En 2016 y 2017, la fundación
que lleva el nombre del escritor y pintor malagueño publicó sendos discos en
los que varios solistas y grupos pusieron música a otros tantos poemas de su bibliografía
Ejerció la abogacía, pero a
Rafael Pérez Estrada el arte le venía desde la cuna. No en vano, su madre, Mari
Pepa Estrada, fue referente de la pintura naíf. A él también le sedujeron los
pinceles y los lápices, sobre todo para concebir dibujos y composiciones, si
bien su mayor producción consistió en la escritura poética, dramatúrgica y
narrativa. Compaginó el Derecho con la creación hasta tres años antes de su
fallecimiento, que se produjo en el 2000, y, además, participó activamente en
la vida social y cultural de su ciudad, siendo uno de los artífices, por
ejemplo, de la creación del Centro Cultural Generación del 27 y del Consejo
Social de la Universidad de Málaga.
Desde hace algunos años, una fundación vela por su legado y se encarga de divulgarlo entre las nuevas generaciones a través de un programa interdisciplinar que incluye exposiciones, seminarios, conferencias, premios y otras muchas actividades como la edición de estos dos libro-discos. Denominados La gran gala y La gran gala II, hacen alusión a una publicación del autor en 1979 en el último número de la revista literaria de Barcelona Paraules, La gala de la gran gala, que versa sobre una función teatral en la que aparece en escena una “máquina-tocadiscos-tragaperras”.
La presentación de ambos álbumes, con diseño de Manuel Luque, es de lujo. Contiene un cuadernillo en el que se detallan las letras de los poemas y los textos inspirados por obras de Pérez Estrada, los créditos de las bandas y los músicos que eligieron interpretarlas, y una muestra pictórica del bardo que sirve para relacionar e ilustrar cada una de las trece piezas sonoras en total que los dos discos albergan.
El primero de ellos, lanzado
en 2016, está encabezado por la ilustración en collage de 1994 El hermoso
gramófono, y no puede tener un inicio con más gancho. Nada más y nada menos
que El jugador interpretado por Enrique Bunbury, quien fue el que se
interesó en su momento en musicalizar este poema sobre un ludópata de emociones
que tan bien encaja en el ideal de la estrella zaragozana. Otra colaboración
especial es la de Joseba Irazoki en Obeliscos del amor, una composición
a partir de un texto de Pérez Estrada que el músico navarro, también miembro de
Atom Rhumba, canta en castellano, algo poco habitual en su dilatada trayectoria.
The Black Lennons, en una formación alternativa con Juanillo Basura a la
percusión, experimenta a ritmo de secuenciador con Zinnias, verbenas,
petunias. Mientras, otro de los grupos en los que participa Juanillo,
Tupelo Bound, realiza un ejercicio de garage punk inquietante comandado por la aguardentosa
voz de Paco Báez en Dejadme dormido, basado en el poema Diario de un
tiempo difícil (XIV). Por su parte, en Sombras, Javier Arnal
desarrolla un pasaje de spoken word envuelto en una base melancólica y de
distorsión que parece extraída del ambiente polvoriento de una película del
oeste. Trío Mudo, un proyecto curtido en esto de recrear musicalmente versos de
ilustres poetas, con el ex–713avo Amor Antonio Acién a la voz, da un aire
postrock a Suceso antes de que el dúo Esplendor, con Los lugares del
sueño, inspirado en una narración de Pérez Estrada, aporte la pieza más
luminosa para cerrar este álbum.
Doce meses más tarde verá la luz la, hasta ahora, segunda parte, con la acuarela Apoteosis carmelitana, de 1995, como portada. En esta ocasión, se decidió que todos los artistas participantes fuesen de la tierra o muy vinculados a ella. Asimismo, otra novedad con respecto al anterior es que primero recitarían los poemas y después materializarían su particular visión sonora del propio texto. El disco está dedicado a la memoria del literato y dramaturgo Nacho Albert, cuyo cuerpo fue encontrado sin vida en una fecha cercana a su publicación. No obstante, ya había plasmado junto al músico e ingeniero de los estudios Artesonao Miguel Olmedo y el percusionista Juanma Amador su aportación a esta loable iniciativa, el corte cuatro, Una tímida propuesta de cambio.
El CD se abre con una apuesta de synth pop a cargo de los avezados Ana Béjar y José Ojeda, El grito, seguida por otro dúo, el formado por la parisina afincada en la Costa del Sol Thalia B, y Pepo Galán, uno de los fundadores del sello El Muelle Records, que ofrecen un sensual recitado en francés con suaves notas al piano en Pienso, luego existo. El tercer tándem en los créditos del álbum es el del escritor Alejandro Simón Partal y el multiinstrumentista Emil Saiz. Breviario es su contribución, fundamentado en Breviario y El domador de Rafael Pérez Estrada. Por último, el combo Three Broken Tapes despliega La nube bajo un manto de electrónica lo-fi y el hispano-belga Álvaro Gastmans pone el elegante broche con su particular fraseo en El perseguido.
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