El músico y compositor nacido en Egipto ha plasmado en sus dos discos publicados hasta la fecha una mezcla entre distintos palos del flamenco y ritmos orientales.
El duende del flamenco lo cautivó desde muy pequeño. Antes de que cumpliera los trece, ya descubrió y se sintió atraído por su magia gracias a una de las casetes que había en su casa familiar de El Cairo, la cual contenía grabaciones de algunos los más grandes: Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o Niño Ricardo. Por allí también había una modesta guitarra, con la que comenzó a investigar y practicar acordes de forma autodidacta. El hechizo se había producido. "Me atrapó su habilidad para transmitir el sufrimiento y la tristeza con esas notas negras y voz jonda. Es brujería total", indica Khattab.
Foto cortesía de Nesma Music |
Aunque la introducción en un mundo tan complejo, sumado a trabas como la barrera idiomática, la distancia geográfica o la falta de información en una era todavía sin globalizar por Internet, no debió ser fácil. Pero a las pasiones no se les pueden poner ataduras. Así, a los 20 años, Ali se trasladó a la tierra prometida, Andalucía, a una de las cunas del toque, el cante y el baile como es Jerez de la Frontera, decidido a perseguir y conseguir su sueño. "Antes de ir no sabía hablar castellano. Ahí lo aprendí, en la calle y con los músicos. Ahí conozco el flamenco más puro y donde he visto más aficionados de toda España. Aprendí que el flamenco es un estilo de vida y no sólo un arte. ¡Qué grande es Jerez, por dios!", recuerda Ali sobre su experiencia en dicha ciudad.
En 2010 apareció su debut discográfico, Al-Zarqa. Editado por Nuevos Medios, supuso una de las últimas apuestas, antes de su triste desaparición, del productor Mario Pacheco. "El primer disco apareció en un momento muy difícil de mi vida, tiene temas que reflejan el dolor que sentí en aquel momento". Ocho piezas en las que maridan a la perfección sus influencias de la cultura flamenca y la tradición de distintas músicas de raíz orientales. "En general, mi música no tiene fronteras ni banderas ni colores. No tiene dueño, como yo", aclara el zurdo guitarrista egipcio.
Con el deseo de publicar próximamente un nuevo álbum que ya tiene finalizado, si bien está a la espera de encontrar productor, su referencia más reciente es Sin país (Nesma Music, 2014). Igualmente, aquí sigue de manera manifiesta esa armoniosa conjunción entre soleares, bulerías, rumbas o tangos con ritmos como el ayoub, el malfouf o el fallahi; sin embargo, el cada vez mayor interés del artista cairota por la poesía, ha propiciado la inclusión de varias canciones en las que participa el vocalista Wael el Fashny. "Últimamente estoy trabajando más con letras, y me mola mucho, porque antes sólo era música instrumental. Ahora estoy más enganchado con la idea de integrar el cante flamenco y el egipcio en mi música”.
No obstante, el embrujo de las cuerdas de Ali Khattab adquieren otra dimensión en directo. Si en sus trabajos de estudio está acompañado de instrumentos que refuerzan esa concordancia de sonidos procedentes de ambas orillas del Mediterráneo, tales como el oud, la nay (flauta egipcia), el daf, el req o la darbuka, más la guitarra, sobre los escenarios suele presentarse con diversas formaciones de instrumentistas que ofrecen nuevas perspectivas de su espectáculo. “A veces, salgo en dúo con laúd egipcio; en trío, añadiendo percusión; cuarteto con el cante; quinteto con violín o sexteto con el contrabajo. Pero también, últimamente estoy haciendo cosas muy interesantes con el piano y ahora estamos preparando una gira con piano, saxo y percusión”, sentencia Khattab. Así que, ya lo saben, si tienen ocasión de presenciarlo no se lo pierdan. Una excelente oportunidad de sentir el pasado, el presente y el futuro de las melodías arábigo-andalusíes.
Artículo publicado originalmente en la web de Papel de Periódico el 3 de julio de 2018.
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