras pusieron en práctica en las relaciones laborales con las figuras que constituían sus nóminas o los trapicheos dentro del negocio fonográfico y con los medios de comunicación mediante la payola.

Los numerosos datos, cifras, nombres y términos descritos con precisión quirúrgica, completados con abundantes apuntes biográficos y anécdotas a pie de página, sirven de hilos con los que en Rock 'n' roll. El ritmo que cambió el mundo se ha tejido una fabulosa narración para esclarecer los comienzos y ayudar a comprender lo que llegaría después, desde el momentáneo esplendor de los conjuntos de chicas hasta la explosión Beatle y la Invasión Británica, pasando por las décadas posteriores, hasta alcanzar nuestros días. Tal vez sus páginas deberían haber aparecido antes: nos hemos familiarizado con la criatura antes de indagar en profundidad en su germen. Sin embargo, se antojan elementales para conocer y entender de manera global esa música que nos conmueve.


Rock 'n' roll. El ritmo que cambió el mundo. Adrian Vogel. Foca (Akal Ediciones). Madrid, 2018. 200 páginas. ISBN: 978-84-16842-25-4.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 8 de junio de 2018.

Gabacho Maroc, conexión transfronteriza

'Tawassol' es el segundo disco de esta formación internacional que se caracteriza por la fusión de distintos sonidos de origen africano con el jazz.

"Me parece muy justo identificar a la banda como afro-mediterráneo-marroquí". Son palabras de nuestro interlocutor, Vincent Thomas, batería de Gabacho Maroc. "Sí, porque en ella está presente la tradición africana, el Mediterráneo está representado por la influencia llegada desde Irak, Egipto, Siria. También nuestra aventura junto a [el saxofonista y cantaor gaditano] Antonio Lizana con el flamenco o el uso del laúd... Y Marruecos, por estilos como el chaabi y el gnawa. 

Con el primero se refiere a la variante marroquí de esta música popular del norte de África, que mezcla el folclore rural y el urbano y suele interpretarse en espacios públicos y celebraciones. Tiene un ritmo especial con un compás de 12/8 nada convencional en Occidente y las melodías son tocadas con instrumentos como el violín o la mandolina, sonidos que Gabacho Maroc adaptan con el saxofón; mientras que el segundo proviene de la tradición cultural de los esclavos subsaharianos que fueron trasladados a distintos países del Magreb, principalmente Marruecos y Argelia. Del mismo modo, es el estilo musical que éstos practicaban y que ha trascendido hasta nuestros días, con un gran componente espiritual, que se interpreta mediante cantos, bailes y con instrumentos como el gimbri (una especie de bajo de 3 cuerdas) y las qarqabas (castañuelas de metal), con el fin de llegar al trance.

De esta manera, Thomas nos aportaba una definición más que acertada de lo que apreciaremos al escuchar a esta formación integrada por cinco músicos franceses, dos marroquíes y un argelino. De hecho, la portada y contraportada de su reciente larga duración hace hincapié en este concepto de multiculturalidad, al plasmar de una forma u otra los lugares donde han actuado. En el arte gráfico de Tawassol, que se traduce por conexión en árabe, se exhiben iconos como la pirámide del Louvre, un frontón de pelota vasca, la Torre CN de Toronto, el Taj Mahal o el puerto de Esauira.

Precisamente esta ciudad de la costa atlántica marroquí tiene una importancia esencial en el origen fundacional del grupo. Al Festival Gnawa y Músicas del Mundo que anualmente por el mes de junio se celebra allí, acudió en varias ediciones Thomas con compañeros del conservatorio superior de jazz de San Sebastián para enamorarse de los sonidos marroquíes y empezar a gestar la idea de mezclar el jazz que practicaba con su banda Gabacho Connection y el folclore musical del Magreb.

Tras esta reveladora experiencia, en un nuevo viaje a Marruecos, coincide con varios músicos locales en El-Yadida y, al poco tiempo, inician su colaboración con ensayos y algunos recitales que reciben notable aceptación, hasta que surge la posibilidad de formar el grupo. "Lo creamos por cuatro razones básicamente: una, para disponer de más fechas para actuar, al ofrecer una propuesta más original a los festivales; dos, porque nos gusta bastante esta música; tres, es muy pasional, con mucho cante y baile. Y cuatro, porque supone un enorme reto interpretar estos ritmos tan difíciles", se sincera Vincent.

Alcanzando el trance. Foto: Gilberto Márquez
Después de año y medio tocando y ofreciendo conciertos juntos, se toparon con un gran inconveniente a la hora de organizar giras internacionales. Aunque poseían la totalidad de la documentación, el consulado español no otorgó los visados a los artistas marroquíes. Así que, se vieron obligados a contactar rápidamente con otros músicos del país pero, esta vez, residentes en Europa, para evitar dificultades en los desplazamientos y poder cumplir con sus compromisos por los escenarios. Nacía definitivamente Gabacho Maroconnection, publicando Bissara en 2014, si bien en este último trabajo han acortado su nombre. El resultado: tres álbumes con tres denominaciones diferentes y, apunta jocoso Thomas, "para el cuarto buscaremos otro distinto".

Durante las próximas fechas, Gabacho Maroc serán unos habituales de festivales y salas de cualquier punto del globo para presentar este Tawassol, un álbum rico estilísticamente, en el que encontramos un chaabi con pinceladas de rap como es Bouderbala; una adaptación al jazz de un tradicional gnawa, Mamariou; los ecos jamaicanos de Laabid o la balada Desertum, en la que colabora poniendo su voz la chilena Pascuala Ilabaca y toca la flauta Ermanno Panta.

Una pluralidad manifiesta, asimismo, en las temáticas de las canciones. De esta forma, se denuncian las desigualdades y las injusticias en la animada Baraka o se invita a sonreir en la optimista Btassem -con la aportación de la alboka del vasco Mixel Ducau-, además de hacer un llamamiento, en diversos idiomas, por la paz, que es lo que significa Dara; un tema que cuenta con los teclados de Jean Philippe Rykiel, quien fuera arreglista de Salif Keita y que ha acompañado a estrellas del calibre de Youssou N'Dour. Tal vez en Bissara había mayor presencia del jazz que en este LP, donde, en contraposición, predominan los instrumentos de cuerda como el gimbri o el gnoni, pero la potente sección de viento y la abundancia de percusión nos recuerdan que dicho género continúa muy vivo en sus planteamientos estéticos, constatable, sobre todo, en Amara Moussaoui, en el que dan rienda suelta a su virtuosismo técnico.



Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 1 de junio de 2018.

'Historia del rock andaluz', de Ignacio Díaz Pérez

Con el subtítulo de 'Retrato de una generación que transformó la música en España', el periodista sevillano construye un relato oral con las declaraciones de los protagonistas de un género que vivió su esplendor desde finales de los años setenta hasta mediados de los ochenta.

Muchos proyectos esconden pequeños detalles que los hacen grandes y dan sentido a su existencia más allá de la mera investigación o publicación definitiva. Y es la pasión por el tema abordado. Historia del rock andaluz se terminó de imprimir el 5 de marzo de 2018, el mismo día que Jesús de la Rosa, vocalista, teclista y compositor de Triana -grupo trascendental sobre el que pivotará el libro y el género-, hubiese cumplido 70 años. Aparte de las conclusiones que se puedan sacar tras la lectura del mismo, este gesto ya dice bastante del cariño con el que ha trabajado Ignacio Díaz para publicar el primer volumen aglutinador de lo que se conoce como rock andaluz.

Porque, ¿qué es el rock andaluz?, se/nos pregunta el autor nada más comenzar. Difícil trazar unas coordenadas formales que lo definan y, lo más complejo, poner de acuerdo a los implicados, como se podrá advertir en las sucesivas páginas. En lo que sí se puede coincidir es que su sonido es fácilmente identificable. Una alegre armonía entre los estilos que se filtraban a través de las bases militares norteamericanas en Rota y Morón de la Frontera: rock progresivo, sinfónico, psicodelia e incluso jazz, y los de la tradición musical española, de la que se adoptaron distintos palos del flamenco, la copla u otras manifestaciones artísticas como las de los compositores nacionalistas (Falla, Granados o Albéniz), además de reminiscencias árabes e hindúes en algunos casos.

