Para
ver actuar por primera vez a The
Rolling Stones en España
hubo que esperar algunos años. Su fama de músicos gamberros y
violentos, forjada desde los inicios de su carrera, motivó que no
fuesen muy bien vistos ni por las autoridades ni por el sector de la
prensa más conservadora durante la dictadura franquista. Para la
banda británica, que había tenido problemas en otros países por
posesión de marihuana, tampoco entraba en sus planes incluirnos como
destino en las giras por miedo a ser detenidos, aunque, eso sí, ya
habían estado de turismo en algunas ciudades a finales de los 60.
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Por
su parte, el afamado promotor de espectáculos musicales Gay
Mercader, que daba sus
primeros pasos en el negocio de la organización de eventos, llevaba
un tiempo realizando gestiones para que The Rolling Stones, uno de
sus grupos favoritos, ofrecieran un concierto en territorio nacional.
Sabía que, si lo conseguía, supondría un importante salto
cualitativo para su empresa y situaría a España en el mapa
internacional, abriendo el camino para que otras rutilantes estrellas
nos visitaran.
Aunque
no sería nada fácil. Distintos motivos -económicos y otros más
que surrealistas- impidieron a Mercader traer a la banda hasta 1976.
Fue gracias a la familia Balañá,
propietaria de las plazas de toros de Barcelona,
como consiguió materializar su sueño y el de los miles de
espectadores que acudieron a aquel recital en la Ciudad Condal el 11
de junio de ese año. Un evento que, en principio, se iba a celebrar
en el coso de Las Arenas,
pero que, una semana antes, se cambió la ubicación por La
Monumental, por considerar
este espacio más adecuado para un espectáculo de tales
características.
Por
fin The Rolling Stones hacían escala en nuestro país durante una de
sus giras, el Tour of Europe’76. Las entradas costaron 900 pts., un
precio elevado para la época. Fuera de la plaza, muchas personas
protestaban por ello y el amplio dispositivo policial desplegado para
la ocasión cargó contra ellas, llegando a lanzar varios botes de
humo, de los cuales, algunos cayeron dentro del recinto. El aforo sin
completar –se vendieron 11.000 entradas de las 18.000 disponibles-
y la reacción ejemplar de los asistentes ayudaron a que no se
produjera ninguna catástrofe. Aunque otra cuestión fue la
monetaria. Sus Satánicas Majestades cobraron 10 millones de pesetas
y las pérdidas ascendieron a unos 3 millones.
A
las 9 de la noche comenzaron su actuación los teloneros, John Miles
-en sustitución a última hora de Robin Trower- y The Meters,
mientras que los Stones aparecieron sobre las tablas pasadas las
12.30. En un escenario bastante más sencillo de lo que ahora nos
tienen acostumbrados, Mick
Jagger, Keith
Richards, Ron
Wood, Charlie
Watts y Bill
Wyman, acompañados por
músicos como Billy Preston
al piano, tocaron 20 temas, entre los que se encontraban algunos de
su último disco publicado, Black
and blue (Rolling Stones Records, 1976), y clásicos como
Get off of my cloud,
Brown sugar
o Jumpin’ Jack Flash.
Pero
si mítico fue este primer concierto en tierras hispánicas de The
Rolling Stones, hay otro que permanece en la retina de los seguidores
por la espectacularidad en su desarrollo y por lo que significó en
su momento, ya que no abundaban por estas tierras los acontecimientos
de tal magnitud. La fecha, el 7 de julio de 1982;
el lugar, el Estadio Vicente
Calderón de Madrid;
un evento organizado dentro de los actos culturales de promoción
para el Mundial de Fútbol.
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La
expectación que se creó fue enorme. Las emisoras de radio emitieron
programas sobre la banda durante las horas previas, la prensa escrita
se volcó con ellos y las revistas publicaron números especiales.
2.000 pts. pagaron por las entradas las 70.000 personas que
disfrutaron de aquel hito histórico, entre las que se encontraban
músicos de la escena nacional como Miguel Ríos, Ramoncín, Víctor
Manuel o Ana Belén, entre otros.
El
calor era sofocante, unos 40 grados, cuando los teloneros The J.
Geils Band iniciaron su actuación. Sin embargo, a medida que entraba
la noche, el cielo se iba cerrando con nubarrones negros. De pronto,
descargó una impresionante
tormenta de agua y viento,
acompañada de rayos y truenos, que hizo presagiar lo peor. Por otras
cuestiones, poco antes se había cancelado el concierto que iba a
tener lugar en el Estadio de Sarriá de Barcelona y que finalmente
se celebró también en Madrid, en el mismo escenario, el 9 de junio.
Así que, ante tal panorama meteorológico, el fantasma de la
suspensión apareció por momentos.
Pero
la tromba de agua no fue un impedimento, todo lo contrario. The
Rolling Stones salieron al escenario sobre las 21 hrs., bajo una
fuerte lluvia y una multitud de globos de colores que invadían todo
el campo. El show se iniciaba con la potente Under
my thumb y las
inclemencias del tiempo se habían convertido en un aliado de
excepción, en un elemento más de la escenografía y de los efectos
especiales.
Durante
la hora y media que, aproximadamente, duró la memorable actuación,
los británicos interpretaron 24 canciones, incluida Angie
que, aunque no la estaban tocando en la gira, quisieron tener un
detalle con los fans españoles, pues había sido el primer nº1 que
habían obtenido en el país, en 1973.
El
fin de fiesta fue apoteósico. Luces apagadas, suenan los acordes de
Satisfaction.
La banda apareciendo por el escenario y Mick Jagger, con el torso
desnudo y envuelto en una bandera de España, cantando en medio de
aquel temporal de agua y viento, para deleite de todos los
asistentes. Un instante único.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 20 de marzo de 2014.
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