viernes, 16 de noviembre de 2018

David Little, un lunático de la música


David Little Martín es un músico, vocalista y compositor malagueño que, aunque lleva varios años ligado al mundillo de la música en distintas facetas, es ahora cuando ha publicado su primer álbum, Canciones para matar a la luna (Rock N' Magic, 2015). Un disco con nueve canciones de rock, canalla, con un toque de chulería bien entendida y una pizca de ironía que, además de los sonidos más característicos del género, está muy influenciado por otros estilos como el blues, el pop, el folk y unas pinceladas de ritmos étnicos. Mas, si la interpretación en castellano nos remite fácilmente a Enrique Bunbury o Fito Cabrales, las referencias son mucho más amplias, según palabras del propio autor: Los Piratas, Extremoduro, Santana, Pink Floyd, Triana...

Creo que es un disco bastante pasional, en el que las canciones están escritas desde el corazón. Y tiene ese toque de desgarro... tanto en los temas lentos y dulces como en los más desenfadados. Aunque no hay canciones alegres. Todos tienen ese toque oscuro, de protesta y reivindicación personal”. Las letras, profundas e incisivas, y la voz desgarrada de David le imprimen una marca distintiva. “Luego está barnizado con esa forma de escribir, donde utilizo mucho la metáfora, la simbología propia, donde doy pie a la libre interpretación personal de cada uno. Me gusta pensar que las letras también tienen un doble filo, una dualidad y confrontación interna. Los sueños y la realidad, las ilusiones y el desengaño, el amor y el despecho... A lo largo de todas las canciones del disco hay esa confrontación”.


David tiene ascendencia estadounidense -su padre nació en Nueva York pero se crió en Málaga- y su familia materna es originaria de Ronda si bien emigrarían pronto a Montpellier (Francia). Supongo que toda esta mezcla me ha influido bastante en mi personalidad musical”. Desde muy pequeño respiró un ambiente musical en el hogar, por no hablar de la tradición de artistas que hay en su estirpe: escritores, ilustradores, pintores, etc.

Con este panorama, contando apenas ocho años, ya nos encontramos a David aporreando un piano de juguete y, con doce o trece, escribiendo sus primeras letras de canciones. Para, en breve, encarar otra fase en la que llegan las primitivas grabaciones y su estreno sobre los escenarios a los 17 o 18. "Claro está, todo estaba fatalmente grabado. Pero, poco a poco, esas primeras maquetas se convertían en algo más aceptable. Y ya tenían su homogeneidad y su coherencia interna. Se parecen un poco a este primer disco, que está concebido como un todo donde las canciones tienen conexión, pero que al mismo tiempo es muy heterogéneo. De forma paralela, también empecé a tocar con gente, como diversión. En esa época aprendí mucho, me abrí a nuevos estilos”.

A Little siempre le ha interesado todo lo relacionado con la comunicación, el periodismo, el sonido o el cine. Así que decidió estudiar Comunicación Audiovisual, carrera que compaginaba con la de músico. "Después de estudiar en la facultad formé mi primer grupo más o menos serio, que se llamaba V de Vodka. Y muchos elementos de ese repertorio de entonces están en este primer disco: la bipolaridad entre rock y folk, entre canalla y música de raíz...".


Corría 2009 y sentía la necesidad de dar el salto a Madrid, después de dos años tocando por su ciudad natal. En una primera etapa ejerció como técnico de sonido en una compañía de teatro itinerante mientras que, cuando se lo permitían sus obligaciones, tocaba en formato acústico por algunos locales de la capital; una toma inicial de contacto con las salas madrileñas que resultaría muy importante para él. Al año siguiente, consiguió un trabajo en un gabinete de prensa donde algunos de los clientes eran promotoras de conciertos y de teatro. "Aprendí mucho de la industria musical vista desde el otro lado. Sobre todo lo equivocado que estaba como músico. A veces, los músicos no nos damos cuenta de todo lo que hay detrás, de cómo funcionan las cosas. Nos conformamos con las tres o cuatro verdades de turno aprendidas. Pero no, las cosas son mucho más complicadas".

Tras este periplo, en 2012, regresó a su tierra para concentrarse en la preparación de Canciones para matar a la luna que, por unas circunstancias u otras, vio la luz transcurridos tres años. Un LP autoeditado, para el que David ha compuesto toda la música y las letras, canta, toca la guitarra, el piano y, por si fuera poco, ejerce de productor. "El hecho de ser al mismo tiempo productor, compositor e intérprete juega mucho en tu contra. A veces he echado en falta la figura de un productor, una visión externa autorizada en la que confiar y que me señalara el camino. Ha sido todo ensayo y error... Pero también un aprendizaje enorme". Grabado entre Málaga y Granada, fue mezclado por Sergio Cascales (productor del cuarteto de Estepona, The Smokers) en su estudio de Guadalajara (México) y cuenta con la participación de algunos músicos de la escena costasoleña como el batería Antonio Carlos Miñán (Síndrome de Xauen), los bajistas Yohany Suárez (ha tocado con Javier Ojeda, entre otros) y Fran Bujalance (The Wives), el guitarrista Miguel Bau o los violinistas Sara Dubois y Darío José Pereiro, además de Josu Erviti (Tximeleta, Txarrena) a las baquetas en Loco y ThaisMusic en los coros.

"[Canciones para matar a la luna] es una selección de entre muchas otras canciones que se quedaron fuera... Por ejemplo, Sortilegio y Loco son temas que provienen de una época anterior... aunque también los tocaba con V de Vodka. Elevación y A un bala perdida son los más nuevos del disco". Uno de los cortes más emblemáticos es el que abre el álbum, El hombre que mató a la luna. "Es la canción más difícil de escuchar, la más rara. No obstante, para mí es la mejor... y la que mejor sintetiza esa dualidad de la que te hablaba, esa bipolaridad entre el rock y la música de raíz. Entre lo anglosajón y lo exótico".


Algunos de los motivos por los que David se ha visto obligado a emplear tres años para terminar su ópera prima musical han sido los constantes viajes por cuestiones laborales. En uno de ellos, en este caso no por obligación, descubriremos una divertida anécdota que a más de un melómano le va a provocar bastante envidia. En una visita a sus familiares de Nashville (Tennessee), le sorprendieron llevándolo al estudio y a la tienda del sello discográfico de Jack White -Third Man Records-, donde éste tiene la famosa cabina de grabar vinilos Voice-o-Graph de 1947 restaurada. Allí, como si del ilustre Neil Young se tratara, Little introdujo unos dólares, empuñó la guitarra y registró una versión primigenia de Debo de ser (un hombre realizado), cuyo resultado podéis comprobar aquí.