Experimentación, vanguardia, transgresión. Todo ello tiene presencia en un conglomerado donde reina la fusión y que es fruto de una época social y política muy concreta, dentro y fuera de nuestras fronteras. Del paso del tardofranquismo a la democracia, periodo que abrió mentes y avivó las ganas de expresar la recién estrenada libertad mediante novedosos acordes y letras profundas. Pero la vigencia del movimiento no quedó anclada en esa coyuntura, ya que varias formaciones siguen manteniendo activa su esencia de una u otra manera en la actualidad y, como se recuerda, ejerciendo sin circunscripción geográfica exclusiva de la comunidad autónoma citada.

Díaz Pérez divide su ensayo en tres partes. Una primera con los antecedentes y la semilla plantada por El Garrotín de Smash, que germinó en el grueso del contenido abarcado por el segundo apartado, donde se detallan las trayectorias de las bandas fundamentales: Triana, Alameda, Medina Azahara, Cai, Imán Califato Independiente y Guadalquivir; otras de corto recorrido que asimismo fueron notables como Mezquita, Granada, Azahar o Vega y contemporáneos como Zaguán, Taifa o Malabriega. En una tercera encontramos figuras inclasificables que, del mismo modo, mezclando rock con el acervo musical español, trascienden lo que entendemos por rock andaluz. Por eso no podían faltar referencias a Lole y Manuel; a las aventuras de los Amador, Rafael y Raimundo, con o sin Kiko Veneno; a dos álbumes capitales, La leyenda del tiempo y Omega, con dos flamencos al frente, Camarón y Enrique Morente respectivamente; y a dos genios imprevisibles, Silvio y Rockberto de Tabletom. Una pena que éstos últimos ya no se encuentren entre nosotros porque hubiese sido impagable contar aquí con su participación.

Para articular la narración, acude directamente a las fuentes y elabora un relato oral y coral con las impresiones vertidas por numerosas voces autorizadas. Están los principales protagonistas: vocalistas, instrumentistas y compositores, si bien comparten espacio con otros imprescindibles como el pintor Máximo Moreno -creador de las mejores portadas de los discos seleccionados en el capítulo final o del diseño de la vela con la que se representa la "i" de Triana-, productores, como Ricardo Pachón, o los hermanos García Pelayo. Además de acuñar la etiqueta alternativa "Rock con raíces" para referirse a dicho estilo, la implicación de Javier y Gonzalo ha sido decisiva para su auge. Uno como mánager y el otro produciendo y editando los álbumes de estos grupos en el sello Gong; igualmente, instigando la evolución sonora de Smash, en el club Dom Gonzalo de Sevilla, tras una revelación al escuchar el Sketches of Spain de Miles Davis en París unos años antes.

Cada uno de ellos ha plasmado sus memorias y sus opiniones, sin omitir polémicas como la planteada a raíz de la demanda judicial de Eduardo Rodríguez Rodway contra la banda que actualmente utiliza el nombre de Triana y en el que ya no está ninguno de sus tres miembros originales. La fórmula para contar los hechos resulta bastante amena, se aleja de la característica rigidez enciclopédica y le añade un plus de fidelidad. Aunque, en ocasiones, peca de desviarse del asunto central o de mitificar en exceso al género. No obstante, Ignacio Díaz Pérez consigue con esta crónica contextualizada que es Historia del rock andaluz, explicar y analizar con rigurosidad los avatares de este fenómeno musical, a veces con un punto de nostalgia, y con momentos extraordinarios como las secuencias en las que Pachón, con su habitual gracejo, le cuenta hilarantes anécdotas de sus vivencias profesionales.


Historia del rock andaluz. Retrato de una generación que transformó la música en España. Ignacio Díaz Pérez. Editorial Almuzara. Córdoba, 2018. 272 páginas. ISBN: 978-84-17229-12-2.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 18 de mayo de 2018.

