La
marcha nocturna londinense a finales de los setenta comenzaba a
moverse en torno a clubes como el Blitz. Un garito situado en Covent
Garden cuya peculiar plantilla estaba formada por, entre otros, el
músico Rusty Egan a los platos, Boy George (Culture Club), quien se
encargaba del guardarropa, y un férreo portero, el extravagante
Steve Strange. Ávidos de diversión, en su sótano se daban cita
unos intrépidos jóvenes amantes del arte, cautivados por la moda y
aficionados a una música pop de ritmos bailables que incorporaba con
normalidad el uso de sintetizadores.
Conocidos
como los Blitz Kids, iban ataviados con llamativas indumentarias,
generosas dosis de maquillaje y perfectamente peinados. Al calor de
esta corriente vanguardista e influenciados por el glam, grupos como
Roxy Music o su gran ídolo, David Bowie, surgieron las bandas
agrupadas, ya en la recién estrenada década, bajo la etiqueta de
Nuevos Románticos: Visage, Duran Duran o Spandau Ballet. Estos
últimos actuarían allí cuando 1979 daba sus últimos coletazos,
convirtiéndose en una de las formaciones más emblemáticas del
local y del movimiento musical que estaba a punto de eclosionar.
El
embrión de Spandau Ballet se había gestado unos años antes, en
1976, cuando Gary Kemp -guitarra y principal compositor- funda The
Makers. En sus filas estaban algunos de sus compañeros de colegio
del barrio de Islington de donde procedían: el guitarrista y
vocalista Tony Hadley, el percusionista, guitarrista y posteriormente
saxofonista Steve Norman y el baterista John Keeble, además de
Michael Ellison -bajo-, reemplazado a los pocos meses por Richard
Miller.
Transcurrido
un periodo de inestabilidad, aunque fructífero en aprendizaje, Kemp
decidió reestructurar la banda, a la que se iba a incorporar su
hermano pequeño, Martin, como bajista. Lo siguiente era encontrar
otro nombre, que finalmente se escogió después de que el escritor y
locutor Robert Elms hubiese visto una pintada en un váter con la
inscripción Spandau Ballet -otras fuentes indican que fue el
productor de su primer single, Richard James Burgess (Landscape)-.
Todos estuvieron de acuerdo con la sonoridad que ofrecía la unión
de las dos palabras, pero la elección no iba estar exenta de
polémica.
Spandau es un distrito de Berlín, conocido sobre todo porque albergó una cárcel del mismo nombre, en la que estuvieron encarcelados siete condenados del régimen nacionalsocialista tras los Juicios de Núremberg. Después de su derribo, surgió el rumor de que en su interior se habían ejecutado a varios mandatarios del nazismo en la horca (aunque realmente éstos se produjeron en otro presidio). El Ballet de Spandau hacía referencia a la macabra imagen del movimiento de los cuerpos agonizando en la soga. Algunos defienden que esta expresión tiene su origen en la leyenda sobre el asesinato de aquellos dirigentes en la prisión de Spandau, y otros, que ya la utilizaban los nazis durante el Holocausto judío.
Portada de Journeys to glory |
Asimismo, por la simbología y otros elementos presentes
en su álbum de debut, los acusaron de hacer apología del fascismo -como, por ejemplo, este poema de Robert Elms incluido en la carpeta del álbum: Una figura rota reflejo de ardiente juventud / corta formas estridentes a través del ensortijado gris de las tres de la mañana. Escucha la sublime alegría de los ritmos inmaculados, la suprema vehemencia de la música para los héroes / dirigiéndose en línea recta al corazón de la danza. Sigue la agitada visión y el excitante sonido / del sendero que conduce hacia jornadas de gloria. (Aldarondo, Ricardo. Spandau Ballet. Salvat. Barcelona, 1991)-. Algo que raudamente desmintieron.
Demostraron
tener muy claras las ideas de cómo enfocar su carrera. Para
presentarse en sociedad y que el ambiente fuese el más adecuado para
su música, organizaron un concierto privado ante unas cincuenta
personas previamente seleccionadas. Igualmente, su deseo por
controlar con libertad todo el proceso compositivo, el diseño de las
portadas o la promoción, les llevó a constituir su propio sello
discográfico, Reformation, llegando a un acuerdo para editar y
distribuir sus discos a través de Chrysalis Records.