Por otra parte, Little también ha compuesto el tema principal del cortometraje -aún sin estrenar- Lazo, de Sigfrido Gross, y la banda sonora de Cretinos, seleccionado para el Festival de Cine de Gijón. "Me interesa mucho la composición, tanto de bandas sonoras como de repertorio para otros artistas. Es algo en lo que quiero profundizar". Entretanto, su pasión por la escritura la ha canalizado, entre otros proyectos, en la publicación de un libro online, autogestionado, Marketing musical: Música, industria y promoción en la era digital (2012) y en otro que está de camino. "Cuando trabajaba en comunicación para las promotoras, aproveché todas esas vivencias y entrevisté a mucha gente que trabajaba en el sector musical. Escribí un libro que se vendió muy bien para haberlo hecho todo sólo. Tan bien, que actualmente estoy escribiendo un segundo libro, sobre el mismo tema, que esta vez se publicará bajo el paraguas de una editorial grande”.

David continúa trabajando en distintos frentes. Sin embargo -hay situaciones que no se entienden-, por el momento no tiene fechas previstas de actuaciones. "Echo de menos el directo, para qué nos vamos a engañar. Es la mejor promoción que puedes tener. Por desgracia no ha sido posible hasta ahora presentar el disco en Málaga, que es donde más gente me conoce, porque a las salas allí no les interesa demasiado programar música original..., a pesar de que en mi caso hay bastante gente a la que le apetece escucharme, que hay público suficiente y músicos de nivel dispuestos a colaborar conmigo en directo. Pero todo se andará. En breve espero tener fechas programadas en Málaga o en Madrid".


Le deseamos toda la suerte con su carrera a David Little -que habrá que seguir de cerca- y, si te apetece conocer más sobre él y su música, escuchar su álbum o comprarlo en formato físico, en su página web tienes toda la información necesaria.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 13 de noviembre de 2015.

Alondra Bentley: “La música tiene la capacidad de hacerte sentir cosas diferentes”


La cantautora anglo-española Alondra Bentley acaba de publicar su cuarto álbum, Resolutions (2015). Editado por Gran Derby Records, tres años después de su anterior larga duración, contiene diez temas grabados junto al colectivo de músicos de Spacebomb en Richmond (Virginia), bajo la producción de Matthew E. White, y mezclados por Carasueño en Madrid. Un disco más optimista y bailable de lo que nos tenía acostumbrados, arropado por una mayor instrumentación, que supone una nueva etapa en su carrera. Porque, aunque no desaparecen las señas de identidad que la han caracterizado, ofrece un giro en su sonido con el que ha sorprendido -eso sí- gratamente, a tenor de las excelentes críticas que está recibiendo. De aspecto visual muy cuidado, como es costumbre en sus trabajos y en los que factura su sello, la portada corre a cargo de María Grande en el diseño y de Julia Lomo en la fotografía. Charlamos con Alondra sobre este reciente LP y aprovechamos para hacer un recorrido por su trayectoria.

Háblanos sobre el proceso de creación de Resolutions. ¿Tenías el propósito de buscar un cambio sonoro en tu música?
Es todo cuestión de intuición, nunca me planteo de forma pragmática qué es mejor o peor para mi carrera. Escribir es un proceso muy intuitivo y libre para mi, no sé hacerlo de otra manera. Las canciones son distintas porque estoy en un momento vital distinto y mis estados de ánimo y emociones actuales son lo que se ha reflejado en el disco.

Además de los dos singles que sirvieron de adelanto, What will you dream y Mid September, la primera canción que conocimos fue The news, pero únicamente con voz y guitarra, muy distinta respecto al resultado final. ¿Tal vez sea éste el ejemplo de transformación que querías conseguir?
Es un buen ejemplo porque The news explica muy bien lo que sonaba en mi cabeza mientras escribía la canción; el espacio que hay entre lo que suena sólo con voz y guitarra y el lugar al que te la quieres llevar es un espacio muy difícil de controlar, es muy fácil que la canción acabe siendo otra cosa distinta de lo que esperabas porque las opciones son infinitas cuando estás grabando.

En lo que no hay novedades es en el idioma, ¿no te animas a componer e interpretar en castellano?
Quitando el hecho de que el inglés es mi idioma materno, es como me siento más cómoda, mejor me expreso y mejor canto. El idioma afecta a todo, al timbre de voz, a la métrica, a la manera de expresarte, a cómo modular la voz… No me he encontrado cantando en castellano.


Alondra Bentley, de madre inglesa y padre español, nació en Lancaster (Reino Unido), pero cuando era pequeña se trasladó con sus progenitores a Murcia. Aquí comenzó a desarrollar sus inquietudes musicales. Lanzó varias maquetas firmadas como Ladybird en 2003, formó parte del efímero grupo First Aid y se alzó con el primer premio del concurso Creajoven 2005 en la categoría de cantautores.

¿Cómo recuerdas aquellos inicios? ¿Alguna vez has pensado en cómo hubiese sido tu carrera de haber vivido en Inglaterra?
Esos inicios fueron muy emocionantes porque cuando eres un adolescente melómano sientes una necesidad enorme de encontrar iguales. Haces una especie de búsqueda desesperada y cuando das con las personas y sitios con y en los que puedes compartir tu pasión te sientes muy bien.
Nunca sabes cómo te habría afectado vivir en un país o en otro. En Inglaterra la cultura, la industria y los circuitos musicales son enormes y eso podría haber jugado a mi favor o no. Igual la vida me hubiera llevado por otro sitio y habría acabado haciendo quesos… ¡Quién sabe!

En este Resolutions has grabado con los reconocidos músicos de Spacebomb, colaboradores de Natalie Prass o Ryan Adams, entre otros, y que se autodefinen como una familia. ¿Cómo fue la experiencia?
¡Maravillosa! Me sentí muy acogida, me abrieron las puertas de su estudio pero también de su casa. Cuando tocas por primera vez tus canciones con músicos con un talento como el suyo y que aportan tanto es alucinante. Fueron muy generosos artística y personalmente.

Siguiendo con los músicos. En su momento, llegaste a actuar junto a la Orquesta de Cámara de Murcia. En los próximos meses te acompañarán en directo Caio Bellveser, Xema Fuertes, Alfonso Luna y Nacho Ruiz (Nine Stories y director de Gran Derby Records), aunque también ofrecerás recitales en acústico. ¿Cómo te encuentras más cómoda sobre el escenario, con banda o en solitario?
En los dos formatos. Con banda la energía es gigante y se disfruta muchísimo en el escenario pero el marco que suele acompañar al acústico te permite hablar más con el público y esa cercanía me gusta mucho.


Su debut discográfico aparecía en 2009, Ashfield Avenue (Absolute Begginers). El título hace referencia a la calle en la que estaba la casa donde vivían sus padres cuando nació y está dedicado a su madre, que acababa de fallecer. Fue registrado en los estudios de Paco Loco en el Puerto de Santa María y producido por César Verdú (Schwarz). En él participaron Fino Oyonarte (Glutamato Ye-Yé, Los Enemigos), Joaquín Pascual (Surfin’ Bichos, Mercromina), Gary Olson (The Ladybug Transistor) o Isobel Knowles (Architectures in Helsinki), además de Joserra Semperena (La Buena Vida) en los arreglos.

En esa época, tú, Anni B. Sweet, La Bien Querida o Russian Red, surgisteis con fuerza en el panorama musical de nuestro país; jóvenes y talentosas artistas que, con vuestras similitudes pero también con claras diferencias, fuisteis englobadas en una especie de movimiento, el de cantautoras de folk-pop españolas. ¿Ayudan o perjudican estas etiquetas?
Las dos cosas. Es posible que esa etiqueta nos diera algo más de visibilidad fuera del marco más independiente pero también creo que saturó un poco y que lleva a engaño o confusión. Me da un poco la sensación de que cuando te meten en un saco ganas y pierdes público por igual.

¿Por cierto, ha pensado Gran Derby en reeditar Ashfield Avenue? No es fácil encontrarlo.
Ashfield Avenue se publicó en un sello distinto a Gran Derby Records; de hecho, si fuera por Gran Derby o por mi no sería un disco difícil de encontrar. Nos encantaría reeditarlo porque la edición física está descatalogada desde hace cinco años.
Desgraciadamente Absolute Beginners, el sello responsable de esta situación, no tiene intención de reeditarlo y rechazan nuestras sucesivas ofertas para comprar los derechos. Ojalá las cosas fueran de otra manera porque nos escribe mucha gente preguntando por el disco.


En 2012 salía a la venta Alondra Bentley sings for children, It’s holidays (Gran Derby), enfocado a niños -de todas las edades, como ella suele indicar-. A partir de aquí, es habitual que realice conciertos dirigidos a un público infantil o cuentacuentos para bebés. Una iniciativa para que los más pequeños disfruten al mismo tiempo que aprenden Inglés.

¿Cuáles son las sensaciones de actuar ante unos espectadores tan especiales?
¡Es muy divertido! Es un público muy entusiasta, espontáneo y muy sincero, aprendes mucho con ellos. Además, lo que me encanta de los conciertos de niños es que son siempre matinales o vespertinos. Me encanta tocar en esos horarios, más que por la noche.

¿Crees que es necesaria más educación musical a edades tempranas en las aulas?
Sin duda. Con la música aprendes cosas importantísimas, por ejemplo, a conocer las distintas emociones. Los niños están sintiendo muchas cosas por primera vez: alegría, tristeza, rabia… Tienen que aprender a gestionar todo eso. La música tiene la capacidad de hacerte sentir cosas diferentes y ayudarte a entender mucho sobre los sentimientos. Por no hablar de todo el vocabulario que aprendes con las canciones sin darte cuenta o el ritmo… El ritmo son matemáticas, todos sentimos el pulso de nuestros latidos, suena muy tremendo pero es verdad, tenemos la música dentro.

Eres defensora del método de enseñanza de María Montessori…
Es un tema que me interesa mucho. Colaboro con un colegio Montessori y me parece un método educativo fascinante. Creo que es muy importante ponerse en la piel del niño. Cualquier método que priorice qué necesita el niño por encima de qué le viene bien al profesor o tutor va a generar que su proceso de aprendizaje sea menos traumático y le permitirá desarrollarse y formarse en un ambiente pensado para él, en el que pueda ser más libre e independiente.

En tu nuevo disco, de alguna manera, están presentes las teorías de Carl Gustav Jung sobre la psicología analítica. ¿De qué forma se manifiesta esta referencia en las canciones de Resolutions?
What will you dream refleja las ideas del subconsciente colectivo de Carl Jung, describe cómo una serie de personajes sueña con cosas relacionadas con la vida de otras personas. Es un ejemplo de cómo la vida de otras personas nos afecta por ese subconsciente que nos conecta.


A finales de aquel año -2012- se publicaba The garden room (Gran Derby). Elaborado en los estudios Río Bravo de Valencia, con la producción de Josh Rouse, fue masterizado en Nashville por Jim DeMain (The Carter Family, Andrew Bird o Lambchop). Muy inspirado por la familia, presenta varias imágenes de sus antepasados en la carpeta del LP.

¿Cómo es de importante para ti la familia en la música?
Si no fuera por mi familia no sé si estaría haciendo esta entrevista; mis padres son los culpables de mi pasión por ella. Tanto mi madre como mi padre eran melómanos y ponían música en casa a todas horas. Mi padre era cantante en un grupo de rock and roll, mi abuelo por parte de madre era un pianista fantástico, mi abuelo por parte de padre hablaba cantando y mi bisabuelo era chelista. Así que sí, claramente para mí la música es algo familiar en todos los sentidos.

Hasta ahora habías grabado en España y trabajado con Verdú y Rouse como productores. En esta ocasión, has viajado a Estados Unidos y has contado con Matthew E. White para esa labor. ¿Qué motivó esa elección?
Dentro de la edición en vinilo de Big inner (Spacebomb Records/Hometapes, 2012), el primer disco de Matthew, hay una carta dirigida a su público muy cálida hablando de la comunidad Spacebomb en Richmond, Virginia. Cuando la leí sentí que sería el escenario perfecto para grabar un disco. Cuando Matthew vino a tocar a España, el Café Pop Torgal, en Ourense, auspició nuestro encuentro y Matthew me ofreció producir el disco.

En The garden room se incluyeron líneas de guitarras ‘pedal steel’ que lo dotaban de un cierto aire country. Hace poco versionabas en un recopilatorio de Gran Derby –Piaffe, de 2014- Down in the meadow, que cantaba Marilyn Monroe en el wéstern dirigido por Otto Preminger, Río sin retorno (1954). ¿Cada vez te sientes más atraída por los sonidos de raíz norteamericanos?
Me atraen muchos estilos diferentes pero admito que siento debilidad por el cine y la música country&western y en especial si la canta Marilyn Monroe, claro.
En la gira del primer disco solía hacer una versión de The hanging tree de Marty Robins.

Como se puede comprobar, el 2012 resultó bastante frenético en el aspecto laboral para Alondra Bentley. Fue cuando incorporó varias composiciones suyas a la banda sonora de la película Buscando a Eimish (Ana Rodríguez Rosell). Pero aquí no termina su vinculación con el cine ni con la televisión. Algunas de sus piezas han sonado en distintos filmes, mientras que, en 2013, ponía música a una campaña de la cadena Decasa con la minicanción I feel happy y, recientemente, interpretaba a dúo con Coque Malla el tema At the movies, creado con motivo del 15º aniversario del canal TCM.

Muchas de tus canciones evocan momentos cinematográficos. ¿Qué significa para ti el séptimo arte y su relación con la música?
El cine es mi otra gran pasión, esta vez como espectadora. El cine lo engloba todo: la literatura, la fotografía, la interpretación, la música…

Antes hacíamos alusión a Coque Malla. Precisamente, te convertiste en una de sus invitadas para el disco Mujeres (DRO, 2013), en el que se puede oír She understands. Asimismo, has realizado un dueto con Tórtel para una adaptación de Burro de Beck. ¿Con quién más te gustaría colaborar?
Me encantaría colaborar con Robert Wyatt o Linda Perhacs.

Retomando Resolutions y avistando el futuro más inmediato, se avecina la fase de promoción del álbum, la gira de presentación, etc. Ya tienes cerradas algunas fechas en China. ¿Qué nos puedes avanzar de esa planificación para los próximos meses? ¿En qué países de los que no has tocado te haría ilusión actuar?
Este disco es distinto a los anteriores así que ahora mismo estoy reinventando el directo, trabajando en mi proyecto para niños -esta vez también en un cuento para ellos- y preparando los visados para ir a China que es donde comienza la gira. Tocaremos en once ciudades en diciembre y luego comienza la gira en nuestro país. El primer concierto es el 28 de enero en la Sala El Sol de Madrid, al que estáis invitados, ¡claro!
La verdad que me encantaría ir a tocar también a Japón, aún no he estado y es un país increíble.

Entrevista publicada originalmente en la web de Papel de Periódico el 6 de noviembre de 2015.

Spandau Ballet: el culto a la belleza


La marcha nocturna londinense a finales de los setenta comenzaba a moverse en torno a clubes como el Blitz. Un garito situado en Covent Garden cuya peculiar plantilla estaba formada por, entre otros, el músico Rusty Egan a los platos, Boy George (Culture Club), quien se encargaba del guardarropa, y un férreo portero, el extravagante Steve Strange. Ávidos de diversión, en su sótano se daban cita unos intrépidos jóvenes amantes del arte, cautivados por la moda y aficionados a una música pop de ritmos bailables que incorporaba con normalidad el uso de sintetizadores.

Conocidos como los Blitz Kids, iban ataviados con llamativas indumentarias, generosas dosis de maquillaje y perfectamente peinados. Al calor de esta corriente vanguardista e influenciados por el glam, grupos como Roxy Music o su gran ídolo, David Bowie, surgieron las bandas agrupadas, ya en la recién estrenada década, bajo la etiqueta de Nuevos Románticos: Visage, Duran Duran o Spandau Ballet. Estos últimos actuarían allí cuando 1979 daba sus últimos coletazos, convirtiéndose en una de las formaciones más emblemáticas del local y del movimiento musical que estaba a punto de eclosionar.

El embrión de Spandau Ballet se había gestado unos años antes, en 1976, cuando Gary Kemp -guitarra y principal compositor- funda The Makers. En sus filas estaban algunos de sus compañeros de colegio del barrio de Islington de donde procedían: el guitarrista y vocalista Tony Hadley, el percusionista, guitarrista y posteriormente saxofonista Steve Norman y el baterista John Keeble, además de Michael Ellison -bajo-, reemplazado a los pocos meses por Richard Miller.

Transcurrido un periodo de inestabilidad, aunque fructífero en aprendizaje, Kemp decidió reestructurar la banda, a la que se iba a incorporar su hermano pequeño, Martin, como bajista. Lo siguiente era encontrar otro nombre, que finalmente se escogió después de que el escritor y locutor Robert Elms hubiese visto una pintada en un váter con la inscripción Spandau Ballet -otras fuentes indican que fue el productor de su primer single, Richard James Burgess (Landscape)-. Todos estuvieron de acuerdo con la sonoridad que ofrecía la unión de las dos palabras, pero la elección no iba estar exenta de polémica. 

Spandau es un distrito de Berlín, conocido sobre todo porque albergó una cárcel del mismo nombre, en la que estuvieron encarcelados siete condenados del régimen nacionalsocialista tras los Juicios de Núremberg. Después de su derribo, surgió el rumor de que en su interior se habían ejecutado a varios mandatarios del nazismo en la horca (aunque realmente éstos se produjeron en otro presidio). El Ballet de Spandau hacía referencia a la macabra imagen del movimiento de los cuerpos agonizando en la soga. Algunos defienden que esta expresión tiene su origen en la leyenda sobre el asesinato de aquellos dirigentes en la prisión de Spandau, y otros, que ya la utilizaban los nazis durante el Holocausto judío. 

Portada de Journeys to glory
Asimismo, por la simbología y otros elementos presentes en su álbum de debut, los acusaron de hacer apología del fascismo -como, por ejemplo, este poema de Robert Elms incluido en la carpeta del álbum: Una figura rota reflejo de ardiente juventud / corta formas estridentes a través del ensortijado gris de las tres de la mañana. Escucha la sublime alegría de los ritmos inmaculados, la suprema vehemencia de la música para los héroes / dirigiéndose en línea recta al corazón de la danza. Sigue la agitada visión y el excitante sonido / del sendero que conduce hacia jornadas de gloria. (Aldarondo, Ricardo. Spandau Ballet. Salvat. Barcelona, 1991)-. Algo que raudamente desmintieron.

Demostraron tener muy claras las ideas de cómo enfocar su carrera. Para presentarse en sociedad y que el ambiente fuese el más adecuado para su música, organizaron un concierto privado ante unas cincuenta personas previamente seleccionadas. Igualmente, su deseo por controlar con libertad todo el proceso compositivo, el diseño de las portadas o la promoción, les llevó a constituir su propio sello discográfico, Reformation, llegando a un acuerdo para editar y distribuir sus discos a través de Chrysalis Records.

Abonado el terreno para captar sus seguidores y creada la suficiente expectativa para que los medios de comunicación ejercieran de altavoz de su propuesta, en noviembre de 1980 aparece el single To cut a long story short. Escalan hasta los puestos más elevados de las listas y suenan habitualmente en discotecas y emisoras de radio, obteniendo bastante popularidad en varios países europeos. Tres meses más tarde lanzan The freeze. Ambos fueron los adelantos de su primer larga duración, Journeys to glory (Reformation/Chrysalis, 1981), grabado en distintos estudios de Londres con un notable presupuesto pese a su corta trayectoria. Gozó de una gran acogida y lo defendieron en escena por los clubes más modernos del viejo continente, entre los que se incluyó el Rock-Ola de Madrid el 11 de julio de 1981.


No podía ser de otra manera conociendo sus inquietudes: Spandau Ballet aprovecharon las técnicas de difusión en boga de la época; por ejemplo, los videoclips, con los que transmitían su planteamiento estético. Del mismo modo, se erigieron en una de las formaciones pioneras del pop en realizar remezclas de sus canciones en formato maxisingle orientadas a la pista de baile.

En 1981 cerraba el Blitz; la fiebre de los Nuevos Románticos iba decayendo. La vestimenta del quinteto también ofrecía cambios, se volvía más discreta e incorporaba una uniformidad con camisas blancas, chalecos y corbatas. Su inmediato sencillo, Chant n.1 (I don't need this pressure on), suponía un giro en su sonido, más cercano a las músicas negras, como el funk. Era el aperitivo de un segundo LP más experimental, Diamond (Reformation/Chrysalis, 1982), cuya acogida no fue demasiado satisfactoria.

Pero era el momento de completar la trasformación y ofrecer ese soul de ojos azules que los haría inmensamente famosos. En otoño se desplazan a los estudios Compass Point de Nassau (Bahamas) para registrar ocho temas que, tras la mezcla en Inglaterra, conformarían True (Reformation/Chrysalis, 1983). Contrataron para la producción a Steve Jolley y Tony Swain, que ya habían mostrado sus dotes trabajando con el trío Imagination, y en los teclados estaba Jess Bailey. Fieles a sondear con previsión cada lanzamiento, avanzaron Lifeline y Communication. True tuvo una enorme aceptación -número uno en Reino Unido-, espoleado por los singles Gold y True.


Ahora llenaban estadios y conquistaban el mercado norteamericano, por lo que no debían abandonar la línea estilística que tan provechosos resultados les había proporcionado. En 1984, los Musicland Studios de Múnich eran testigos de la grabación de Parade (Chrysalis), con el que continuaría su racha triunfal.

Se embarcaron en un amplio tour desde finales de ese año hasta principios del 85, el World Parade. Desgraciadamente, Norman se rompió los ligamentos de una rodilla, por lo que se vieron obligados a cancelarla. Una vez recuperado éste de la lesión, retomaron su actividad para dar forma a Through the barricades (CBS, 1986). Un álbum más rockero y muy comprometido con las causas sociales. Un posicionamiento criticado por la prensa especializada, aunque Spandau Ballet había participado anteriormente en proyectos benéficos o eventos solidarios como el Live Aid.

Sería su primera referencia con CBS, consumada la ruptura con Chrysalis. Hacía un tiempo que mantenían discrepancias con la compañía, acrecentadas por la edición del recopilatorio The singles collection (1985) sin su aprobación. En su posterior disco, Heart like a sky (CBS, 1989), quisieron recuperar sus rasgos más reconocibles. Hasta el cuero de la etapa anterior fue sustituido por impecables trajes; pero el álbum pasó sin pena ni gloria.

Tras esta decepción, Spandau Ballet se separaban. Mientras tanto los hermanos Kemp, que habían sido alumnos de la escuela de arte dramático, recuperaron su otra pasión y se dedicaron al cine. Entre medias, Hadley, Norman y Keeble demandaron a Gary por los derechos de autor de las canciones. Superadas las diferencias, regresaron en 2009 con el anuncio de una serie de actuaciones y nuevo trabajo, Once more (Mercury), que contenía versiones de sus clásicos y una novedad, el tema de título homónimo. Cinco años más tarde aparecía un grandes éxitos, The story/The very best of (Reformation/Rhino, 2014), en el que se incluían tres composiciones inéditas.

Dicen que la historia tiende a repetirse. A mediados de los ochenta era conocida la rivalidad entre Spandau Ballet y Duran Duran. El caprichoso destino ha querido que, tres decenios después, ambas formaciones se encuentren actualmente inmersas en sus respectivas giras y, en el caso de los segundos, estrenando material, Paper gods (Warner, 2015). No se pueden repetir aquellas circunstancias, es lógico; ni se volverán a ver carpetas forradas con fotos suyas de la Super Pop, pero sí que puede ser un buen motivo para redescubrir su música.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 11 de septiembre de 2015.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Elton John y 'Goodbye yellow brick road': frente a las adversidades, canciones


En 2013 se cumplieron cuarenta años de la publicación de Goodbye yellow brick road (DJM Records, 1973). Con motivo de la efeméride, un año después salió al mercado una reedición conmemorativa del mismo, con el álbum original remasterizado y suculentos extras -maquetas, versiones, descartes, un documental y un libro ilustrado, entre otros-, mientras Elton John iniciaba una gira para celebrar junto al público el aniversario de unas canciones que han mantenido un peso importante dentro del repertorio de sus conciertos más recientes.

Para la grabación de este LP, Elton John -de nombre real Reginald Kenneth Dwight- había decidido trasladarse con su equipo a Jamaica, a los estudios Dynamic Sound de Kingston. Allí The Rolling Stones registraron Goats head soup (Rolling Stones Records, 1973) y Cat Stevens, Foreigner (Island, 1973). El buen resultado obtenido por ambos, el deseo de experimentar un cambio de aires tras los dos anteriores trabajos discográficos realizados en Francia y las instalaciones del lugar, sedujeron al de Middlesex y al productor, Gus Dudgeon, para viajar hasta la isla a escribir y grabar los temas.

Elton John en concierto en Gotemburgo, Suecia, 1971
Sin embargo, no todo iba a ser tan idílico como planearon. Llegaron a la capital jamaicana en la víspera del combate de boxeo entre Joe Frazier y George Foreman, que tuvo lugar el 22 de enero de 1973. El acontecimiento había generado una gran expectación, pero existía en la ciudad un clima de tensión política provocado por la delicada situación económica. Los trabajadores del estudio estaban en huelga, así que no les fue fácil la entrada el primer día. Además, el ambiente en la zona estaba enrarecido, como recordaba el letrista Bernie Taupin: “El estudio estaba rodeado de una alambrada de espino y había tíos con metralletas”. [...] “No había buena onda”.

Estos inconvenientes propiciaron que Elton John no quisiera salir de la habitación del hotel Pink Flamingo donde se hospedaba. En cambio, dedicó su encierro a añadir música a las letras que había ideado Taupin, con un balance de veintiuna canciones en tres productivas jornadas.

No obstante, surgieron más problemas. El estudio tampoco ofrecía las mejores prestaciones. El sistema de grabación dejaba mucho que desear y los micrófonos escaseaban. Solo grabarían una pieza, Saturday night's alright for fighting, pero como reconocería uno de los músicos, el guitarrista Davey Johnstone, “sonaba como un montón de abejas enfadadas”.

La preocupación crecía, sobre todo porque no se disparara el presupuesto con la demora. Transcurridos cuatro meses, Elton John y los suyos se dirigieron a los Strawberry Studios, conocido como Château d'Hérouville, un castillo del siglo XVIII situado en la población del mismo nombre, cercana a París, en el norte del país galo, que el compositor Michel Magne compró en 1962 y convirtió en estudio después de que se produjera un incendio en 1969. Sin ser prodigioso técnicamente, en él se han fraguado discos como Obscured by clouds (Harvest, 1972) de Pink Floyd o partes de The idiot (RCA Victor, 1977) y Low (RCA Victor, 1977), de Iggy Pop y David Bowie, respectivamente, así como Honky château (DJM Records, 1972) y Don't shoot me I'm only the piano player (DJM Records, 1972)), precedentes de Goodbye yellow brick road.

