Lou
Reed ha fallecido en su
casa de Southampton, en Long Island (Nueva York), a los 71
años de edad. La edición
norteamericana de Rolling
Stone lo anunciaba este
domingo sobre las 7 de la tarde, hora española, aunque, en un
principio, sin citar fuentes ni las causas de su muerte. Lo que sí
se sabía era que el artista norteamericano se había sometido a un
trasplante de hígado en el mes de mayo.
El
caso es que, durante unos minutos, se corrió el rumor, a través de
las redes sociales, de que la noticia era falsa. ¿Hasta dónde ha
llegado el nivel de credibilidad de los medios de comunicación que
incluso se ha dudado de lo publicado por la prestigiosa revista? Algo
habrán hecho mal, sin duda. La fiabilidad no se pierde de la noche a
la mañana. Han cambiado tanto lo hábitos de consumo de información que la inmediatez ofrecida por Internet da lugar a que conozcamos un
hecho relevante y, a los pocos segundos, pueda ser convertido en un
bulo. Y lo más curioso es que, a veces, damos más crédito a lo
que comenta un usuario en Twitter o Facebook que lo que afirme un
reconocido medio.
Pero
poco después era ya una realidad. Lo había comunicado su agente
literario, Andrew Wylie
y, posteriormente, era confirmado al diario The
Guardian por el
representante del músico,
Andy Woolliscroft.
A
partir de aquí, comienza la carrera de los periodistas musicales
para ser el primero en teclear sus particulares obituarios y que sus
medios sean los primeros en publicar los escritos sobre el triste
acontecimiento. Todo para conseguir que sus textos sean los más
compartidos, los más retwitteados y los que reciban más ‘me
gusta’. En definitiva, obtener más notoriedad entre tanta
sobreinformación. Pero existe un riesgo añadido. La presión que
conlleva la rapidez puede jugar una mala pasada, como ocurrió hace
unos meses con el fallecimiento de JJ Cale, que fue confundido en la
nota de un periódico con John Cale, precisamente, compañero de Reed
en The Velvet Underground.
En
menos de una hora ya circulan por la red numerosas crónicas sobre la
muerte de Lou Reed y unos, más o menos extensos, artículos sobre su
vida y obra. Después vienen los homenajes, con playlists de
sus mejores canciones, reportajes fotográficos, etc. Así, antes de
que nos vayamos a dormir, tenemos tantísimos detalles que
prácticamente conocemos al dedillo la biografía y discografía del
artista en cuestión.
¿Y
al día siguiente, qué? Pues ya no existe tanta trascendencia.
Entonces es cuando el periodista puede trabajar desde la reflexión y
el análisis sosegado, alejado de las prisas de la redacción y de
las exclusivas. Es cuando surgen algunos de los escritos con más
sustancia. Así que, como supongo que ya habrán oído y leído
abundantemente sobre Lou Reed, poco más se puede aportar que no se
sepa…
El
cantante de Brooklyn
ha sido una gran influencia para muchas bandas de nuestro país.
También era muy querido por aquí y vino a actuar en numerosas
ocasiones, consiguiendo siempre un cálido recibimiento.
Lamentablemente, una de las citas más recordadas fue su accidentado
concierto en Madrid de
1980.
Lou Reed en concierto en Málaga, 2008 |
Fue
un viernes, 20 de junio. El lugar, el estadio Román Valero, sede del
C.D. Colonia Moscardó, equipo de fútbol del barrio madrileño de
Usera. La actuación, para presentar su disco Growing
up in public (Arista, 1980), estaba
programada para las 10 de la noche, pero Lou Reed llegó con retraso
por culpa de una manifestación de transportistas en las calles de la
capital.
Una
hora más tarde, el músico sale al escenario con cara de pocos
amigos y comienza su show. A los 20 minutos, lanzan algo desde el
público aunque no llega a impactarle. El objeto no fue identificado,
unos dicen que fue una moneda, otros un bote… Pero esto desencadenó
en enfado y se retiró al camerino, provocando las protestas del
respetable, unas 2.000 personas aproximadamente. La gente comenzó a
insultar y formar alboroto.
La
organización prometía que, si se calmaban los ánimos, Reed volvería
a salir. Durante 45 minutos estuvieron esperando, pero no había
indicios de que eso sucediera. Es más, los técnicos comenzaron a
desmontar y el público montó en cólera. Unos cuantos vándalos
comenzaron a trepar por el escenario y se llevaron lo que pudieron,
destrozando e incendiando, además, parte del material musical y de
iluminación. Los guardias encargados de la seguridad se habían ido.
Poco
se pudo hacer ante la avalancha. Sin embargo, lo que pudo ser una
tragedia, finalmente sólo se cobró algunos heridos y varias
detenciones, gracias a la intervención de la policía que facilitó
la rápida evacuación del recinto al resto de los asistentes. Los
organizadores culparon al público de los incidentes y se negaron a
devolver el precio de la entrada porque, a su juicio, ellos fueron
los que provocaron la interrupción del concierto…
Se
nos fue Lou Reed, hombre de carácter, genio y figura, icono del
rock, caminando por el lado salvaje y en busca del día perfecto.
Descansa en paz.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 28 de octubre de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario