viernes, 30 de octubre de 2020

‘Jazz en español. Derivas hispanoamericanas’, de Julián Ruesga Bono (ed.)

Esta no es una novedad editorial. Sin embargo, mantiene su vigencia. Además, el propio carácter de la publicación y de la música aquí tratada hacen que estemos ante un trabajo en constante evolución y, por tanto, imposible de presentar en una obra cerrada. De hecho, este texto fue lanzado originalmente en 2013 y en 2017 alcanzó su, hasta la fecha, cuarta edición. Aunque la que llegó a mis manos y reviso ahora es la tercera, de 2016 y con marchamo del Instituto de Etnomusicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Jazz en español. Derivas hispanoamericanas es un compendio de las historias del jazz facturado en los países de habla española a través de las aportaciones de quince expertos en la materia de cada nación con la coordinación del escritor y crítico cultural Julián Ruesga Bono, quien también firma el primer capítulo y el prefacio. En éste, Ruesga indica que el libro es una especie de continuación/ampliación de otro volumen bajo su dirección, In-fusiones de jazz (Arte-facto, colectivo cultura contemporánea, 2011), en el que varias voces autorizadas, entre las que están Chema García Martínez, Luis Clemente o él mismo, describen el desarrollo y la transformación del género desde los años cincuenta y sus hibridaciones con otros lenguajes como el del flamenco, las músicas latinas, la electrónica o las tecnologías digitales.

En este nuevo acercamiento al mundo del jazz desde la perspectiva de los territorios castellanoparlantes se entremezclan el pasado y el presente de las escenas analizadas con el objetivo de crear vínculos que estimulen su futuro. Por eso, a parte de la música, son abordadas las características de otros agentes que lo convierten no sólo en un estilo musical sino en todo un fenómeno cultural: medios de comunicación, discográficas, productores, público, escuelas o festivales, tan importantes para la divulgación y tan responsables de su consolidación y crecimiento. Por supuesto, no faltan las figuras más destacadas de cada época, mientras que, por el rigor académico que destila, resulta inevitable la sucesión de listas bibliográficas, discográficas y filmográficas, así como programas de radio y televisión y las referencias digitales que proliferan desde algunos años atrás. Este acopio documental, al mismo tiempo que justifica los datos, sirve de excelente guía para nutrirse de ingente información sobre el jazz procedente de estas latitudes.

Por su parte, el relato histórico-musical de cada país muestra diferentes métodos de planteamiento atendiendo a las peculiaridades de cada región, si bien la mayoría cuenta con un rico acervo de ritmos autóctonos y un arraigado folclore. De esta manera, nos encontramos con exposiciones más o menos cronológicas de hitos, como las que realizan Sergio Pujol sobre el jazz en Argentina, Sergio Calero de Bolivia, Álvaro Menanteau en Chile, Juan Franco sobre Colombia, Juan Mullo Sandoval en Ecuador, Alain Derbez sobre México y Darío Tejeda del Caribe, concretamente en las Antillas hispanohablantes y francófonas. Por otro lado, nos topamos con otras más condicionadas por la escasez de investigaciones, de discos editados o la exigua aceptación del oyente, por lo que el relato estaría aún por completarse, siendo éstos los acercamientos iniciales a la cuestión en algunos casos. Son los ejemplos de Paraguay, redactado por Germán Lema; Perú, por José Ignacio López Ramírez-Gastón; Venezuela, a cargo de Dimitar Correa; y de la complejidad de América Central, donde existen pocos datos más allá de ciertos músicos actuales, especialmente en El Salvador, según explica Luis Monge.

Otros autores, como Joaquín Borges-Triana sobre Cuba, optan por repasar la crónica jazzística prestando atención a la buena salud de las propuestas más recientes y su vinculación con festivales y concursos trascendentales; entretanto, para Uruguay, la fórmula elegida es la de una retrospectiva desde el punto de vista del antropólogo y músico Luis Ferreira a través del intercambio de impresiones y la narración de anécdotas. En cuanto a nuestra geografía, el historiador y doctor en musicología Iván Iglesias efectúa un prodigioso ejercicio de síntesis para mostrar la recepción, difusión y consumo del jazz en relación con los diversos procesos sociales, políticos, culturales y estéticos que lo acompañaron. Por último, Berenice Corti ofrece un capítulo final en el que abre un turno de debate y futuras vías de indagación con asuntos como el origen, la identidad, la nacionalidad o la tradición del jazz.

Las 400 páginas de esta suerte de atlas sonoro denominado Jazz en español. Derivas hispanoamericanas, ambicioso proyecto colaborativo que necesitó de más de tres años de esfuerzo para poder ver la luz en su momento, supone una excelente oportunidad para derribar muros y mitos y una inmejorable pauta para conocer las aventuras de un género en zonas en las que tradicionalmente no reparamos, además de alentar al descubrimiento de exquisitas grabaciones y curiosidades que confirman los atributos asociados al jazz, una música global, intercultural y en irrefrenable progreso.


Jazz en español. Derivas hispanoamericanas. Julián Ruesga Bono (editor). Instituto de Etnomusicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú/Arte-Facto. Lima (Perú), 2016. 411 páginas. ISBN: 978-612-45070-2-1. 

jueves, 22 de octubre de 2020

Salvia, un vergel de cultura independiente

Los días 23 y 24 de octubre están marcados en verde en el calendario de los aficionados a la música, el cine y demás artes. En verde, como la vegetación del Jardín Botánico-Histórico La Concepción de Málaga, que ejercerá de impresionante recinto para las nuevas jornadas de cultura sonora Salvia, un evento extraordinario que ahora brota en el terreno agreste en el que se ha convertido este año atípico año para el sector del espectáculo.

Diseño cartel: Álvaro Fernández (@unbuentipo)
Ilustraciones: Benjamin Fawcett, rawpixel,
Shirley Hibberd.

Detrás de la organización del apetitoso menú se encuentran los equipos de la sala Velvet Club y de Moments Festival / Staf Magazine, cuyos responsables, Juan Diego Altamirano y Juan José Moya, respectivamente, nos decían sobre la gestación de Salvia: “Llevábamos años queriendo hacer un proyecto juntos y, después de que Juanjo encontrara el concepto, el entorno y el nombre de las jornadas, le fuimos dando forma poco a poco. La idea es realizar una actividad cultural y musical de calidad y de una manera que nosotros creemos que es la más apropiada”. Todo un acontecimiento para 200 privilegiados, que agotó las entradas a las pocas horas de ser puestas a la venta a principios de septiembre y donde, ni que decir tiene, se cumplirán con todos los protocolos sanitarios establecidos por las autoridades para que todo se desarrolle con seguridad.

De esta manera, el programa previsto se desarrollará en dos escenarios al aire libre que acogerán las actuaciones de la mayor variedad de especies del panorama musical malagueño. Semillas para la vida en forma de pop, rock, electrónica, flamenco, jazz, etc.:

Ballena. De la factoría Subterfuge, una cooperativa de veteranos músicos de la escena que podrá darle recorrido a su último LP, publicado a principios de año.

Break the Senses. Power trío de Vélez-Málaga de potente sonido y con vocación internacional; su más reciente álbum se titula Future, love & chaos.

Bromo. Propuesta de música electrónica y arte digital de Paloma Peñarrubia (a.k.a. Las Flores No Lloran) y Azael Ferrer.

CaraduSanto. El músico, pintor y diseñador de joyas Juanjo García Martín es la persona detrás de este proyecto que “busca paisajes hipnóticos llenos de armonía y crea beats a través de ruidos de instrumentos analógicos”.

Duro Vino. Colectivo de arte, música y pensamiento crítico formado por el artista plástico y visual Miguel Retamero y la pianista y artista sonora Carmen Morales.

Lüüü. Proyecto electrónico y experimental de Juanlu Barlow, músico underground que también ha formado parte de la Static Band o Three Broken Tapes.

Jamie 4 President. Cuarteto de la escudería BCore formado por Jamie R. Green, Pablo González, Xavi Calvet y Borja Pérez, de actitud punk y un sonido que viaja entre el indie rock, el emo y el power pop.   

Delia Membrives & José Naranjo. Cantaora y guitarrista flamencos.

Kermit. Cuarteto instrumental de post-rock y jazz-rock. Su último trabajo, de 2014, es un homenaje a la revista de poesía Litoral.

Luz Prado. Violinista, improvisadora y artista sonora.

MauriFunk, pop y rock desde Toledo de un trío con grandes vínculos malacitanos.  

Noelia Naval & Danielle. Rendirán homenaje, en formato acústico, a las mejores voces femeninas del jazz, el soul y el blues. 

Notes To Myself. Cuarteto de indie rock que, después de un largo parón, vuelve con fuerza. Sus últimas referencias son los EP’s Embers y Space cowboys.

Pepo Galán. Compositor, multiinstrumentista, productor y cofundador del sello de música experimental El Muelle Records.

Sorry Kini. Cuarteto de post-rock que prepara nuevas grabaciones tras varios años de trayectoria.

Trío Zwicky. Formación de jazz de guitarra, contrabajo y batería que mezcla elementos de la música contemporánea e improvisación libre.

Igualmente, se proyectarán cuatro documentales, Drunk O Rama. Historias de un bar (Isabel Pajares, 2020), Salad days: A decade of punk in Washington, DC 1980-89 (Scott Crawford, 2014), Don’t break down: A film about Jawbreaker (Tim Irwin/Keith Schieron, 2017) y The jazz loft according to W. Eugene Smith (Sara Fishko, 2015). Además, habrá momentos para andarse por las ramas con las tertulias y los encuentros sobre los míticos 713avo Amor (“Entre la poesía y la leyenda”), en el que dos de sus miembros rememorarán su historia y charlarán con Miguel Navarro (Alone Records, Kromatik), entre otras cosas de, atención, planes de futuro; las mujeres artistas de Málaga, en el que las participantes del cartel analizarán su realidad dentro de la industria musical; los bares y los directos en la ciudad, con intervención de Daniel Romero del ‘Drunko’ y el propio Altamirano; y una conferencia a cargo del periodista y sociólogo José Manuel Rojas bajo el título de “Flamenco: ni caminos ni fronteras”.    

Esperemos que Salvia eche raíces e insufle aire fresco a la tan maltrecha escena cultural para que próximamente germine otra edición y nos permita ver el bosque de la esperanza sin que, por ello, dejemos de disfrutar contemplando los árboles.

lunes, 19 de octubre de 2020

Pablo Mazuecos: 'Hace falta una revolución de la música en directo'

El director de Clasijazz Almería nos recibe en la cafetería de este referente del género en nuestro país desde 1998 y que ha acogido en su escenario a enormes figuras de la historia del jazz como Brad Mehldau, Sheila Jordan, Benny Golson o Lee Konitz. Aprovechamos la distendida conversación con Mazuecos, aromatizada con café recién hecho, para conocer cómo han sobrellevado estos tiempos nuevos y salvajes y cuáles serán los caminos por los que discurrirá la sala sin que la incertidumbre actual afecte a su misión de predicar, educar y emocionar con la cultura. 

Aspecto de la sala de conciertos. Foto cedida por Pablo Mazuecos, Clasijazz.

¿Cómo has pasado estos últimos meses, Pablo?

Pues bien, aunque han sido difíciles. Principalmente, activando muchas iniciativas que por falta de tiempo nunca habíamos preparado, tanto en mi trabajo en el conservatorio, telemáticamente, como en Clasijazz.

¿Y cómo los ha vivido Clasijazz?

