jueves, 25 de octubre de 2018

Con Lou Reed en el recuerdo


Lou Reed ha fallecido en su casa de Southampton, en Long Island (Nueva York), a los 71 años de edad. La edición norteamericana de Rolling Stone lo anunciaba este domingo sobre las 7 de la tarde, hora española, aunque, en un principio, sin citar fuentes ni las causas de su muerte. Lo que sí se sabía era que el artista norteamericano se había sometido a un trasplante de hígado en el mes de mayo.

El caso es que, durante unos minutos, se corrió el rumor, a través de las redes sociales, de que la noticia era falsa. ¿Hasta dónde ha llegado el nivel de credibilidad de los medios de comunicación que incluso se ha dudado de lo publicado por la prestigiosa revista? Algo habrán hecho mal, sin duda. La fiabilidad no se pierde de la noche a la mañana. Han cambiado tanto lo hábitos de consumo de información que la inmediatez ofrecida por Internet da lugar a que conozcamos un hecho relevante y, a los pocos segundos, pueda ser convertido en un bulo. Y lo más curioso es que, a veces, damos más crédito a lo que comenta un usuario en Twitter o Facebook que lo que afirme un reconocido medio.

Pero poco después era ya una realidad. Lo había comunicado su agente literario, Andrew Wylie y, posteriormente, era confirmado al diario The Guardian por el representante del músico, Andy Woolliscroft.

A partir de aquí, comienza la carrera de los periodistas musicales para ser el primero en teclear sus particulares obituarios y que sus medios sean los primeros en publicar los escritos sobre el triste acontecimiento. Todo para conseguir que sus textos sean los más compartidos, los más retwitteados y los que reciban más ‘me gusta’. En definitiva, obtener más notoriedad entre tanta sobreinformación. Pero existe un riesgo añadido. La presión que conlleva la rapidez puede jugar una mala pasada, como ocurrió hace unos meses con el fallecimiento de JJ Cale, que fue confundido en la nota de un periódico con John Cale, precisamente, compañero de Reed en The Velvet Underground.

En menos de una hora ya circulan por la red numerosas crónicas sobre la muerte de Lou Reed y unos, más o menos extensos, artículos sobre su vida y obra. Después vienen los homenajes, con playlists de sus mejores canciones, reportajes fotográficos, etc. Así, antes de que nos vayamos a dormir, tenemos tantísimos detalles que prácticamente conocemos al dedillo la biografía y discografía del artista en cuestión.

¿Y al día siguiente, qué? Pues ya no existe tanta trascendencia. Entonces es cuando el periodista puede trabajar desde la reflexión y el análisis sosegado, alejado de las prisas de la redacción y de las exclusivas. Es cuando surgen algunos de los escritos con más sustancia. Así que, como supongo que ya habrán oído y leído abundantemente sobre Lou Reed, poco más se puede aportar que no se sepa…

El cantante de Brooklyn ha sido una gran influencia para muchas bandas de nuestro país. También era muy querido por aquí y vino a actuar en numerosas ocasiones, consiguiendo siempre un cálido recibimiento. Lamentablemente, una de las citas más recordadas fue su accidentado concierto en Madrid de 1980.

Lou Reed en concierto en Málaga, 2008
Fue un viernes, 20 de junio. El lugar, el estadio Román Valero, sede del C.D. Colonia Moscardó, equipo de fútbol del barrio madrileño de Usera. La actuación, para presentar su disco Growing up in public (Arista, 1980), estaba programada para las 10 de la noche, pero Lou Reed llegó con retraso por culpa de una manifestación de transportistas en las calles de la capital.

Una hora más tarde, el músico sale al escenario con cara de pocos amigos y comienza su show. A los 20 minutos, lanzan algo desde el público aunque no llega a impactarle. El objeto no fue identificado, unos dicen que fue una moneda, otros un bote… Pero esto desencadenó en enfado y se retiró al camerino, provocando las protestas del respetable, unas 2.000 personas aproximadamente. La gente comenzó a insultar y formar alboroto.

La organización prometía que, si se calmaban los ánimos, Reed volvería a salir. Durante 45 minutos estuvieron esperando, pero no había indicios de que eso sucediera. Es más, los técnicos comenzaron a desmontar y el público montó en cólera. Unos cuantos vándalos comenzaron a trepar por el escenario y se llevaron lo que pudieron, destrozando e incendiando, además, parte del material musical y de iluminación. Los guardias encargados de la seguridad se habían ido.

Poco se pudo hacer ante la avalancha. Sin embargo, lo que pudo ser una tragedia, finalmente sólo se cobró algunos heridos y varias detenciones, gracias a la intervención de la policía que facilitó la rápida evacuación del recinto al resto de los asistentes. Los organizadores culparon al público de los incidentes y se negaron a devolver el precio de la entrada porque, a su juicio, ellos fueron los que provocaron la interrupción del concierto…


Se nos fue Lou Reed, hombre de carácter, genio y figura, icono del rock, caminando por el lado salvaje y en busca del día perfecto. Descansa en paz.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 28 de octubre de 2013.

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