En directo en Doncaster, Inglaterra, 2008
El proceso de elaboración del álbum se aceleró, no se podía desaprovechar más tiempo. Con dos o tres tomas por cada canción, grababan tres o cuatro diariamente. De esta forma, en poco más de dos semanas estaba terminado, listo para preparar su mezcla final en los Trident Studios de Londres.

Esta es la crónica sucinta de la gestación del primer disco doble de Elton John, que no hubiese sido tal de no producirse aquella estancia en tierras antillanas. Un álbum que alcanzó el puesto más alto en las listas de éxitos de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia y que contiene una gran variedad de estilos y temáticas. Funeral for a friend, un instrumental que se funde con Love lies bleeding para conformar una pieza de once minutos, sirve de apertura de un LP con referencias televisivas y cinematográficas -de hecho pensaban denominarlo 'Silent movies and talking pictures'- como el single Goodbye yellow brick road o Roy Rogers y en el que también hay lugar para la fina ironía con el acercamiento al reggae de Jamaica jerk-off, cuya autoría se atribuye en los créditos a Reggae Dwight and Toots Taupin, ingeniosa alusión a los muy influyentes del género Toots (Hibbert) and The Maytals.

De entre los diecisiete cortes, igualmente, destacan composiciones como Bennie and the Jets, Harmony, This song has no title, Grey seal, Your sister can't twist (but she can rock 'n roll) o All the girls love Alice, donde interviene a los coros Kiki Dee, cantante británica que acompañaba a Elton John en el famoso dueto Don't go breaking my heart de 1976. Pero la canción que más trascendencia tuvo, aunque no de inmediato, fue Candle in the wind. Su letra hablaba de Norma Jean, más conocida como Marilyn Monroe, si bien lo que se pretendía era hacer una reflexión sobre la fama y la prematura muerte de algunas celebridades. Lanzada inicialmente como sencillo en el Reino Unido en 1974, pasaría algo desapercibida. En 1988, después de ser incluida en el disco Live in Australia with the Melbourne Symphony Orquestra (Rocket, 1987), grabado un año antes en Sídney, su repercusión aumentó, hasta que en 1997, Elton John pidió a Bernie Taupin que la reescribiera para homenajear a la recientemente fallecida princesa Diana de Gales y alcanzó unas cotas enormes de popularidad y ventas.



Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 10 de julio de 2015.

La incesante actividad de Bob Dylan


Con 74 años cumplidos, Bob Dylan iniciará, el 4 de julio en el Festival Jardins de Pedralbes de Barcelona, una serie de seis conciertos en España pertenecientes a la gira Never ending tour. Un día más tarde actuará en el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza y el lunes 6 hará lo propio en el Barclaycard Center de Madrid, con la banda angelina, Los Lobos, como teloneros. Un breve descanso y el día 8 se subirá al escenario del Palacio Municipal de Deportes de Granada, donde le acompañarán Soleá Morente y Los Evangelistas, mientras que el jueves 9 la cita será en el Teatro de la Axerquía de Córdoba, dentro de la programación del Festival de la Guitarra. El día 11, el Donostia Arena 2016 de San Sebastián acogerá su última fecha en territorio nacional, con Andrés Calamaro de artista invitado.

Será la décima vez que el bardo de Duluth haga parada en nuestro país. La primera tuvo lugar en 1984 en Madrid, en el campo del Rayo Vallecano, precedido por Minuit Polonia y Carlos Santana. Las entradas costaron 2.200 pesetas y se calcula que acudieron entre 22.000 y 25.000 personas, según distintas fuentes. Sus visitas han generado varias leyendas y anécdotas, como la que protagonizaría en Barcelona dos días después de aquella noche de junio, donde también actuaba. Allí reservó habitaciones en cuatro hoteles y no apareció por ninguno. Como es bien conocida su fama de esquivo con el público y la prensa, no es de extrañar esta maniobra de distracción.

Entrada del concierto de 1984 en Madrid.
entradasdeconciertos.blogspot.com
Dylan volvería en 1989, 1993, 1995, 1999, 2003, 2006, 2008 y 2012, y no siempre a grandes urbes ni recintos de amplio aforo. Pero su relación no se ha ceñido exclusivamente a los conciertos, ni ésta comenzó con ellos. Por unas u otras cuestiones, desde 1964 ha ocupado espacios en periódicos y revistas -hay que destacar que sus discos se editaron aquí a partir de 1966-, con especial mención para la portada de Triunfo en 1969. Además de contar con una enorme cantidad de admiradores, sus canciones han sido adaptadas en numerosas ocasiones por artistas de diferentes géneros aunque, lo más reseñable, fue cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2007.

Llegará para presentar Shadows in the night (Columbia, 2015), un álbum con diez versiones de clásicos estadounidenses del repertorio de Frank Sinatra como Stay with me, I'm a fool to want you, That lucky old sun o The night we called it a day. No obstante, si nos atenemos a lo que han dado de sí las primeras fechas europeas de su tour, en ciudades alemanas, Liubliana (Eslovenia) y Wiesen (Austria), parece que mostrará uno o dos de los temas incluidos en él.

Portada de Triunfo del 20 de septiembre de 1969.
triunfodigital.com
Poco antes de la publicación del disco –que se produjo en febrero-, Dylan accedió a hablar para la revista dirigida a jubilados AARP Magazine, después de tres años sin conceder una entrevista. En ella realizaba declaraciones sobre diversos asuntos de actualidad y de su carrera, al mismo tiempo que ofrecía algunas claves sobre este controvertido LP, que ya ha sido número 1 en el Reino Unido. Preguntado por el redactor, Robert Love, por qué hacía en ese momento este álbum, manifestaba: “Ahora es el momento preciso. He estado pensando en él desde que escuché el álbum Stardust de Willie [Nelson] a finales de la década de los 70. Con el paso de los años, he oído estas canciones grabadas por otros y siempre he querido hacerlo.[...]”.

Los temas fueron grabados en directo en el estudio y luego se hizo la posproducción en las instalaciones de Capitol Studios en Los Ángeles (California). “[...]grabé esas canciones, aunque sea difícil de creer, en el mismo orden en que las oyes. Por lo general terminábamos una canción en tres horas. No hay mezclas. Así es como sonaron.[...]”. Con un sonido más desnudo, comparado con las grandiosas orquestaciones de los temas que registrara Sinatra. “Ha sido un privilegio hacer este álbum. Durante mucho tiempo quise hacer algo como esto pero nunca tuve el valor suficiente para acercarme a unos complicados arreglos para treinta instrumentos y adaptarlos para una banda de cinco instrumentistas.[...]”, expresaba a finales de 2014 en un comunicado confirmando el lanzamiento.