Con algunas dificultades, pero bien, resistiendo. Se tuvieron que parar todas las escuelas de música, se anularon las clases de baile swing, que son muy importantes para nosotros, ya que cuentan con 120 inscritos... Después se hizo la conversión online de los talleres...

Como consecuencia de la no presencialidad de los alumnos de la escuela, la cifra de nuestros socios bajó de 600 a 400. Igualmente, sufrimos la falta de ingresos por las consumiciones de la cafetería durante los conciertos. Sin embargo, la sostenibilidad económica del local ha sido posible, sobre todo, por la fidelidad absoluta de la mayoría de los socios, que han seguido contribuyendo a la causa.

¿Habéis recibido alguna ayuda o apoyo de la Administración?

Acabamos de recibir la primera ayuda, la de la Junta de Andalucía destinada a salas y espacios culturales por cancelación de la programación como consecuencia de la COVID-19, que nos ha venido muy bien para liquidar ciertas deudas. Pero poco más por ahora.  

No obstante, según hemos podido saber, durante el confinamiento también se han consolidado interesantes proyectos que tal vez hubiesen sido más difíciles de materializar con la carga de trabajo habitual que tenéis. Cuéntanos más detalles.

Efectivamente. Uno muy ilusionante ha sido la creación de la primera asociación de big bands de España, ABbE, con más de un centenar de formaciones participantes y sobre cuya actividad se puede conocer más en su página web.

Por otra parte, ya es una realidad Jazz Advanzed Clubs, una marca bajo la cual seis salas vamos a trabajar en objetivos afines como en la organización de giras, en compartir artistas nacionales e internacionales, facilitar entradas a los locales y programar otras actividades culturales. Se trata de Jimmy Glass Jazz en Valencia, Sunset Jazz Club en Girona, BJC Bilbaína Jazz Club en Bilbao, Jazzazza en Algezares, Murcia, Clarence Jazz Club en Torremolinos, Málaga y Clasijazz en Almería, cuya característica común es que están situados en la periferia, fuera de los circuitos habituales de grandes capitales como Madrid o Barcelona. A la espera de que se retome la actividad en estos lugares, actualmente estamos inmersos en la finalización de la página web. 

Asimismo, en esas fechas de encierro, habéis ofrecido un contenido online especial y de mucha calidad.

Así es. Este se basó en The Clasijazz Show, un espacio de conversaciones y entrevistas con grandes figuras como Marco Mezquida, Joan Chamorro, Andrea Motis o Enrique Oliver. Más de una decena de episodios que pueden seguir viéndose en el canal de YouTube. Otro puntal fundamental fue el especial de 24 horas que se realizó el 30 de abril con motivo del Día Internacional del Jazz, y que tuvo una gran aceptación. Y también se emitieron conciertos desde otros países que, en su momento, no tenían medidas tan restrictivas como las nuestras, como era el caso de Dinamarca.

El pasado 17 de septiembre, el mundo del espectáculo y los eventos se manifestaba, a través del movimiento #AlertaRoja, para dar visibilidad a la grave situación que atraviesa como consecuencia de la crisis provocada por el coronavirus. ¿Qué medidas crees que podrían llevarse a cabo para revitalizar el sector?

La periodicidad. Que haya una continuidad real en el trabajo del músico, que exista un circuito de pequeños sitios, autogestionados, aunque cuenten también con ayuda pública, en los que puedan actuar durante todo el año. El sueldo no puede depender puntualmente de los festivales y las grandes citas, que están geniales, pero es que ahora se ha visto cómo se ha tambaleado la estabilidad de los artistas y de todo lo que rodea la actividad cultural.

Siempre os estáis reinventando, pero ahora os habéis visto obligados a hacerlo por los efectos de la pandemia. ¿Cómo habéis adaptado vuestra programación mensual?

Lo hemos adaptado absolutamente todo ya. Hay un público siempre online a través de Zoom. El aforo ha pasado a ser ilimitado. ¡Fíjate qué paradoja! Con las restricciones de aforo, ahora lo tenemos ilimitado. Aunque existe la restricción física, hay mucho interés por la marca Clasijazz fuera de aquí, en otras provincias y países.

¿Cuál ha sido la respuesta de los socios y espectadores eventuales al formato online?

Muy buena. Más de lo que esperábamos. Primero lo hicimos gratuito para los socios. Pero claro, el músico también dependía de la taquilla. Y dada la calidad de las grabaciones que estamos ofreciendo, con cuatro cámaras de alta definición y realización en directo, la gente está comprando entradas.

O sea, que hay movimiento y el artista puede beneficiarse también. Igualmente, existe bastante interacción: en el escenario hemos instalado una pantalla donde los espectadores pueden saludar a través de Zoom, se escuchan las palmas entre tema y tema… Para el músico no es una situación tan fría como grabar un concierto y emitirlo. Está viendo al público. Da muy buen rollo y los que lo han probado están muy contentos con el resultado.

Pablo Mazuecos en la entrada de Clasijazz. Foto: Gilberto Márquez.

¿Consideras que los conciertos de pago a través de la red seguirán siendo ofertados con asiduidad aun cuando todo esto pase?

Yo creo que sí, porque, al final, estamos creando más demanda de cultura. Y de todo hay, pero muchos artistas han visto que se trata de un complemento perfecto a su trabajo.

También hay que realizar una labor de educación como intentamos hacer aquí. Acostumbrar a la gente a los directos, por eso nuestra escuela de música está adherida al concierto. Tienes que hacerte socio para poder verlos. Existen millones de personas en España que estudian un instrumento pero hay que educarlos para que acudan a los conciertos. Entonces, lo que hace falta es una revolución de la música en directo. De formación ya la hay.

¿Con qué planes de futuro y novedades nos sorprenderá Clasijazz?

Estará centrado en la creación de una big band profesional, guiada por la interdisciplinariedad y se seguirán potenciando los contenidos presenciales y online.