Los sonidos universales de la poesía de Mario Benedetti

Los artistas Silvana Marrero y Carlos Darakjian han publicado 'Señales', un LP en el que musicalizan once poemas del poeta uruguayo, uno de ellos, inédito.

Los versos de Mario Benedetti, transformados en música, alcanzaron una enorme popularidad con el disco que Joan Manuel Serrat publicó en 1985, El sur también existe (Ariola). También tuvieron gran repercusión gracias a los trabajos de su paisano Daniel Viglietti (A dos voces, Orfeo 1985-1987), fruto de los recitales que ambos ofrecieron conjuntamente por distintos escenarios. Pero ahora, por primera vez, unos compatriotas editan un álbum íntegro con adaptaciones de la poesía del bardo nacido en Paso de los Toros.

Presentando 'Señales' en Clasijazz, Almería. Foto: Gilberto Márquez

La vocalista Silvana Marrero y el pianista Carlos Darakjian son los responsables, junto a ocho músicos de diversas procedencias, de convertir una antología de textos de Benedetti en las piezas sonoras que conforman Señales (Tararira, 2018). Un proyecto que comenzó hace casi un año cuando, por iniciativa de la embajada de Uruguay en La Paz (Bolivia), se realizó un evento conmemorativo por la fecha de nacimiento del escritor (14 de septiembre de 1920) y fueron invitados a tocar algunas de sus canciones y a que, además, musicalizaran dos de sus poemas. Ahí germinaron las versiones de Miedo y coraje y Todavía. "Después de ese momento fue como un enganche. Fue como redescubrir a Mario, un reencuentro con su obra. Y desde otro lugar: enfrentarte al poema como creador, para ponerle música. Una forma muy distinta a ser sólo lector", explica Marrero.

Honrando a Benedetti. Foto: Gilberto Márquez
Posteriormente comenzó un concienzudo proceso de investigación y elección que no estuvo exento de dificultad. "La poesía de Benedetti es un poco irregular. En general, es muy difícil encontrar poemas que tengan una métrica con formato de canción", apunta Darakjian, quien se ha encargado de prácticamente toda la composición de la música del disco, con algunas aportaciones de Silvana. Otro obstáculo al que se vieron obligados a salvar fue la distancia geográfica entre ellos. En el período de gestación, el intercambio de pareceres era constante. Las actuales tecnologías de comunicación facilitaron que las grabaciones y las opiniones viajaran de un punto a otro del continente durante varios meses hasta que, en enero de 2018, coincidieron todos en el estudio en Uruguay, donde maduraron y redondearon las ideas. Quince días encerrados en Ponde Records, en San Luis, situado en la costa, sirvieron para dar forma a Señales entre maratonianas sesiones de grabación que, a veces, se interrumpían para disfrutar de un baño en la playa o degustar un asado. Una experiencia muy positiva para la banda, cuya convivencia ayudó a crear un clima de tranquilidad altamente productivo para el álbum y los animó a desplazarse juntos de gira por Europa a estrenarlo.

Un elepé presentado en España -al igual que Ida y vuelta (Tararira, 2015)- antes incluso de lanzarse en su país ni haberse distribuido en tiendas o plataformas digitales. Aunque no es de extrañar esta decisión, a juzgar por la intensa relación que Mario Benedetti mantuvo con nuestra tierra, en la que vivió bastante tiempo tras su exilio por el golpe de estado en Uruguay de 1973. De hecho, el poema anteriormente citado, Miedo y coraje, fue encontrado en 2013 en Alicante entre el material de la biblioteca que el propio rapsoda sudamericano tenía en Madrid y que unos años atrás había donado a la universidad de dicha ciudad mediterránea.

Portada del disco
Llama poderosamente la atención su variedad estilística. Aquí cohabitan candombe, cueca, huaino, tango, zamba, jazz, "pinceladas tímidas y muy respetuosas de flamenco" e incluso una especie de recitado en clave de rap. No obstante, la selección de los géneros que se plasman en los versos musicalizados estuvo influida por la temática de las letras, sin olvidar el interés por la experimentación y el descubrimiento de nuevos ritmos. "La diversidad es una característica nuestra en todos los discos que hemos realizado. Pero más allá de eso, lo que queríamos era que, en este caso, sonara a música uruguaya y latinoamericana. Porque Mario Benedetti es Uruguay, es Latinoamérica... Es universal" -destaca Marrero-. "Y después, nos parecía que el candombe tenía que estar porque es el ritmo uruguayo por excelencia".