Shadows in the night es su trigesimosexto álbum de estudio y primer disco con material nuevo desde Tempest (Columbia, 2012). Es cierto que en estas últimas dos décadas atraviesa por una de sus mejores épocas de creatividad, pero la constatación de que Dylan no cesa de ofrecer titulares es que no es imprescindible trasladarse muy atrás en el calendario para comprobarlo. Con tan sólo repasar algunas muestras de su actividad en el periodo que transcurre entre septiembre de 2012 hasta nuestros días, nos encontraremos con que, entre otras cosas, ha lanzado The basement tapes complete: The bootleg series vol. 11 (Legacy/Columbia, 2014) y Another self portrait (1969-1971). The bootleg series vol. 10 (Columbia/Legacy, 2013), ha participado en The art of McCartney (Arctic Poppy, 2014) -un disco homenaje a Paul McCartney- con la interpretación de Things we said today, ha recibido la insignia de Caballero de la Legión de Honor de Francia y se convirtió en el primer rockero que ingresaba en la Academia Americana de las Artes y las Letras. Por si fuera poco, alimentó la polémica con su aparición en un anuncio de coches durante el descanso de la emisión de la Super Bowl y ha expuesto sus pinturas y extravagantes puertas de hierro forjado en Londres. A lo que hay que sumar la realización de unos cien conciertos anuales. El genio de Minnesota está de vuelta por España con seis fechas, una buena oportunidad para disfrutar de su maestría sobre el escenario.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 29 de junio de 2015.

Muddy Waters en Newport 1960


El día anterior a punto estuvo de interrumpirse aquella edición del Festival de jazz de Newport, en Rhode Island. Un amplio grupo de jóvenes había provocado incidentes en las inmediaciones del recinto poco antes de la actuación de Ray Charles. Gracias a la intervención de la policía se consiguieron reducir los disturbios pero las autoridades pensaron que lo más recomendable era posponer los conciertos programados. Finalmente el director del evento, George Wein, les convenció para que se continuaran celebrando, aduciendo que el contenido sería filmado y transmitido por la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA), que tenía entre sus objetivos la difusión de la cultura estadounidense en otros países.

Sobre las 5 de la tarde del domingo 3 de julio, Muddy Waters subía al escenario junto a su banda: el pianista Otis Spann, el guitarrista Pat Hare, el bajista Andrew Stevens, el armonicista James Cotton y el batería Francis Clay. El recital se abrió con la interpretación de dos canciones escritas por Willie Dixon: la inédita I got my brand on you y (I'm your) Hoochie coochie man, publicada originalmente en 1954 y adaptada después por Bo Diddley en I'm a man, que a su vez inspiraría a Waters para editar Mannish boy. A éstas le siguieron Baby, please don't go -del propio Muddy Waters-, Soon forgotten, Tiger in your tank -también de Dixon- y I feel so good, de su anfitrión en los comienzos de su carrera musical en Chicago, Big Bill Broonzy.


McKinley Morganfield -así se llamaba Waters- había vivido muy de cerca la esencia del blues del delta del Mississippi. Nació en el estado del mismo nombre, en el condado de Issaquena, y creció en la plantación de Stovall, cerca de Clarksdale. Tras la prematura muerte de su madre se trasladó allí con su abuela, Della Grant, responsable de su cuidado y también de ponerle el apodo por el que sería conocido; dada su afición por meterse en los charcos embarrados de aquella pantanosa zona cuando era un crío. Empezó tocando la armónica y a los 17 años se compró su primera guitarra, de segunda mano. Sus primitivas canciones de blues acústico fueron registradas en 1941 por los musicólogos Alan Lomax y John Wesley Work III para la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Además, le grabaron una entrevista en la que hablaba de Robert Johnson y Son House -del que le fascinaba su uso de la técnica del bottleneck o slide-, como sus mayores influencias. Ofreciendo conciertos comprobó que la música era más rentable económicamente que seguir recolectando algodón o conducir un tractor en los campos de cultivo.

No obstante, el blues rural de Muddy Waters se iba a transformar en Chicago (Illinois). Decidido a ganarse la vida como músico, emigró a la 'ciudad del viento' en 1943. Big Bill Broonzy lo introdujo en el circuito de locales con actuaciones y, según cuentan, optó por amplificar su guitarra para que se pudiera escuchar bien entre el ruidoso ambiente de las tabernas. Su sonido tradicional iba a incorporar la electrificación que lo convertiría en uno de los mayores referentes de la escena. Editó sus primeros singles para Aristocrat Records en 1947 y tres años más tarde, el pianista Sunnyland Slim lo presentó a los hermanos Chess, con los que iniciaría una productiva trayectoria de más de veinte años. En los estudios de Chess Records, en el 2120 de South Michigan Avenue, inmortalizaría el grueso de su repertorio junto a músicos de la talla de Little Walter, Jimmy Rogers, Junior Wells o Leroy Foster.


La actuación en el Festival de Newport de 1960 terminó con Goodbye Newport blues, compuesta por el poeta y activista Langston Hughes y cantada por Otis Spann. Pero anteriormente, Muddy Waters y su banda habían cautivado al respetable con una enérgica interpretación de Got my mojo working. Un tema de Preston Foster que ya grabó Ann Cole y que alcanzó el estatus de estándar del género tras la versión facturada por Waters en 1956. Los asistentes aquella tarde disfrutaron enormemente con la ejecución en directo de la canción y, entre aplausos y bailes, pidieron que la volvieran a tocar. En esa segunda parte quedaría para la posteridad el baile sobre las tablas de Waters y James Cotton.

Hasta finales de los 50 el blues era patrimonio casi exclusivo de la población negra, pero con la entrada de una nueva década los artistas comenzaban a aparecer en festivales enfocados mayoritariamente al público blanco. Por distintas circunstancias, las ventas habían disminuido en esos años, sobre todo por la eclosión de un nuevo estilo: el rock and roll. Desde Chess Records se realizaron algunas estrategias para paliar este descenso. Así, se organizó una gira de Muddy Waters por Inglaterra y se inició la edición de sus primeros álbumes, ya que el single dejaba de ser el único formato preferido para la promoción musical. Además, la discográfica tuvo la idea de registrar aquel concierto y publicarlo en LP. De esta manera, en noviembre de 1960 salió al mercado Muddy Waters at Newport, con fotografía de Burt Goldblatt en la portada.


