viernes, 16 de noviembre de 2018

Spandau Ballet: el culto a la belleza


La marcha nocturna londinense a finales de los setenta comenzaba a moverse en torno a clubes como el Blitz. Un garito situado en Covent Garden cuya peculiar plantilla estaba formada por, entre otros, el músico Rusty Egan a los platos, Boy George (Culture Club), quien se encargaba del guardarropa, y un férreo portero, el extravagante Steve Strange. Ávidos de diversión, en su sótano se daban cita unos intrépidos jóvenes amantes del arte, cautivados por la moda y aficionados a una música pop de ritmos bailables que incorporaba con normalidad el uso de sintetizadores.

Conocidos como los Blitz Kids, iban ataviados con llamativas indumentarias, generosas dosis de maquillaje y perfectamente peinados. Al calor de esta corriente vanguardista e influenciados por el glam, grupos como Roxy Music o su gran ídolo, David Bowie, surgieron las bandas agrupadas, ya en la recién estrenada década, bajo la etiqueta de Nuevos Románticos: Visage, Duran Duran o Spandau Ballet. Estos últimos actuarían allí cuando 1979 daba sus últimos coletazos, convirtiéndose en una de las formaciones más emblemáticas del local y del movimiento musical que estaba a punto de eclosionar.

El embrión de Spandau Ballet se había gestado unos años antes, en 1976, cuando Gary Kemp -guitarra y principal compositor- funda The Makers. En sus filas estaban algunos de sus compañeros de colegio del barrio de Islington de donde procedían: el guitarrista y vocalista Tony Hadley, el percusionista, guitarrista y posteriormente saxofonista Steve Norman y el baterista John Keeble, además de Michael Ellison -bajo-, reemplazado a los pocos meses por Richard Miller.

Transcurrido un periodo de inestabilidad, aunque fructífero en aprendizaje, Kemp decidió reestructurar la banda, a la que se iba a incorporar su hermano pequeño, Martin, como bajista. Lo siguiente era encontrar otro nombre, que finalmente se escogió después de que el escritor y locutor Robert Elms hubiese visto una pintada en un váter con la inscripción Spandau Ballet -otras fuentes indican que fue el productor de su primer single, Richard James Burgess (Landscape)-. Todos estuvieron de acuerdo con la sonoridad que ofrecía la unión de las dos palabras, pero la elección no iba estar exenta de polémica. 

Spandau es un distrito de Berlín, conocido sobre todo porque albergó una cárcel del mismo nombre, en la que estuvieron encarcelados siete condenados del régimen nacionalsocialista tras los Juicios de Núremberg. Después de su derribo, surgió el rumor de que en su interior se habían ejecutado a varios mandatarios del nazismo en la horca (aunque realmente éstos se produjeron en otro presidio). El Ballet de Spandau hacía referencia a la macabra imagen del movimiento de los cuerpos agonizando en la soga. Algunos defienden que esta expresión tiene su origen en la leyenda sobre el asesinato de aquellos dirigentes en la prisión de Spandau, y otros, que ya la utilizaban los nazis durante el Holocausto judío. 

Portada de Journeys to glory
Asimismo, por la simbología y otros elementos presentes en su álbum de debut, los acusaron de hacer apología del fascismo -como, por ejemplo, este poema de Robert Elms incluido en la carpeta del álbum: Una figura rota reflejo de ardiente juventud / corta formas estridentes a través del ensortijado gris de las tres de la mañana. Escucha la sublime alegría de los ritmos inmaculados, la suprema vehemencia de la música para los héroes / dirigiéndose en línea recta al corazón de la danza. Sigue la agitada visión y el excitante sonido / del sendero que conduce hacia jornadas de gloria. (Aldarondo, Ricardo. Spandau Ballet. Salvat. Barcelona, 1991)-. Algo que raudamente desmintieron.

Demostraron tener muy claras las ideas de cómo enfocar su carrera. Para presentarse en sociedad y que el ambiente fuese el más adecuado para su música, organizaron un concierto privado ante unas cincuenta personas previamente seleccionadas. Igualmente, su deseo por controlar con libertad todo el proceso compositivo, el diseño de las portadas o la promoción, les llevó a constituir su propio sello discográfico, Reformation, llegando a un acuerdo para editar y distribuir sus discos a través de Chrysalis Records.

