jueves, 18 de octubre de 2018

Eterna Garota de Ipanema


El inicio de la bossa nova se suele fechar en julio de 1958, año en el que Antonio Carlos Jobim y Vinícius de Moraes registran Chega de saudade. Pero fue tras el estreno de la película francesa de 1959 Orfeu Negro, dirigida por Marcel Camus y con espléndida banda sonora a cargo de Luis Bonfá y el propio Jobim, cuando la música brasileña comenzó a tener una importante relevancia internacional. Un interés que iría creciendo en años posteriores. Después de una gira por Sudamérica, el guitarrista norteamericano Charlie Byrd volvía a su país con una serie de grabaciones de las canciones que había oído en Brasil y convenció al saxofonista Stan Getz para grabar un disco en el que mezclarían dichos sonidos con el jazz. El resultado fue el LP Jazz/Samba de 1962, que marcaría el principio del éxito de esta nueva y sugerente fusión musical, alcanzando gran popularidad en Estados Unidos y en el resto del mundo.

Pero el espaldarazo definitivo de la bossa nova llegaría en 1963 con la edición del álbum Getz/Gilberto (Verve), firmado por Stan Getz, el vocalista y guitarrista Joâo Gilberto y el pianista Tom Jobim, a los que se unieron para la grabación Astrud Gilberto, Tommy Williams como bajista y Milton Banana a la batería. Grabado en Nueva York con producción de Creed Taylor, el disco contenía piezas magistrales como Desafinado o Corcovado, pero sin duda, su composición más recordada será Garota de Ipanema en su adaptación al inglés a cargo de Norman Gimbel, The girl from Ipanema.

En un principio, la canción tenía por nombre Menina que passa y fue pensada para ser parte integrante de una comedia musical que nunca llegó a estrenarse, Dirigível. El estreno de la primera versión del tema fue en una actuación en directo en el restaurante Bon Gourmet de Copacabana -Río de Janeiro-, en agosto del 62, a cargo de los artífices de la misma junto al conjunto vocal Os Cariocas, pero no llegaría a comercializarse. La que sí apareció en disco fue la de Pery Ribeiro para su álbum É todo bossa.

En contra de lo que se piensa, Jobim compuso la melodía en su apartamento y Vinícius de Moraes se encargó de crear la letra en su casa de la ciudad de Petrópolis en 1962 y no en el bar Veloso, local situado en el cosmopolita y bohemio barrio de Ipanema -en Río de Janeiro-, que ambos frecuentaban junto a muchos intelectuales en los años 60. No obstante, la inspiración sí llegó en ese establecimiento, desde donde veían pasar a hermosas chicas que iban contoneándose camino de la playa y, más concretamente, a una joven de 18 años, morena y con los ojos verdes a la que, en su honor, se dedicó esta ya legendaria Chica de Ipanema.



Según desveló Vinícius en un artículo que firmó para la revista Manchete en 1965, la joven que inspiró la canción era una preciosa chica de aquellas que pasaban por el bar Veloso: Helô Pinheiro, de verdadero nombre Heloísa Eneida Menezes Paes Pinto. Los autores del tema decían que ella representaba el ideal de la mujer carioca: bella, de esbelta y bronceada figura y con una forma de caminar que enamoraba; en definitiva, esa gracia natural de la que se hace eco la composición. Sin embargo, por esa época la ‘Garota de Ipanema’ era una muchacha tímida de clase media, educada de forma conservadora y estricta, que acababa de comenzar su carrera como profesora de primaria en un colegio de las afueras de la ciudad y que pasaba sus ratos libres en la arena de la playa de aquel barrio. Una vida normal, alejada de la idealización y del mito que se generaría con la canción.


Helô Pinheiro en 2006
Ella acostumbraba a ir a dicho local a comprar cigarrillos para su madre o simplemente se dirigía a tomar el sol mientras que los allí presentes bromeaban y le silbaban, algo que, sin duda, le halagaba.

Esta mujer hoy es una famosa empresaria en su país. Fundó una tienda donde comercializa una línea de ropa que lleva el nombre de la canción que la hizo famosa, pero antes también presentó programas de televisión, actuó en telenovelas y posó para la portada de la revista Playboy en dos ocasiones (la segunda vez en 2003, junto a su hija). Diversos trabajos para poder ayudar a su familia tras haber pasado por momentos económicamente delicados.

No obstante, el tema que le dio fama no le reportó demasiados réditos, más bien contratiempos. En 2001, tras la muerte de Tom Jobim, sus herederos le demandaron por usar como nombre para su negocio el título de la canción. Argumentaban que, por el mero hecho de ser la inspiradora, no le correspondía beneficiarse de los derechos de autor. Un incidente que se resolvió de mutuo acuerdo, pero que le provocó unos problemas con los que nunca hubiese deseado encontrarse.

Sea como fuere, gracias a esta mujer podemos disfrutar de esta maravilla de canción, una de las cimas de la música popular del siglo XX, un tema sin fecha de caducidad, interpretado en distintos idiomas, utilizada en numerosas películas y versionado en multitud de ocasiones por artistas de los más diversos estilos, principalmente del jazz.

Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 6 de junio de 2013.

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