martes, 23 de octubre de 2018

Atando cabos


Leo en una revista que, para grabar A day in the life -canción de 1967 del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band de The Beatles- se contrató a una orquesta de 40 músicos y que, mientras se registraba, estaban presentes en los EMI Estudios de Abbey Road, en Londres, algunos ilustres invitados. Entre ellos, Keith Richards y Mick Jagger de The Rolling Stones, Marianne Faithfull (pareja, por entonces, del último), el cantautor escocés Donovan o Michael Nesmith.

Nesmith… El apellido me resulta conocido, pero no recuerdo de qué, así que me pongo a investigar. Lo primero que descubro es que fue componente de The Monkees, aquel grupo prefabricado expresamente para la televisión en la segunda mitad de los años 60. Un producto comercial cuyos miembros eran principalmente actores y que, aunque al principio no tocaban instrumentos ni participaban en la creación de los temas, se convirtieron en un gran fenómeno de masas, sobre todo para el público juvenil de Estados Unidos.

La historia de The Monkees comienza cuando los productores Bob Rafelson y Bert Schneider, conscientes de la gran repercusión que ha tenido la invasión británica musical en el país, con los Fab Four a la cabeza, y el tremendo éxito que cosecha la primera película del cuarteto de Liverpool, A hard day’s night (Richard Lester, 1964), deciden importar e imitar, de alguna manera, el modelo de la cinta a una serie televisiva dirigida a la audiencia más joven. Para ello, publicaron un anuncio en la revista de entretenimiento Daily Variety en el que se informaba del casting que iban a realizar para seleccionar a los componentes de la banda. ¿Os suena? Entre los candidatos había artistas que después tendrían una importante trayectoria, como Stephen Stills o Harry Nilson.

Finalmente los elegidos fueron Michael Nesmith, guitarra, Peter Tork, que tocaría el bajo, Micky Dolenz, la batería, y como vocalista principal, Davy Jones. Éste alcanzaría tal popularidad que una estrella emergente llamada David Jones adoptó como nombre artístico el de David Bowie para evitar ser confundido con él.

La dirección musical se encomendó a Don Kirshner, copropietario por entonces de la editorial Aldon Music, quien encarga los temas a algunos de los mejores compositores que trabajaban en los estudios del Brill Building de Nueva York como Neil Diamond, Carole King, Gerry Goffin o Neil Sedaka, entre otros.

La serie comenzó a emitirse en la NBC en 1966 con una magnífica aceptación. Los sencillos que interpretaba la banda alcanzaban rápidamente los puestos más altos de las listas de ventas en Norteamérica, como Last train to Clarksville o I’m a believer, que haría lo propio también en el Reino Unido. Sin embargo, Nesmith y Tork comenzaron a rebelarse porque no querían seguir siendo meras marionetas del proyecto. Deseaban participar activamente en las canciones y demostrar que eran buenos músicos. Lo conseguirían a partir de su tercer álbum, Headquarters (Colgems, 1967), ya sin la participación de Kirshner, que había iniciado otra aventura similar -esta vez de dibujos animados- llamada The Archies, que creó tras la negativa de los Monkees a grabar el tema Sugar sugar.

Seguían publicando discos y algunos singles más, como Daydream believer, último número 1 en USA. Además, se embarcaron en una gira de conciertos en la que actuó de telonero, ¡oh, sorpresa!, Jimi Hendrix, que en aquella época estaba necesitado de promoción ya que no era muy conocido en su país a pesar de su brillante directo en el Festival Pop de Monterey.

En 1968 comenzó el declive de The Monkees, fechas en las que rodaron una película, Head (Bob Rafelson), que tampoco gozó de muy buenos resultados. Mientras, la serie iba perdiendo audiencia. Dejó de emitirse a finales de ese año y Peter Tork se despedía de la banda para comenzar un proyecto en solitario. Dos Lp’s más en 1969 y Nesmith también abandona. Al año siguiente se publica el último álbum, finalizando así la primera etapa y la más gloriosa de la formación. Mucho después, los miembros originales se reunirían para grabar nuevo material, aunque con escasa trascendencia.

The Monkees fueron constantemente criticados por ser un grupo manufacturado y de laboratorio pero hay que reconocer que vendieron millones de discos en todo el mundo y dejaron para la posteridad numerosos y exquisitos temas del pop más pegadizo.


Pero volvamos con Nesmith, del que por cierto, encuentro esta curiosidad. Su madre, Bette, secretaria y mecanógrafa de profesión, fue la inventora del Liquid Paper, corrector para escritura en papel (lo que conocemos como Tipp-ex, vamos), algo que le reportó a la familia pingües beneficios.

Como decíamos, Michael Nesmith abandona The Monkees y comienza a publicar con un nuevo grupo, The First National Band. También se dedicó a la producción de artistas, como por ejemplo Linda Ronstadt, para la que escribe Different drum, que la cantante interpreta junto a The Stone Poneys.

Y ahora que empiezo a unir todas las piezas ya recuerdo de qué me sonaba este multidisciplinar artista porque, a todo lo dicho hasta el momento, hay que sumar su faceta de productor cinematográfico, realizador, escenógrafo y uno de los pioneros del videoclip musical, consiguiendo ganar un premio Grammy por su trabajo Elephant parts, en 1981.

En 1970 conseguía un éxito considerable con su canción Joanne, puesto nº21 en las listas de Billboard e incluida en su primer disco tras la salida de The Monkees, Magnetic south (RCA Victor). Un precioso tema folk con aires country que escuché hace unos años en un programa de radio y que estuvo durante todo el día sonando en bucle en mi cabeza.



Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 17 de octubre de 2013.

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