Asimismo, esta es una obra muy meditada. "Yo hice la música, la idea de armonía y melodía, pero luego cada músico también aportó. Siempre tratando de dar una unidad al disco. Porque las canciones sueltas hay que encaminarlas con un hilo conductor por muy eclécticas que sean. Para que el que lo escuche lo sienta como un disco conceptual", advierte Carlos. A lo que añade Silvana, "es como que el texto va sacando cosas tuyas y en la medida que vas ahondando, la comprensión, las sensaciones que te generan..., van apareciendo cosas nuevas. Entonces veías que no lo cerrabas. Esto no es por aquí... Busquemos por otro lado... Por eso estamos contentos de haber hecho un trabajo a conciencia".


Marrero y Darakjian, acompañados por un elenco de instrumentistas que incluye, entre otros, a Pablo Iñiguez a la percusión, Francisco Margueritte al bajo, José Telechea al saxo o Adrián Borgarelli al cello, dotan de una nueva vida a las letras de Maravilla, Estados de ánimo o Mejor te invento. Es el resultado de un álbum "hecho con mucho amor y con mucha dedicación y que, sobre todo, acerca la poesía a la gente con la canción. Porque muchas veces pensábamos: A Benedetti lo conocían, por decir una cifra al azar, dos millones de personas en España. Pero cuando Serrat hizo El sur también existe, posiblemente, en vez de dos, los que lo conocerían serían veinte millones. La canción llega de otra manera", apostilla Darakjian. Mientras, Silvana no quiso dejar pasar la oportunidad de expresar el orgullo que para sus conciudadanos supone el legado de Mario Benedetti. "Es un embajador de la cultura uruguaya por el mundo. Un poco forzadamente por el exilio. Pero es un poeta enorme que ha dado a conocer a los uruguayos por todo el mundo".


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 8 de mayo de 2018.

‘Mujeres del rock. Su historia’, de Anabel Vélez

El tercer libro de la periodista y escritora colomense es un completo recorrido musical y social desde la década de los veinte hasta la actualidad a través de la vida y obras de las grandes protagonistas del rock.

La importancia de la mujer en el devenir de la música popular es más que conocida y aceptada. Sin embargo, cuando se pregunta por los ases de un estilo como el rock, al contrario de lo que ocurre con sus homólogos masculinos, pocas féminas aparecen por la mente del interrogado. Y hay muchas. Muchísimas. Por eso son necesarios textos como este Mujeres del rock. Su historia (Ma Non Troppo, 2018) de Anabel Vélez, ya que en sus 400 páginas se concentran más de dos centenares de artistas, tanto solistas o integrantes de bandas, como instrumentistas, compositoras y otras figuras destacadas dentro de la industria discográfica. Y entonces sí, la abrumadora sensación que produce ver reunidos a tantos nombres relevantes, alerta de que la cifra de mujeres dignas de ser recordadas al realizar una lista con lo más granado del mundo del rock debería ser más amplia. Un dato para la reflexión, porque algo ha tenido que fallar durante todos estos años.

Ya en 2016, la autora publicaba Rockeras (Ma Non Troppo), un libro a modo de guía, con un formato de fichas ordenadas alfabéticamente, en el que algunas de estas heroínas quedaron fuera por cuestiones de espacio. Ahora, tras una labor de dos años de investigación y documentación, se presenta esta especie de continuación ampliada, que muestra un itinerario cronológico y contextualizado de las diferentes épocas de acción por las que las protagonistas del universo rock han transitado y dejado su huella: desde los años veinte hasta nuestros días. El planteamiento formal es el de la división por décadas y períodos cruciales, con once capítulos en los que se desarrollan brevemente las biografías de las distintas artistas, citando sus principales álbumes y analizando las letras de sus canciones más ilustres.

