jueves, 18 de octubre de 2018

Django Reinhardt: Un prodigio de la naturaleza


Si no, ¿cómo explicar que se convirtiera en el guitarrista más importante del jazz europeo siendo analfabeto y teniendo dos dedos de una mano atrofiados? Pero es que, además, fue el que introdujo dicho instrumento en el género, tuvo una importancia equiparable a los grandes clásicos norteamericanos de la época y dejó para la posteridad un estilo inconfundible conocido como gypsy jazz o jazz manouche (en francés) que sigue influyendo a numerosos artistas de diferentes vertientes musicales. Pues algo innato debía tener el bueno de Jean Baptiste Reinhardt (1910-1953), seguro. 

Foto: William P. Gottlieb
Este belga de ascendencia gitana, se crió en un asentamiento en las afueras de París. Como dictaban las tradiciones ancestrales de su familia, eran nómadas y siguió los pasos de sus progenitores en el espectáculo, ya que su padre era músico y payaso y su madre, bailarina y acróbata. Alegre y extrovertido, se interesó desde muy pequeño por la música. A los 12 años comenzó tocando el banjo y pasó por el violín hasta que cogió su primera guitarra para, con los años, llegar a ser un auténtico genio de las seis cuerdas. Todo ello de forma autodidacta, aprendiendo a tocar observando a las personas de su entorno. Antes de cumplir los 13 ya se ganaba la vida junto a su hermano Joseph actuando en salas de fiestas o acompañando a distintos acordeonistas.

Pero en 1928 se produciría un suceso que cambió su vida para siempre. Reinhardt llegaba de madrugada a su casa-caravana después de una actuación. Su mujer se dedicaba a la venta ambulante de flores artificiales, de las que el habitáculo estaba lleno para ser comercializadas la mañana siguiente. Django oyó un ruido, pensó que era un ratón. Se levantó, cogió una vela y la encendió para ver si veía al animal, con tan mala suerte que cayeron algunas gotas de cera sobre aquel material inflamable y se produjo un terrible incendio en el interior del vehículo. La pareja salvó la vida tapándose con una manta, pero el guitarrista sufrió graves quemaduras en varias partes de su cuerpo. Consiguió que no le amputaran la pierna derecha, seriamente dañada, pero el anular y meñique de su mano izquierda se le quedaron inmovilizados como consecuencia del fuego. No podía extenderlos en su totalidad, así que sorteó su discapacidad inventando una nueva forma de pulsar las cuerdas con sólo dos de sus dedos.
Stéphane Grappelli.
Foto Allan Warren 
Cuentan que durante su convalecencia de más de un año en el hospital fue cuando se aficionó al jazz, tras comprar y escuchar discos de, entre otros mitos, Louis Armstrong. Después estuvo un tiempo trabajando en los cafés de París hasta que en 1934 fundó, junto al violinista parisino Stéphane Grappelli (1908-1997), el Quinteto Hot Club de Francia, que se hizo famoso tras sus grabaciones para Ultraphone, Decca y HMV y llevar el jazz por toda Centroeuropa durante el período de entreguerras.

Reinhardt, alma del Quintette, consiguió gran repercusión internacional por su creatividad y su capacidad de improvisación en sus canciones. Pero otro contratiempo importante estaba por llegar, aunque esta vez nuestro protagonista tuvo más suerte. En septiembre de 1939 estalla la II Guerra Mundial y sorprende al conjunto en Londres. Grappelli decide permanecer en el Reino Unido mientras que Django y los demás miembros vuelven a Francia. Mientras las personas de su etnia eran perseguidas y encerradas en campos de concentración, Reinhardt tuvo la fortuna de ser el protegido de uno de los oficiales de la Luftwaffe, aficionado a su música, llamado Dietrich Schulz-Köhn y apodado Doktor Jazz. Curiosamente, Django y sus canciones fueron un símbolo cultural de la resistencia de París durante la ocupación nazi.


Disuelto el Quinteto Hot Club de Francia durante la Guerra, Reinhardt formó una big band además de otros grupos y aprovechó para tocar con músicos americanos que venían de visita al Viejo Continente como Benny Carter, Coleman Hawkins o Dizzy Gillespie. La banda volvería a reunirse en 1948 y, aunque con variaciones en su formación, nunca perdieron sus señas de identidad que les llevaban a mezclar con maestría el swing con la tradición musical gitana del este de Europa.

Django Reinhardt con Duke Ellington
Foto: William P. Gottlieb
No hemos dicho aún que Reinhardt, además de un músico virtuoso, también era juerguista, bebedor y aficionado al juego. En 1946 viajó a Estados Unidos y tocó en varias ciudades con la orquesta de Duke Ellington. Pues bien, en una de esas actuaciones tuvo al mismísimo Duque un buen rato esperando en el escenario mientras que terminaba una partida de billar.

En U.S.A. tocó la guitarra eléctrica, pero sin mucho éxito. Tras su experiencia americana volvió a Francia. Su figura ha sido llevada al cine en un documental de 1958 dirigido por Paul Paviot. Pero quien más ha rendido homenaje a Reinhardt en el séptimo arte ha sido Woody Allen, quien ha utilizado muchas de sus grabaciones en sus películas, incluso filmó una inspirada en él, Sweet & lowdown (conocida en España como Acordes y desacuerdos) de 1999.

Django Reinhardt se retiró en 1951 a la localidad de Samois-sur-Seine, en Francia. Pasó sus últimos años de vida dedicado a la pesca y la pintura hasta que un día, volviendo de la estación de tren, se desplomó en la puerta de su casa como consecuencia de una hemorragia cerebral. Falleció el 16 de mayo de 1953 en el hospital de Fontainebleau con tan sólo 43 años, dejando más de 250 grabaciones en discos de 78 r.p. como este magnífico Limehouse blues.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 16 de mayo de 2013.

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