Abonado
el terreno para captar sus seguidores y creada la suficiente
expectativa para que los medios de comunicación ejercieran de
altavoz de su propuesta, en noviembre de 1980 aparece el single To
cut a long story short. Escalan hasta los puestos más elevados de
las listas y suenan habitualmente en discotecas y emisoras de radio,
obteniendo bastante popularidad en varios países europeos. Tres
meses más tarde lanzan The freeze. Ambos fueron los adelantos de su
primer larga duración, Journeys to glory (Reformation/Chrysalis, 1981), grabado en distintos
estudios de Londres con un notable presupuesto pese a su corta
trayectoria. Gozó de una gran acogida y lo defendieron en escena por
los clubes más modernos del viejo continente, entre los que se
incluyó el Rock-Ola de Madrid el 11 de julio de 1981.
No podía
ser de otra manera conociendo sus inquietudes: Spandau Ballet
aprovecharon las técnicas de difusión en boga de la época; por
ejemplo, los videoclips, con los que transmitían su planteamiento
estético. Del mismo modo, se erigieron en una de las formaciones
pioneras del pop en realizar remezclas de sus canciones en formato
maxisingle orientadas a la pista de baile.
En 1981
cerraba el Blitz; la fiebre de los Nuevos Románticos iba decayendo.
La vestimenta del quinteto también ofrecía cambios, se volvía más
discreta e incorporaba una uniformidad con camisas blancas, chalecos
y corbatas. Su inmediato sencillo, Chant n.1 (I don't need this
pressure on), suponía un giro en su sonido, más cercano a las
músicas negras, como el funk. Era el aperitivo de un segundo LP más
experimental, Diamond (Reformation/Chrysalis, 1982), cuya acogida no fue demasiado
satisfactoria.
Pero era
el momento de completar la trasformación y ofrecer ese soul de ojos
azules que los haría inmensamente famosos. En otoño se desplazan a
los estudios Compass Point de Nassau (Bahamas) para registrar ocho
temas que, tras la mezcla en Inglaterra, conformarían True (Reformation/Chrysalis, 1983).
Contrataron para la producción a Steve Jolley y Tony Swain, que ya
habían mostrado sus dotes trabajando con el trío Imagination, y en
los teclados estaba Jess Bailey. Fieles a sondear con previsión cada
lanzamiento, avanzaron Lifeline y Communication. True tuvo una enorme
aceptación -número uno en Reino Unido-, espoleado por los singles
Gold y True.
Ahora
llenaban estadios y conquistaban el mercado norteamericano, por lo
que no debían abandonar la línea estilística que tan provechosos
resultados les había proporcionado. En 1984, los Musicland Studios
de Múnich eran testigos de la grabación de Parade (Chrysalis), con el que
continuaría su racha triunfal.
Se
embarcaron en un amplio tour desde finales de ese año hasta
principios del 85, el World Parade. Desgraciadamente, Norman se
rompió los ligamentos de una rodilla, por lo que se vieron obligados
a cancelarla. Una vez recuperado éste de la lesión, retomaron su
actividad para dar forma a Through the barricades (CBS, 1986). Un álbum
más rockero y muy comprometido con las causas sociales. Un
posicionamiento criticado por la prensa especializada, aunque Spandau
Ballet había participado anteriormente en proyectos benéficos o
eventos solidarios como el Live Aid.
Sería
su primera referencia con CBS, consumada la ruptura con Chrysalis.
Hacía un tiempo que mantenían discrepancias con la compañía,
acrecentadas por la edición del recopilatorio The singles collection
(1985) sin su aprobación. En su posterior disco, Heart like a sky (CBS, 1989), quisieron recuperar sus rasgos más reconocibles. Hasta el
cuero de la etapa anterior fue sustituido por impecables trajes; pero
el álbum pasó sin pena ni gloria.
Tras
esta decepción, Spandau Ballet se separaban. Mientras tanto los
hermanos Kemp, que habían sido alumnos de la escuela de arte
dramático, recuperaron su otra pasión y se dedicaron al cine. Entre
medias, Hadley, Norman y Keeble demandaron a Gary por los derechos de
autor de las canciones. Superadas las diferencias, regresaron en 2009
con el anuncio de una serie de actuaciones y nuevo trabajo, Once
more (Mercury), que contenía versiones de sus clásicos y una novedad, el tema
de título homónimo. Cinco años más tarde aparecía un grandes
éxitos, The story/The very best of (Reformation/Rhino, 2014), en el que se incluían tres composiciones
inéditas.
Dicen
que la historia tiende a repetirse. A mediados de los ochenta era
conocida la rivalidad entre Spandau Ballet y Duran Duran. El
caprichoso destino ha querido que, tres decenios después, ambas
formaciones se encuentren actualmente inmersas en sus respectivas
giras y, en el caso de los segundos, estrenando material, Paper gods (Warner, 2015).
No se pueden repetir aquellas circunstancias, es lógico; ni se
volverán a ver carpetas forradas con fotos suyas de la Super Pop,
pero sí que puede ser un buen motivo para redescubrir su música.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 11 de septiembre de 2015.
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