Para ello, Vélez nos introduce en una particular discoteca de Alejandría y nos anima a perdernos junto a ella entre el material que esconden sus diversas plantas, donde abundan los pasillos y las estanterías repletas de joyas en forma de vinilos, cedés, casetes o archivos digitales. El gran número de bibliotecarios que las custodian y catalogan son los que nos permiten desempolvar estas obras de arte para poder escucharlas en los reproductores correspondientes que allí se ubican. Con este método narrativo, cercano y directo, consigue avivar la llama de la curiosidad para el descubrimiento y el disfrute del lector.

Dichas piezas sonoras se encuentran clasificadas en compartimentos dedicados a las precursoras del género -en el que predominan el blues o el góspel-, a las valientes pioneras, a los exitosos grupos de chicas de los cincuenta y sesenta, a las temperamentales vocalistas y las que lideraron sus propios grupos, a las féminas del heavy metal, al del boom alternativo de los noventa o a la diversidad estilística y la revolución de las nuevas tecnologías que han marcado el inicio del nuevo milenio. En el apéndice hallamos las referencias españolas y sudamericanas que, por su trascedencia, esperan disponer de un lugar más notorio en nuevo tomo que la periodista pretende concederles. Asimismo, hay sitio para ensalzar el papel de las emprendedoras, mánagers, productoras o, por otra parte, innovadores proyectos como el festival Lilith Fair; sin olvidar las iniciativas más vanguardistas, el do it yourself del punk o la rebeldía y la implicación política que se manifestaron con el folk.

Y es que, aunque la música es el elemento fundamental de cohesión, estamos ante un volumen muy reivindicativo, de cuyas líneas se desprende una constante demanda por la igualdad de derechos de las mujeres y desde las que se alza la voz para poner de relieve -y que no se olviden- las desmesuradas dificultades con las que se han topado a la hora de poder expresarse y crear libremente en una parcela tradicionalmente tan machista. Triste crónica donde convergen racismo, sufrimiento, abusos, engaños o traiciones, entre otros despropósitos. De ahí que reciba especial atención el movimiento Riot Grrrl, el mejor ejemplo de empoderamiento femenino surgido hasta el momento en el apartado musical. Una escena inventada por ellas solas al margen del circuito convencional, basada en una música de acordes combativos que abordaban problemas de su incumbencia y que reforzó el sentimiento de comunidad, habló sin tapujos de sexo y sexualidad y exteriorizó las injusticias.

Mujeres del rock. Su historia es un trabajo con vocación enciclopédica, en clave femenina y feminista, que funciona como manual de consulta pero cuya lectura lineal resulta sobradamente enriquecedora en el plano didáctico. Por aquí desfilan las más populares del género; no obstante, recopila agradables sorpresas, distanciadas del público masivo, que son merecidamente rescatadas del olvido para deleite del aficionado. Un relato musical que, del mismo modo, desempeña una función sociológica: revela los hitos obtenidos por una mujer siempre adelantada a su época y, por tanto, incomprendida, a través de un camino repleto de obstáculos, prejuicios y tópicos. Los que Anabel Vélez denuncia aquí con el corazón en un puño y con el hartazgo de ver lo poco que se ha avanzado. Si bien lo celebramos por su interés, la aparición de un libro como éste algún día tendrá que suponer una mera anécdota.


Mujeres del rock. Su historia. Anabel Vélez Vargas. Ma Non Troppo (Redbook Ediciones, S.L.). Barcelona, 2018. 400 páginas. ISBN: 978-84-947917-6-5.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 27 de abril de 2018.

La vida de Peret llega a la gran pantalla

El documental 'Yo soy la rumba', de próxima aparición, repasará la trayectoria vital y profesional de Pedro Pubill Calaf (Mataró, 1935-Barcelona, 2014), al mismo tiempo que ofrecerá nuevas claves sobre el origen de la rumba catalana. 