Autogestionaremos una big band profesional, la primera en España, de enero a junio. Un proyecto que se asienta en la formación, la educación y la didáctica, que realizará una gira andaluza y ofrecerá conciertos para demostrar todo el abanico de posibilidades que puede brindar una formación como ésta a una ciudad.

Dispondremos de una estructura de programación casi continua 24 horas, basada en la creación de esta big band. En el local, de miércoles a sábado, las actividades continuarán con su calidad habitual, además de acoger a los artistas internacionales de referencia que siempre quieren actuar aquí.

Y, por supuesto, esa relación interdisciplinar que se efectuará en ciclos como Cienciajazz, en un nuevo programa como Edujazz, en el que participarán los mejores divulgadores del país en las más avanzadas técnicas de educación de diferentes disciplinas, el trabajo rítmico y emocional con niños con discapacidad intelectual, etc.

Otra novedad, en la que estará integrada la cafetería, es un ciclo de cocina en vivo para que las personas que hayan adquirido una entrada de un espectáculo puedan tener acceso, dos o tres horas antes del mismo, a la demostración de la elaboración de un plato determinado con el objetivo de que lo preparen en casa antes del evento.

En definitiva, son ideas que complementan la experiencia Clasijazz, donde estamos empeñados en poner en el mismo plano las artes y las ciencias. 

Big Band Clasijazz. Foto: Manuel Rubio.

Dicen que de los momentos de crisis surgen nuevas oportunidades. ¿Qué aprendizaje te llevas de estos meses tan complejos y que puedas aplicar en beneficio de Clasijazz más adelante?

Muchísimos. Uno, digamos, esencial, que es luchar más todavía contra los elementos y que la autosuficiencia te hace reinventarte más si cabe. Porque no tenemos ayuda. Por ejemplo, ¿cómo hemos podido, después de esa bajada de socios, llegar a mantenernos a flote? Eso es un aprendizaje, quieras o no. Es una oportunidad para seguir aprendiendo. Y con aforos reducidos. Si ya de por sí son músicas minoritarias, intentar ahora hacerlas mayoritarias conlleva un reto aún mayor.

Y después que, en tan pocos meses, hemos podido desarrollar un proceso digital de gran magnitud; nos hemos reinventado con poquísimos recursos. Hemos llegado a hacer un plató de televisión en Clasijazz, con todo lo que esto conlleva.

Más información sobre Clasijazz, sus escuelas formativas y su programación en su página web.


Artículo publicado originalmente en la web de la revista Más Jazz el 16 de octubre de 2020.

 

viernes, 16 de octubre de 2020

De batería de Genesis a escritor de ‘best sellers’ en La Alpujarra

Chris Stewart fue fugaz batería en los comienzos de la banda británica y alcanzó el éxito literario a finales de los noventa con la publicación de su primera obra, Entre limones, basada en las vivencias como residente en una remota finca de Órgiva (Granada).

Hace ya más de tres decenios que Chris Stewart decidió instalarse junto a su mujer, Annie, en un lugar recóndito e idílico que le enamoró. Su atracción por España le había llevado en 1972 a viajar a Sevilla con el propósito de aprender a tocar la guitarra. Pero no era lo suyo. Conocedor de algunas otras zonas de Andalucía, sin embargo, optó por quedarse en La Alpujarra, fascinado por la lectura de Al sur de Granada (1957) del hispanista Gerald Brenan.
Chris Stewart en la Casa Gerald Brenan de
Churriana (Málaga) en 2014.
Foto: Gilberto Márquez.

Lo hizo, concretamente, en un cortijo llamado El Valero, situado junto al río Guadalfeo, a varios kilómetros de la población a la que pertenece, Órgiva, en unos terrenos con altas probabilidades de inundación y, por tanto, de incomunicación. Ahora han cambiado muchas cosas, pero entonces, no disponían ni de agua corriente ni de electricidad. Stewart y su esposa se afanaron en acondicionar con sus propias manos y escasos medios aquel hogar, en el que, además, nacería su hija, Chloe. Trabajaron con ahínco la tierra y criaron animales para su venta. Unas actividades que les ayudaron a autoabastecerse en un elevado porcentaje y contribuyeron a la economía familiar durante mucho tiempo.

Un buen día, unos amigos editores, entusiasmados por su forma de vida en el campo, le propusieron contar su experiencia en un libro. Stewart comenzó a narrar sus quehaceres cotidianos, a retratar el ambiente que le rodeaba y a plasmarlos sobre el papel. Animado, continuó y, poco a poco, dio forma a Driving over lemons: An optimist in Andalucía (Sort of books, 1999), cuya publicación en castellano apareció posteriormente como Entre limones: historia de un optimista (Almuzara, 2006). El resultado, una enorme cifra de ejemplares vendidos y un efecto llamada para numerosos foráneos aventureros que se han asentado en la región. Después vendrían otros cuatro títulos más.

A los 48 años había descubierto su don. Y bien que probó con muchos y dispares oficios antes de convertirse en escritor de éxito: percusionista en un circo, granjero, redactor de una guía de viaje en China, marinero, piloto de aviación y, su principal fuente de ingresos, esquilador itinerante de ovejas. No obstante, cuando salió su ópera prima, la editorial, a modo de estrategia para destacar entre el maremágnum de lanzamientos, determinó incluir en la solapa que Stewart tocó las baquetas en los inicios de Genesis. Hasta ese momento, poco se sabía de esta faceta suya, si bien el año anterior recibía la invitación y acudía a la fiesta de celebración del 30ª aniversario del grupo, que se desarrolló en un exclusivo local del Soho londinense.

El combo británico surgió del elitista colegio Charterhouse de Godalming, en Surrey. Allí se crearon otras formaciones como Anon, en la que militaban Anthony Phillips y Mike Rutherford, o Garden Wall, que contaba en sus filas con Tony Banks, Peter Gabriel y Chris Stewart. En 1967, bajo el liderazgo del productor Jonathan King, estos cinco colegas de clase se unieron para configurar Genesis. Stewart sólo participó en la grabación del single de debut, Te silent sun / That’s me, y en la del segundo, A winter’s tale / One eyed hound, ambos de febrero de 1968 en el sello Decca. Pero poco después lo echaron y él, con mucho humor y sinceridad, reconoce que fue porque “tocaba fatal”. En marzo llegó el primer LP, From Genesis to revelation (Decca, 1968), de exigua repercusión. Hubo que esperar a octubre de 1970, ya con el sello Charisma y el álbum Trespass, para que se vislumbrara el despegue.


Más tarde, y tras algunos cambios en el puesto de Stewart, se afianzaría Phil Collins y, como suele decirse, el resto es historia. Una historia de la que nuestro protagonista no estuvo muy al tanto, ya que admite que no volvió a tener relación con sus excompañeros y que no escuchaba su música “por pura mala leche”, porque lo consideraba un grupo de pijos, aunque confiesa que últimamente se ha detenido en sus canciones y le gustan. Aun así, se alegra de cómo se han sucedido los acontecimientos. Sin abandonar su fina ironía, Cristóbal El Inglés, como le conocen sus vecinos, sostiene que prefiere ser un guiri feliz en La Alpujarra que una estrella del rock.    

martes, 10 de marzo de 2020

Diferentes épocas, una misma pasión

El curso de verano de la Universidad de Málaga Tres generaciones de música pop española reunió, del 17 al 20 de julio en las instalaciones del Instituto de Estudios Portuarios de la ciudad, a diez artistas nacionales de distintas décadas y estilos para analizar y debatir sobre el pasado, el presente y el futuro de la rica escena musical del país.

El pop, el rock y otros géneros de la música popular hace tiempo que crecieron y se hicieron adultos en España. Se han ido introduciendo paulatinamente en el ámbito académico, con notables hitos, pero aún es necesario que su presencia en las aulas sea más habitual. Porque las sensaciones positivas tras la celebración de actos como este seminario estival son unánimes entre docentes y alumnado, mientras que la repercusión traspasa su círculo más próximo. Hay mucho que transmitir a un aficionado ávido de nuevas sensaciones e interesado en profundizar más allá de la canción, ya que, aunque la información esté más a su alcance que nunca antes, requieren de unos filtros adecuados. Y por si fuera poco, contar directamente con los testimonios de los que han moldeado la banda sonora de diversas generaciones supone un lujo que, al mismo tiempo, sirve para reivindicar una particular manera de fabricar cultura, de una industria creadora de bienes -con sus lógicas luces y sombras- que precisa de una mayor atención para que continúe consolidada y no cese en su progreso.

Santi Carrillo, acompañado de Pepo Pérez. Contextualizando.
Fotos: Gilberto Márquez.
De esta manera, durante cuatro intensos días, se mezclaron las reflexiones, dispares pero interconectadas, de estos protagonistas del imaginario musical patrio desde la transición democrática hasta nuestros días. Aunque la conferencia inaugural, el martes 17, correría a cargo del periodista y director de Rockdelux, Santi Carrillo, conductor de este evento organizado por la Fundación General de la universidad malacitana, con los profesores de la entidad Pepo Pérez y Manuel Moreno Linde como secretarios técnicos y la colaboración de la reputada revista. En su clarificadora charla con aderezos sonoros, Heterodoxia y personalidad en el pop español: 1969-1975, realizó un recorrido por los comienzos de la música pop en España, enumerando sus características y los momentos y factores clave de su desarrollo, para detenerse después en el periodo indicado, sobre el que hizo un somero repaso por la vida y obra de ciertos artistas reivindicables que se desmarcaron con audacia de las corrientes estéticas de la época y entre los que se encontraban Vainica Doble, Smash, Jaume Sisa, Mikel Laboa o Camarón.

Niño de Elche. Azote ortodoxo.
No abandonó Carrillo la mesa, pues iba dialogar en breve con el primer invitado, José María Sanz, Loquillo. Celebrando 40 años de profesión, el barcelonés, elegantemente vestido, subió al estrado ante la expectación de los asistentes para obsequiarles con todo su carisma y actitud rockera en una entretenida conversación. Tocó muchos palos, sin morderse la lengua, y mostrándose siempre sobrado de ego. Con la proyección de varias fotografías, recordó anécdotas de su trayectoria. Asimismo, alabó a los compositores con los que ha compartido faenas –Carlos Segarra, Sabino Méndez, Gabriel Sopeña o Igor Paskual- y habló de la situación actual de la música, aunque también de sociedad y política, entre otros temas. Su sucesor en el sillón esa mañana inicial del seminario, Francisco Contreras, alias Niño de Elche, tampoco anda falto de carisma. En una estudiada y bien defendida alocución, si bien, a veces, salpicada de divagaciones que no ayudaron a su entendimiento, su discurso estuvo encaminado a explicar el flamenco en sus diferentes contextos y cómo, aunque no lo parezca, éste ha estado siempre lejos de la ortodoxia con la que tradicionalmente se le asocia.

Christina Rosenvinge. Didáctica compositiva.
Si la iconoclasta y provocadora visión de lo jondo del autodenominado exflamenco sirvió para dar carpetazo a la primera sesión del curso, la jornada del miércoles se abrió con una lección teórico-práctica magistral sobre el oficio de componer canciones cortesía de la afable Christina Rosenvinge, quien, además, aprovechó para reclamar mayor reconocimiento para los letristas y su ardua labor. Tras haber asistido a este derroche de conocimiento y autodidactas experiencias, al todavía absorto público se le empezaba a vislumbrar la sonrisa con la presencia de José María López Sanfeliú, Kiko Veneno. Y es que el veterano artista sacó 
Kiko Veneno. El arte de la calle.
más de una carcajada a la parroquia a pesar del deslavazado hilo argumental de su charla, compensado con suculentas anécdotas, llamativas revelaciones –en su ‘lista de reproducción’ del momento están Bon Iver o Kendrick Lamar- y, sobre todo, mucha espontaneidad. Por último, Juan Ramón Rodríguez Cervilla, más conocido como J de Los Planetas, clausuraría con la conmemoración del vigésimo aniversario del álbum de la banda granadina Una semana en el motor de un autobús (RCA, 1998). Abordó el impacto de dicho trabajo y detalló los actos organizados para celebrar la efeméride, al igual que revisó la carrera e influencias del grupo, uno de los estandartes del rock alternativo de este país, que en los últimos años se ha ido hábilmente impregnando de las raíces flamencas.    

Lidia Damunt. Poderosa sencillez.
El día siguiente continuó con Lidia Damunt que, apoyada por su powerpoint, al más puro estilo universitario, desglosó su existencia vital y discográfica en una ponencia íntima y divertida. Hello Cuca, junto a su hermana Mabel y Alfonso Melero, despuntaba la valía de este talento precoz, que publicaría por primera vez en solitario en 2008 y que cambiaría las playas de La Manga murciana por los rigores climáticos de Suecia para proseguir, aun en la actualidad, por una senda versátil en lo estilístico e inquieta en lo empresarial. Y todo ello, según expuso, a pesar de las dificultades a las que se tiene que enfrentar siendo mujer y madre en una industria como ésta. La autora de Telepatía (Tormina records, 2016) cedió el testigo a La Bien Querida, la propuesta sonora de Ana Fernández-Villaverde, quien desgranó los entresijos de todos sus álbumes y las referencias de éstos. La vocalista y compositora vizcaína, métodica y organizada cual oficinista en su labor, relató algunas de las esencias de su transición de la pintura a una música muy particular que 
Antonio Luque. El dedo en la llaga.
bebe tanto de la electrónica de New Order como de la sensibilidad de las piezas de Manuel Alejandro, entre otros ilustres nombres. Por otro lado, como cierre, apareció en escena Antonio Luque, el hombre que conduce los designios de Sr. Chinarro. El sevillano, siempre guasón e incisivo, mostró su punto de vista sobre diversos asuntos candentes del negocio: la gestación de las canciones, los videoclips, los discos físicos o los festivales, lanzando opiniones con las que no dejó indiferente a nadie gracias a su mordaz palabra. Preguntado por si se puede vivir hoy en día de la música, se improvisó un interesante debate al que se sumaron desde sus asientos Damunt, La Bien Querida, J y Soleá Morente; esta última, prevista para las conferencias del viernes.

Nacho Vegas. Acervo pop.
El capítulo final de este encuentro intergeneracional arrancó con Nacho Vegas, que brindó al respetable una instructiva demostración de composición tomando como ejemplo el cancionero tradicional asturiano, el folclore universal y, particularmente, la obra de la chilena Violeta Parra, a quien homenajea en su reciente Violética (Marxophone, 2018). El colofón llegó con Soleá Morente, algo nerviosa, pero rebosante de desparpajo. Decidió presentarse a través de un vídeo rodado por su amigo y cineasta José Sánchez Montes y, mediante un discurso sincero y humilde, fue rememorando datos de su biografía y su discografía, en cuyos episodios han sido trascendentales J, Los Evangelistas y su familia, especialmente su padre, Enrique, del que sigue divulgando su vena más vanguardista y que, cuando lo menciona, traslada tal emotividad que conmueve a sus interlocutores.

Propósitos inminentes

J y Soleá. Duende granaíno.
El curso no sólo sirvió para detallar retrospectivamente las andanzas de estas figuras sino que, como no podía ser de otra forma, la música en directo ocupó, asimismo, un lugar destacado. Por ejemplo, como complemento al contenido lectivo, para la noche del 19 de julio se programó un vibrante concierto de Joe Crepúsculo en el Contenedor Cultural del campus de Teatinos de la UMA. Pero, además, en muchas de las intervenciones se disfrutó de piezas en vivo y se descubrieron embrionarias grabaciones que próximamente verán la luz. Este fue el caso de Kiko Veneno, que, desde su móvil, estrenó en exclusiva las maquetas de Obvio y Ojalá, dos de los cortes de su próximo LP Sombrero roto. O de Soleá Morente, dinámica colaboradora en numerosos proyectos paralelos, que interpretó, acompañada por J a la guitarra flamenca, Condiciones de luna, pieza que aparecerá en su siguiente disco, producido por David Rodríguez (Beef, La Estrella de David). Un J, por cierto, que precisó que Los Planetas andan metidos de lleno junto con Niño de Elche en la confección de un nuevo trabajo.

La Bien Querida. Canciones en un lienzo.
Por su parte, Loquillo avanzó que se halla preparando dos álbumes: uno sobre poemas del último Premio Nacional de Poesía, Julio Martínez Mesanza, y otro más rockero. Respecto a su actividad literaria, dijo que contaba ya con otra novela, basada en la Barcelona de mediados de los ochenta. Igualmente, un libro de Carlos Zanón propondrá un acercamiento al personaje, si bien más biográfico será el que publique sobre él Felipe Cabrerizo. Mientras, Christina Rosenvinge adelantó que editará un cancionero bajo la firma Penguin Random House; Lidia Damunt ejecutó en la sala Bolleras como tú e indicó que prepara disco, con sonidos electrónicos, para septiembre; La Bien Querida, tras defender Fuerza mayor -incluida en Fuego (Elefant, 2017)-, manifestó que se encuentra en el estudio, aunque no quiso soltar ninguna pista sobre cómo será esa futura referencia; y varias veces llegaría a empuñar su guitarra Nacho Vegas para deleitar al auditorio, al cual informó que prepara un EP con Enric Montefusco. Se avecina excelente cosecha.    