Todas estas decisiones contribuyeron a que el blues aumentara en popularidad y alcanzara una audiencia masiva. Mientras tanto, una serie de jóvenes, principalmente en Gran Bretaña, tomaban nota de aquella música que llegaba de Norteamérica. La repercusión de Muddy Waters y sus canciones sería muy importante para los grupos que iban a formarse en un futuro no muy lejano; valga como ejemplo el de The Rolling Stones, quienes tomarían su nombre del primer sencillo de Waters en Chess: Rollin' stone.

Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 30 de abril de 2015.

El diablo de Subterfuge hace parada en Málaga

En 2014 se cumplieron 25 años de existencia de la discográfica independiente Subterfuge. Para celebrar este aniversario, se organizaron distintas actividades como la edición de un libro conmemorativo, la emisión de varios programas de radio en Nanosónico o los conciertos del Día de la Música en Madrid, que estuvieron protagonizados en su totalidad por bandas de la compañía, actuales y algunas que ya no pertenecen a su catálogo, además de otras que se volvieron a reunir sobre el escenario para la ocasión, como Mercromina, The Killer Barbies o Los Fresones Rebeldes.

No obstante, el evento más emblemático que tuvo lugar durante esas fechas fue la presentación de la exposición Viaje al centro de Subterfuge. Una muestra retrospectiva con amplia selección de material gráfico que continúa exhibiéndose durante este año en varias ciudades y que ahora llega al Museo Interactivo de la Música de Málaga dentro de los actos promovidos por el MaF, programa para la difusión de la cultura del Festival de Cine de la capital de la Costa del Sol.

Anni B Sweet, Carlos Galán y 'Noni' de Lori Meyers durante la inauguración.
Fotos: Gilberto Márquez.

Viaje al centro de Subterfuge es un recorrido por la historia del sello, basado en su iconografía y el diseño gráfico, según indicaba Carlos Galán, director y fundador de Subterfuge que, junto a Gema del Valle, responsable de comunicación, iniciaron esta andadura en junio de 1989, cuando fueron a recoger las copias impresas del número 0 del fanzine que habían creado para hablar de aquello que más les gustaba: música, cine fantástico y de terror y cómics. Una publicación artesanal que tomó su nombre de una canción de Los Macana a los que Galán iba a dirigir el videoclip, diseñada con la técnica del recorta y pega, y con la tijera, el bote de pegamento y la fotocopia como instrumentos de maquetación, que se hacía eco de las inquietudes culturales del cambio de década, en la que predominaba el revival garagero de influencia anglosajona.

Así, para la exposición, sus responsables han desempolvado cajas, carpetas y archivadores y revisado discos duros y CD-ROMs de los que han recuperado y muestran muchos de esos elementos que conforman la singular imagen de una compañía que comenzó siendo una revista underground y se convirtió con el tiempo en discográfica. Especial atención merece la época pre-digital, con carteles que ellos mismos pegaban por las calles madrileñas, cubo de cola en mano, para promocionar las primeras referencias del fanzine, anunciar las fiestas de presentación y vender sus discos en los bares de Malasaña. De estos años iniciales encontramos a grupos como Los Imposibles, Wipe Out Skaters, Psilicon Flesh, Sneakers o La Perrera.

Ya en 1993 comenzaba para ellos, en palabras de Carlos Galán, una etapa de profesionalización con la salida al mercado de Pizza pop de Australian Blonde, primer CD de Subterfuge, que contenía uno de los himnos indies por excelencia: Chup chup, y cuyas ventas alcanzaron importantes cifras gracias en parte a su inclusión en Historias del Kronen (1995), cinta de Montxo Armendáriz. Los gijoneses abrían las puertas del sello a otras formaciones cercanas geográficamente como Doctor Explosión, Undershakers o Manta Ray, y a una banda mítica de Mallorca que grababa por allí, Sexy Sadie, con los que han mantenido una especial relación desde que publicaran Draining your brain en 1994.

Álex, mascota de Subterfuge, y una muestra del material expuesto.
Fotos: Gilberto Márquez.

Un año más tarde aparecía el volumen número uno de Stereoparty, recopilatorio anual con lo más relevante de la compañía, que ocupa un espacio significativo en la muestra. Pero sería en 1997 cuando se produciría un fenómeno extraordinario en sus filas y para la escena alternativa. Dover irrumpían con Devil came to me y despachaban más de 500.000 copias del álbum; un éxito sin precedentes que revolucionó el panorama musical nacional y que daría paso a otros más efímeros y de características diferentes como el de Undrop o Deviot.

También se exhibe en las paredes del museo cartelería promocional de Najwajean, Fangoria, Marlango, Ellos o Cycle, por citar sólo algunos grupos que abanderaron Subterfuge entre finales de los noventa y principios de siglo, y por supuesto, de los artistas del presente como Vinila von Bismark, Arizona Baby, Neuman, McEnroe o Anni B Sweet, cantautora malagueña que acaba de estrenar disco, Chasing illusions (2015), y que durante la inauguración se sentía muy orgullosa con el hecho de que Viaje al centro de Subterfuge se expusiera en su tierra.

Más de 1.000 títulos componen la trayectoria de este sello que ha apostado por estilos musicales muy variados, como demuestran la edición de bandas sonoras, álbumes de lounge music bajo la etiqueta Música para un guateque sideral, electrónica en Subterfuge Satanic Charme o la recuperación de grabaciones, rarezas, maquetas y directos difíciles de encontrar, como las efectuadas por el subsello Canciones desde la tumba, que ha permitido disfrutar de joyas de Los Vegetales, Alaska y Los Pegamoides o más recientemente, Plástico, la banda de Eduardo Benavente antes de que formara Parálisis Permanente. Del mismo modo, Subterfuge se ha involucrado en la publicación de películas de serie B, documentales, videoclips, libros y cómics.
Se completa la exposición con proyecciones y una vitrina en la que se incluyen fanzines, cómics, libros, chapas, pegatinas, discos, entradas de conciertos, etc. Hasta el 26 de abril puede visitarse en el MIMMA Viaje al centro de Subterfuge, un reconocimiento también a grandes diseñadores, dibujantes e ilustradores como Borja Crespo, Mario Feal o Miguel Ángel Martín, figuras determinantes para la imagen e identidad de la compañía. En definitiva, una excelente oportunidad para entender la evolución musical y estética a lo largo de los cinco lustros de vida de este sello independiente, cuya actividad ha llegado a ser estudiada en universidades y escuelas de negocio, y desde el que continúan trabajando con la misma pasión y cariño de los comienzos.


Viaje al centro de Subterfuge.
Hasta el 26 de abril de 2015.
Museo Interactivo de la Música de Málaga. MIMMA.
Palacio del Conde de las Navas. Calle Beatas, 15.
Horario: Lunes de 10 a 14 hrs. Martes a domingo de 10 a 14 y de 16 a 20 hrs.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 26 de marzo de 2015.