En 1982, de manera imprevista, Peret aparcaba su carrera y abrazaba por completo la religión, convertido en pastor de la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Fueron unos diez años alejado de los focos, en los que, además, el estilo musical que abanderó perdía interés entre el público. Sin embargo, en la siguiente década, este género de ritmo jaranero volvía a ser reivindicado por nuevas generaciones de músicos que la fusionan con otras tendencias. El artista recibe homenajes de la ciudad de Barcelona y es invitado a tocar en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos del 92. Ahora, era reconocido como el Rey de la Rumba... Pero antes, especialmente desde los 60, ya había revolucionado a buena parte del mundo con su guitarra a golpe de ventilador, dos palmeros y una peculiar combinación de rock and roll con sonidos de procedencia cubana y del flamenco.

Después de su muerte, en agosto de 2014, su figura sigue siendo recordada. Entre otras acciones llevadas a cabo, su nieto Daniel Pubill terminó y publicó su disco póstumo, Des del respecte/Desde el respeto (Satélite K, 2017) y sigue paseando las cualidades de su música por los escenarios con el grupo El Legado de Peret, del que también es integrante su hermana, Santa Salvat. Un paso más en este sentido tendrá lugar en septiembre con el estreno del documental Yo soy la rumba, producido por La Fábrica Naranja y dirigido por Paloma Zapata, que resume así su argumento: "La película nos habla sobre la apasionante música que los gitanos catalanes hacían a mediados del siglo XX y que Peret perfeccionó para crear un género: la rumba catalana. También es un recorrido a través la vida de este carismático personaje contado en primera persona, es decir, será él mismo quien nos la relate. Por otro lado, aporta un punto de vista actual de aquellos que estuvieron más cerca de él y le acompañaron durante su trayectoria artística: su propia familia".

Peret junto a otros gitanos de Mataró y de la calle de la Cera, cuna de la rumba catalana

El proyecto surgió hace casi tres años por iniciativa de Santa tras una conversación con su abuelo, en la que éste le transmitió una especie de última voluntad. "Fui a verle un día al hospital Quirón de Barcelona donde estaba ingresado. Fue un mes antes de que nos dejara. Estábamos hablando sobre los orígenes de la rumba catalana; me explicó cómo surgió y también me contó lo indignado que estaba a causa de la polémica que algunos habían arrojado sobre el tema. Me dijo que guardaba un material que quería que yo tuviera. En esos momentos, yo entendí que él deseaba que hiciera algo al respecto y hacer llegar a la gente la verdad: que él fue el creador de este genial género musical”.

La controversia a la que se refiere tiene que ver con las diversas teorías que han ido surgiendo sobre la paternidad de la rumba catalana. Unos apuntan que ésta corresponde a Antonio González 'el Pescaílla', a quien una placa en el barrio barcelonés de Gràcia donde nació, le identifica como el creador del género. Otros, como Salvat pretende demostrar, defienden que realmente fue el hijo predilecto de Mataró el que la inventó en la calle de la Cera, en el Raval. "Explicaremos cómo la creó, en qué se inspiró, cuáles fueron sus influencias musicales... Descubriremos, a través de testimonios, que antes de que él creara la rumba catalana lo que se hacía era rumba flamenca. Que jamás pudo ser creada antes porque la rumba catalana es una fusión con la guaracha y el mambo con el rock y, como todos sabemos, el rock surge en los 50. También mostraremos que los artistas del momento lo que hacían era una rumba muy diferente, que es la rumba flamenca”.

Paloma Zapata, directora de ‘Yo soy la rumba’
Convencida de que no existía un trabajo audiovisual definitivo sobre el cantante, guitarrista y compositor mataronense y que era necesario que se conocieran estos detalles, le propuso la idea de narrarlos a Paloma Zapata y ésta no dudó en aceptar el desafío. "Un día recibí una llamada de Santa, a la que no conocía, y me comentó que estaba buscando una productora que quisiera asumir el reto de poner en pie este proyecto. Para mí resultó más que una casualidad, pues había tenido la oportunidad de conocer a Peret durante la grabación del videoclip El muerto vivo (2009), el último que grabó, y que yo misma dirigí. En aquella época yo estaba empezando y aquél era uno de mis primeros retos como directora a nivel profesional. Para mí trabajar con él fue una gran experiencia, además de una oportunidad. En todo momento me trató de forma profesional y acató mis órdenes de directora con respeto, a pesar de ser yo muy joven, ¡y mujer!, y él un gran artista experimentado. Tengo que decir que, aunque debería ser lo normal, por desgracia esto no es muy habitual en este mundillo. Días después me telefoneó para agradecerme personalmente el trabajo y felicitarme por el resultado. Fue muy amable y cariñoso, de manera que quedé muy agradecida con él. Después he podido constatar que hay mucha gente que cuenta experiencias de este tipo con Peret; le gustaba sentirse cercano y valorar a la gente. Así que cuando me lo propuso, pensé que de alguna manera se lo debía, y que lo haría con todo mi cariño y respeto".