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 4 de septiembre de 2018.

domingo, 27 de enero de 2019

La evolución de los sonidos según Manglis

El guitarrista sevillano, bajo la denominación de Manglis Compás Machine, ha publicado 'My indian heart', un disco donde los ritmos hindúes combinan armoniosamente con el flamenco, el rock, el jazz o el blues.

Luis Cobo Álvarez, más conocido en el mundo artístico como Manglis, fue uno de los destacados alquimistas durante la cúspide de popularidad del rock andaluz. Formó parte de la última alineación de los seminales Gong, actuó con lo que quedaba de los Smash post-Garrotín, tocó en distintas etapas con Triana y, sobre todo, fundó el único grupo de aquella hornada que sólo realizaba temas instrumentales, Guadalquivir. Con una carrera que abarca ya más de cincuenta años, en su hoja de servicios también figura haber participado en el rompedor álbum Veneno (CBS, 1977) -para el que puso las seis cuerdas en Indiopole- o en Al Ándalus (Polydor, 1977) de Miguel Ríos, además de ser un solicitado productor. Pero hubo mucho más. De momento, su propuesta más reciente es Manglis Compás Machine, con un disco publicado en 2006, Mandala (Factoría Autor), seguido en 2018 por el autoproducido My indian heart.

Manglis siempre ha tenido debilidad por la investigación y la fusión de diversas músicas y tradiciones. En su continua persecución de la originalidad suele alejarse de los productos destinados a las masas y experimentar con los sonidos hasta conducirlos hacia su (natural) desarrollo. Si bien, el origen de estas inquietudes tuvo como factor decisivo su contacto, siendo bien joven, con los soldados norteamericanos destinados en las bases de Morón de la Frontera, San Pablo o Rota. "La música que se escuchaba en Estados Unidos por aquel entonces estaba a años luz de lo que aquí se hacía y se escuchaba en la radio y la televisión. Allá por 1965, Sevilla era un hervidero y ya se mezclaban esos militares con la gente que vivía en estas ciudades o pueblos andaluces. Igualmente, aquellas bases tenían unas emisoras de FM donde sonaba toda aquella música y escuchábamos en nuestros receptores. Oír a The Doors, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Otis Redding, James Brown y otros muchos, además de la música que venía desde Londres: The Beatles, The Rolling Stones, Cream, Procol Harum, Traffic y otros tantos grupos, definió a mucha gente que lo único que podía optar a escuchar en los medios locales era la música popular y comercial que siempre hubo y que aún perdura en nuestro país", explica.

No obstante, asegura, desde sus inicios y a lo largo de su amplia trayectoria tampoco ha cambiado demasiado esa manera de explorar ritmos y conjugarlos en sus creaciones. La esencia es la misma. "En el fondo, de lo que se trataba es de mezclar elementos. En aquellos tiempos, ya en 1972 con Gong, estábamos buscando los elementos comunes del rock con el flamenco. En 1978, con Guadalquivir, ampliamos la búsqueda y nos adentramos en el jazz rock y el flamenco, las mismas influencias que posteriormente utilicé en Arrajatabla y, con mayor fortuna, en Manteca, donde dimos un giro internacional sumergiéndonos en la world music".

Aquí aparecen otros dos trascendentales episodios dentro de su intrépido currículo: Arrajatabla y Manteca. Del primero, junto a nombres como Raimundo Amador o Juan Reina, surgió un larga duración, Sevilla blues (1992), mientras que del segundo, arropado por Jesús Arispón (Def Con Dos) o Tito Duarte (Barrabás), entre otros, germinó la dupla Pa darte gloria (1996) y Bailando con cabras (1998). "Fueron editados en España por la compañía Fonomusic, hoy catálogo de Warner, y a su vez en Alemania en el sello Hammer Music, que hizo la distribución en Europa y el suroeste asiático. Aquí se vendieron unas 15.000 unidades de cada disco pero tuvo una repercusión internacional más acorde con lo que era este proyecto. Quizás es lo de siempre, si no haces música muy comercial y no gastas enormes cantidades de dinero en promoción, los discos no encuentran el éxito que merecen. Aunque este proyecto sí obtuvo un buen reconocimiento en general", se sincera un Manglis que antes, a principios de los ochenta, ya se había lanzado en solitario, con los elepés Escalera al cielo (1981) y Dandy (1983), ambos en la etiqueta Movieplay.

Por otra parte, apunta que "ya en Manteca, en el disco Pa darte gloria, introduje unas tablas hindúes como percusión en una bulería que se llama Dos estrellas y en otro tema, Dunas. Es ahí donde empiezo a soñar con ese misticismo en el sonido". Manglis Compás Machine nació de su pasión por el jazz o el blues, además de su atracción por la semejanza entre las músicas de la India y los distintos palos del flamenco. "El blues y, por ejemplo, una soleá o una bulería, tienen un compás de 12x8. O sea, que se asientan en la misma rítmica, se hermanan y van de la mano. En el caso de la música de la India, ellos mantienen una amplia amalgama de compases y ritmos, pero casan a la perfección con los del flamenco, como se puede apreciar en los temas 48x8 Bulería, Soleá-Soler, Compás machine bulería o Carcelero-carcelero", detalla Luis.


La actual aventura se consolidó en 2002, tras conocer al percusionista de Singapur, de origen hindú, Nantha Kumar. Ahora, para la gestación de My indian heart, se han sumado un buen número de músicos de aquel país: Subrata De -sitar-, Mohsin Ali Khan -voces-, Robert Nalin -batería- y el violinista del estado de Rajastán, Imran Khan. Asimismo, han contribuido otros instrumentistas de la talla de Jorge Pardo, Kike Perdomo, Pedro Ontiveros o Andrés Olaegui (los dos últimos, excomponentes de Guadalquivir). Son nueve piezas presentadas con un bonito diseño gráfico a cargo del fotógrafo David Izkierdo Arispón que, sin embargo, han tardado en ver la luz. En concreto, doce años desde que saliera al mercado Mandala, "sencillamente, por la financiación", indica el guitarrista trianero. "La composición y grabación de todos los temas, que haya treinta artistas que dieron su apoyo desinteresadamente y nos tuviéramos que ajustar a la disponibilidad de cada uno, además de costear todo desde que se empieza hasta que se fabrica, dan un clara explicación de esa distancia de doce años. Y más aún porque yo no hago discos de usar y tirar, pienso con mucho detenimiento qué voy a poner en circulación por mera decencia profesional".

