Esta no es una novedad
editorial. Sin embargo, mantiene su vigencia. Además, el propio carácter de la
publicación y de la música aquí tratada hacen que estemos ante un trabajo en
constante evolución y, por tanto, imposible de presentar en una obra cerrada.
De hecho, este texto fue lanzado originalmente en 2013 y en 2017 alcanzó su,
hasta la fecha, cuarta edición. Aunque la que llegó a mis manos y reviso ahora es
la tercera, de 2016 y con marchamo del Instituto de Etnomusicología de la
Pontificia Universidad Católica del Perú.
Jazz en español. Derivas
hispanoamericanas es un compendio de las historias del jazz
facturado en los países de habla española a través de las aportaciones de quince
expertos en la materia de cada nación con la coordinación del escritor y crítico
cultural Julián Ruesga Bono, quien también firma el primer capítulo y el
prefacio. En éste, Ruesga indica que el libro es una especie de
continuación/ampliación de otro volumen bajo su dirección, In-fusiones de
jazz (Arte-facto, colectivo cultura contemporánea, 2011), en el que varias voces
autorizadas, entre las que están Chema García Martínez, Luis Clemente o él
mismo, describen el desarrollo y la transformación del género desde los años
cincuenta y sus hibridaciones con otros lenguajes como el del flamenco, las
músicas latinas, la electrónica o las tecnologías digitales.
En este nuevo acercamiento al
mundo del jazz desde la perspectiva de los territorios castellanoparlantes se
entremezclan el pasado y el presente de las escenas analizadas con el objetivo
de crear vínculos que estimulen su futuro. Por eso, a parte de la música, son
abordadas las características de otros agentes que lo convierten no sólo en un estilo
musical sino en todo un fenómeno cultural: medios de comunicación,
discográficas, productores, público, escuelas o festivales, tan importantes
para la divulgación y tan responsables de su consolidación y crecimiento. Por
supuesto, no faltan las figuras más destacadas de cada época, mientras que, por
el rigor académico que destila, resulta inevitable la sucesión de listas
bibliográficas, discográficas y filmográficas, así como programas de radio y
televisión y las referencias digitales que proliferan desde algunos años atrás.
Este acopio documental, al mismo tiempo que justifica los datos, sirve de
excelente guía para nutrirse de ingente información sobre el jazz procedente de
estas latitudes.
Por su parte, el relato
histórico-musical de cada país muestra diferentes métodos de planteamiento
atendiendo a las peculiaridades de cada región, si bien la mayoría cuenta con
un rico acervo de ritmos autóctonos y un arraigado folclore. De esta manera,
nos encontramos con exposiciones más o menos cronológicas de hitos, como las
que realizan Sergio Pujol sobre el jazz en Argentina, Sergio Calero de Bolivia,
Álvaro Menanteau en Chile, Juan Franco sobre Colombia, Juan Mullo Sandoval en
Ecuador, Alain Derbez sobre México y Darío Tejeda del Caribe, concretamente en
las Antillas hispanohablantes y francófonas. Por otro lado, nos topamos con otras
más condicionadas por la escasez de investigaciones, de discos editados o la exigua
aceptación del oyente, por lo que el relato estaría aún por completarse, siendo
éstos los acercamientos iniciales a la cuestión en algunos casos. Son los ejemplos
de Paraguay, redactado por Germán Lema; Perú, por José Ignacio López
Ramírez-Gastón; Venezuela, a cargo de Dimitar Correa; y de la complejidad de
América Central, donde existen pocos datos más allá de ciertos músicos actuales,
especialmente en El Salvador, según explica Luis Monge.
Otros autores, como Joaquín
Borges-Triana sobre Cuba, optan por repasar la crónica jazzística prestando atención
a la buena salud de las propuestas más recientes y su vinculación con
festivales y concursos trascendentales; entretanto, para Uruguay, la fórmula elegida
es la de una retrospectiva desde el punto de vista del antropólogo y músico
Luis Ferreira a través del intercambio de impresiones y la narración de anécdotas.
En cuanto a nuestra geografía, el historiador y doctor en musicología Iván Iglesias
efectúa un prodigioso ejercicio de síntesis para mostrar la recepción, difusión
y consumo del jazz en relación con los diversos procesos sociales, políticos,
culturales y estéticos que lo acompañaron. Por último, Berenice Corti ofrece un
capítulo final en el que abre un turno de debate y futuras vías de indagación
con asuntos como el origen, la identidad, la nacionalidad o la tradición del
jazz.
Las 400 páginas de esta suerte
de atlas sonoro denominado Jazz en español. Derivas hispanoamericanas, ambicioso
proyecto colaborativo que necesitó de más de tres años de esfuerzo para poder
ver la luz en su momento, supone una excelente oportunidad para derribar muros
y mitos y una inmejorable pauta para conocer las aventuras de un género en zonas
en las que tradicionalmente no reparamos, además de alentar al descubrimiento
de exquisitas grabaciones y curiosidades que confirman los atributos asociados
al jazz, una música global, intercultural y en irrefrenable progreso.
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