Precisamente, uno de los objetivos que se persiguen es acercar al espectador el lado más íntimo de Pere Pubill, como, por ejemplo, las bondades que de él destaca su nieta. "Era una persona muy especial, con un gran carisma y personalidad, con una manera de ver la vida única y peculiar. Un gran ser humano volcado en ayudar a los demás, con mucho amor para ofrecer. Además, poseia un gran sentido del humor, era muy irónico”. Sin olvidar, claro está, su importante actividad profesional. “Se hará un repaso por su vida que, a grandes rasgos, es como decir que se hará un repaso por la historia de la rumba catalana. Se ahondará en las raíces del genero y de la vida de un grande de la música, un padre, un abuelo y un buen gitano”, apostilla el hermano menor.

La cinta es una manera de viajar hacia aquellos lugares donde acontecerían los hechos más relevantes que definieron la existencia personal y artística de Peret, descritos mediante su voz en off y por medio de los diálogos que mantienen sus familiares en los días previos a la boda de su bisnieta -e hija de Salvat-, Amy. Asimismo, son trascendentales para hilar estos acontecimientos las numerosas fotografías, imágenes caseras de vídeo y procedentes de archivos, documentos, grabaciones de audio y declaraciones inéditas que el equipo de producción ha ido recopilando para tal fin.


De la banda sonora del film se encargará Daniel. "Será tan Peret como si la hubiera hecho él mismo. Al menos, eso intentaremos. Su espíritu y su esencia están siempre presentes en la música que hago y, ¿qué mejor modo de acompañar su vida que con el alma de su propia música?" y constará de "un poco de todo. Recrearemos canciones no grabadas, versiones que recrean directos no registrados y, por supuesto, habrá música nueva. Eso sí, siempre con su distintivo sello de rumba". Porque, no todo lo que se identifica con rumba catalana verdaderamente lo es. "Al igual que hay pop rock, indie pop, e infinidad de variedades, con la rumba ocurre lo mismo. Existe la típica rumba cubana, probablemente la más antigua. Después está la rumba flamenca, adaptación de la rumba cubana hecha por flamencos. Y la rumba catalana es otra cosa. A día de hoy se han creado muchos subgéneros a partir de la evolución y la mezcla de éstos. A todos se les mete en un mismo saco”. Unos matices, disparidades sonoras y estilísticas que se lograrán discernir observando detenidamente “el patrón rítmico, la cadencia, el sentimiento y la instrumentación. Realmente, si la gente comparase, por ejemplo, lo que hacía Peret y lo que hacía Gato Pérez, les resultaría muy fácil distinguir las diferencias”, aclara Pubill nieto.

Yo soy la rumba ofrece una oportunidad imejorable para aproximarse al universo que rodeó a Peret sin quedarse en lo superficial. "Más allá de las canciones divertidas, creo que muchos no han tenido la oportunidad de conocer el magnífico legado que nos ha dejado con sus canciones. Además de ser un género nacido en nuestras calles, el valor artístico de la música y las letras es enorme. Era un creador prodigioso y como ser humano supo dejar huella en todo aquel que le conoció", indica Zapata. Como le dijeron a Daniel tras escuchar los temas de su banda: “Ahora sí. Yo pensaba que no me gustaba la rumba, pero esto sí que me gusta”. "Pues esto, amigo mío, es rumba catalana", sentenció él.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 22 de marzo de 2018.