Y sin miedo al qué dirán, habría que agregar. "Respeto a quienes no entiendan los avances y se opongan, quizá, por ser muy tradicionales, a las nuevas sonoridades y formas para que todo lo que huela a cultura musical tenga posibilidades de crecer, encuentre otras fuentes de expresión y las vanguardias sigan su curso con el objetivo de que no nos quedemos encasillados en el pasado", sentencia Manglis durante la conversación a propósito de este mágico viaje de encuentros étnicos.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 8 de agosto de 2018.

‘Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde’, de Luis García Gil

El escritor gaditano ha publicado una biografía sobre el icono de los sesenta y setenta que huye del amarillismo para resaltar su faceta musical.

Esta es la crónica de una dualidad constante: cine/música, fama/anonimato y, sobre todo, Marisol/Pepa Flores. La historia de la persona que, muy a su pesar, es engullida por el personaje. Con sensaciones extrañas, como la que produce ver la evolución de tu vida a través de las portadas de revistas. Pero la paciencia tiene un límite y en 1986, cansada, decide romper con todo para recuperar una existencia normal alejada del foco mediático. Sin embargo, hasta llegar a este punto, el camino está repleto de días de gloria entremezclados con otros momentos más oscuros del oficio que, de alguna manera, han sido eclipsados por el altavoz de la prensa del corazón. Precisamente de esto último ha escapado Luis García Gil para construir Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde, un relato biográfico con cierta fidelidad cronológica que reivindica la carrera musical de una artista malagueña cuya vigencia no se ha difuminado en la actualidad.

Hablamos de un cancionero que engloba 228 temas registrados y que, abordado sin prejuicios, ofrece una perspectiva eficaz de la importancia que ha desempeñado en el devenir de la música popular del país y que no siempre se ha valorado lo suficiente, en contraposición al de otros coetáneos. Ahí ha quedado, por ejemplo, el himno de 1968 creado por Palito Ortega, Corazón contento, con el que juega el título del libro, haciendo un guiño al proceso de madurez y compromiso que experimentó la intérprete en los últimos años de su trayectoria. O hitos, como su aparición en 1961 en el mítico Ed Sullivan Show defendiendo Corre, corre caballito.

Un repertorio, por lo demás, bastante heterogéneo, donde conviven la tradición flamenca, la modernidad pop y ye-yé, la canción melódica, de autor, el folclore sudamericano o el fado. Y que tuvo en las bandas sonoras de los filmes de los sesenta publicadas por la compañía Montilla, una filial norteamericana del sello Zafiro, el soporte con el que dar a conocer sus primeros temas. De ahí que esta amplia producción musical sea indisociable de las películas y de sus papeles como actriz, su verdadera prioridad en el mundo del espectáculo, lamentablemente desaprovechada a tenor de sus capacidades para el séptimo arte.

En toda la fase de gestación del proyecto, que comenzó a raíz de una propuesta del editor de Milenio, Javier de Castro, con la playa de La Caleta de Cádiz como escenario, el respeto hacia Pepa Flores ha sido una obligación para García Gil. Porque, aunque la relevancia que durante décadas ha alcanzado el mito, descubrió que no existían tantos textos centrados en su obra como cabría esperar ni éstas contaban con el rigor ni con esa consideración que la trascendente figura merecían. Si bien, se antojaba necesario que las cuestiones personales también fueran narradas para explicar en su conjunto el fenómeno. Ya que no se entenderían sus pasos iniciales como niña prodigio(sa) sin la influencia de la familia Goyanes o álbumes como Galería de perpetuas (Zafiro, 1979) sin el matrimonio con Antonio Gades y su significación ideológica. Del mismo modo, quedaría incompleta la comprensión de esa fractura suya con el pasado si no se hiciera mención alguna a la imagen de César Lucas con la que fue inmortalizada para Interviú en 1975.

Por todo ello, entre otras cosas, Luis García Gil recogió el guante, aun no tratándose de una temática cercana a los terrenos donde suele desenvolverse con soltura. Poeta y ensayista cinematográfico y musical, centrado en cantautores y con varios tomos de enjundia a sus espaldas, en Corazón rebelde afloran muchas de sus especialidades, pues disecciona un gran número de canciones emblemáticas de las que incluye sus letras para un sosegado estudio. Prologado emotivamente por el periodista Héctor Márquez, además, ofrece un concienzudo análisis de la filmografía más destacada, así como especiales referencias a compositores, arreglistas y músicos con los que se rodeó Pepa Flores -Algueró, Guijarro, Serrat, Aute, Juan Carlos Calderón, Manuel Alejandro...-, salpimentadas con abundantes citas literarias, cinéfilas e incluso un poema dedicado para la ocasión.

El escritor no ha podido contar directamente con la protagonista -lógico, por coherencia con su voluntario y meditado retiro-, aunque está informada del contenido y ha celebrado su resultado. Lo que sí ha conseguido es recoger declaraciones de ciertas personalidades de su entorno más cercano como son Juan Pardo, Caco Senante, José Ramón Pardo o Javier Ojeda. Estas confidencias han ayudado a completar un retrato artístico y vital de una mujer cuyo recorrido profesional supone, asimismo, una forma de descifrar los avatares políticos y sociales acontecidos en España en una época no tan lejana.


Marisol-Pepa Flores. Corazón rebelde. Luis García Gil. Editorial Milenio. Lleida, 2018. 253 páginas. ISBN: 978-84-9743-816-2.


Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 27 de julio de 2018.