Abonado el terreno para captar sus seguidores y creada la suficiente expectativa para que los medios de comunicación ejercieran de altavoz de su propuesta, en noviembre de 1980 aparece el single To cut a long story short. Escalan hasta los puestos más elevados de las listas y suenan habitualmente en discotecas y emisoras de radio, obteniendo bastante popularidad en varios países europeos. Tres meses más tarde lanzan The freeze. Ambos fueron los adelantos de su primer larga duración, Journeys to glory (Reformation/Chrysalis, 1981), grabado en distintos estudios de Londres con un notable presupuesto pese a su corta trayectoria. Gozó de una gran acogida y lo defendieron en escena por los clubes más modernos del viejo continente, entre los que se incluyó el Rock-Ola de Madrid el 11 de julio de 1981.


No podía ser de otra manera conociendo sus inquietudes: Spandau Ballet aprovecharon las técnicas de difusión en boga de la época; por ejemplo, los videoclips, con los que transmitían su planteamiento estético. Del mismo modo, se erigieron en una de las formaciones pioneras del pop en realizar remezclas de sus canciones en formato maxisingle orientadas a la pista de baile.

En 1981 cerraba el Blitz; la fiebre de los Nuevos Románticos iba decayendo. La vestimenta del quinteto también ofrecía cambios, se volvía más discreta e incorporaba una uniformidad con camisas blancas, chalecos y corbatas. Su inmediato sencillo, Chant n.1 (I don't need this pressure on), suponía un giro en su sonido, más cercano a las músicas negras, como el funk. Era el aperitivo de un segundo LP más experimental, Diamond (Reformation/Chrysalis, 1982), cuya acogida no fue demasiado satisfactoria.

Pero era el momento de completar la trasformación y ofrecer ese soul de ojos azules que los haría inmensamente famosos. En otoño se desplazan a los estudios Compass Point de Nassau (Bahamas) para registrar ocho temas que, tras la mezcla en Inglaterra, conformarían True (Reformation/Chrysalis, 1983). Contrataron para la producción a Steve Jolley y Tony Swain, que ya habían mostrado sus dotes trabajando con el trío Imagination, y en los teclados estaba Jess Bailey. Fieles a sondear con previsión cada lanzamiento, avanzaron Lifeline y Communication. True tuvo una enorme aceptación -número uno en Reino Unido-, espoleado por los singles Gold y True.


Ahora llenaban estadios y conquistaban el mercado norteamericano, por lo que no debían abandonar la línea estilística que tan provechosos resultados les había proporcionado. En 1984, los Musicland Studios de Múnich eran testigos de la grabación de Parade (Chrysalis), con el que continuaría su racha triunfal.

Se embarcaron en un amplio tour desde finales de ese año hasta principios del 85, el World Parade. Desgraciadamente, Norman se rompió los ligamentos de una rodilla, por lo que se vieron obligados a cancelarla. Una vez recuperado éste de la lesión, retomaron su actividad para dar forma a Through the barricades (CBS, 1986). Un álbum más rockero y muy comprometido con las causas sociales. Un posicionamiento criticado por la prensa especializada, aunque Spandau Ballet había participado anteriormente en proyectos benéficos o eventos solidarios como el Live Aid.

Sería su primera referencia con CBS, consumada la ruptura con Chrysalis. Hacía un tiempo que mantenían discrepancias con la compañía, acrecentadas por la edición del recopilatorio The singles collection (1985) sin su aprobación. En su posterior disco, Heart like a sky (CBS, 1989), quisieron recuperar sus rasgos más reconocibles. Hasta el cuero de la etapa anterior fue sustituido por impecables trajes; pero el álbum pasó sin pena ni gloria.

Tras esta decepción, Spandau Ballet se separaban. Mientras tanto los hermanos Kemp, que habían sido alumnos de la escuela de arte dramático, recuperaron su otra pasión y se dedicaron al cine. Entre medias, Hadley, Norman y Keeble demandaron a Gary por los derechos de autor de las canciones. Superadas las diferencias, regresaron en 2009 con el anuncio de una serie de actuaciones y nuevo trabajo, Once more (Mercury), que contenía versiones de sus clásicos y una novedad, el tema de título homónimo. Cinco años más tarde aparecía un grandes éxitos, The story/The very best of (Reformation/Rhino, 2014), en el que se incluían tres composiciones inéditas.

Dicen que la historia tiende a repetirse. A mediados de los ochenta era conocida la rivalidad entre Spandau Ballet y Duran Duran. El caprichoso destino ha querido que, tres decenios después, ambas formaciones se encuentren actualmente inmersas en sus respectivas giras y, en el caso de los segundos, estrenando material, Paper gods (Warner, 2015). No se pueden repetir aquellas circunstancias, es lógico; ni se volverán a ver carpetas forradas con fotos suyas de la Super Pop, pero sí que puede ser un buen motivo para redescubrir su música.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 11 de septiembre de 2015.

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